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Puebla de Don Rodrigo - Ciudad Real

Poblacion:
España > Ciudad Real > Puebla de Don Rodrigo
27-11-10 12:28 #6601476
Por:Jose A Lucio

NUESTRAS RAICES, NUESTRO PASADO
Lectura para el fin de semana:

BRUJAS…, SANTERAS..., CURANDERAS... EN LA PUEBLA.
HABERLAS, LAS HABÍA.

Nuestra Tribu, que inca sus rices mas allá del medievo, en asentamientos tan sugerentes como “Las Cuevas del Guadiana”, no podía ser ajena a estos personajes que, hasta prácticamente nuestros días, siempre ocuparon un lugar, quizá necesario, en todos los colectivos o asentamientos humanos. Si indagáis, con vuestros padres y abuelos, seguro que os aportaran vivencias e historias merecedoras de hacerlas vivir en nuestro recuerdo.

MAL DE OJO….

La cocina constituía el centro social de la vivienda. No era una pieza grande…. Quizá no más de 12 metros. Rectangular. La entrada, sin puerta, solo con una cortina, daba a la casa, como se designaba al cuerpo central de la vivienda, o nave central que discurría desde la puerta de la calle hasta el corral. Esa entrada era baja y rematada en forma de arco medio románico que arrancaba desde dos repisas o polletes laterales. Todo encalado de blanco, con tantas capas ya de “tierra Blanca” que se hacía difícil adivinar si debajo había adobes o ladrillos.
Entrando a la cocina, al frente estaba la chimenea, con lo que hoy llamamos una campana que, soportada en una biga horizontal que hacía de repisa, se extendía por todo la pared frontal y ascendía, estrechándose en forma de embudo, hasta el tejado. La chimenea por dentro, a una altura de unos tres metros del suelo, estaba cruzada horizontalmente por cuatro o cinco gruesas varas, ennegrecidas por el humo, pero de las que siempre pendía, según las temporadas, parte de la despensa familiar. (Allí se secaban y ahumaban los chorizos, el lomo, el tocino, las guindillas etc. También, del centro de la chimenea, colgaba una vieja cadena con un gancho en el extremo, que bajaba ligeramente hasta por encima del fuego, donde ineludiblemente estaba enganchado el caldero lleno de agua caliente.
Una vieja chapa de hierro protegía la pared de las brasas y las llamas de la lumbre. Lumbre que, permanentemente, tanto en invierno como en verano, daba vida a la cocina. Y, como todo tenía su aprovechamiento, detrás de la chapa, se guardaban las varas de “Gamonitas” secas que venían muy bien para encender el candil sin tener que recurrir al lujo de las cerillas.
El suelo de la cocina; era un empedrado, un poco mas fino que el de la casa, pero ya tan gastados y redondeados los cantos que al Ñoño y al Chiquete hasta les parecía suave cundo se revolcaban sobre él.
El mobiliario y los utensilios de la estancia, como el de toda la vivienda, era sencillo pero todo muy útil: Una mesa cuadrada y baja pegada a la pared lateral izquierda, cuatro cinco sillas de enea del río trenzada, todas bajas, tres o cuatro corchuelos –hoy llamados taburetes-, unos de corcho como su nombre indica y otros de enea, todos obra del Tío Reyes. Dos candiles de de aceite, colgados uno a cada lado de la chimenea, dos trébedes; una pequeña, de rabo largo para los guisos normales, y otra redonda más grande para poner grandes calderos; un badil para la ceniza y unas tenazas para manejar las brasas (estas dos cosas echas en la fragua de Gregorio el herrero); varios tamaños de cazos y sartenes se alineaban en las paredes. En la cornisa de la chimenea había variedad de pucheros de barro; una alcuza de latón , para el aceite de los condiles; una vieja almirez de bronce, herencia de los abuelos con un mazo lleno de las marcas que le producían su uso cuando se empleaba como martillo para otras actividades; tazones y vasos de cristal, estos, de los que venían con la leche condensado “Nogueroles” y una hortera, también obra del tío Reyes, que era el recipiente mas adecuado para hacer el gazpacho y el ajo blanco.

Una mezcla agradable de olores naturales se respiraba siempre en la cocina; el del humo de los candiles, los ahumados colgados en la chimenea, el del puchero del cocido o judías con oreja que burbujeaban horas y horas, y por las mañanas, al clarear el día, el refrito de tocinillo, ajos y pimientos para las migas.

Y en la penumbra de aquella acogedora estancia, mientras los hombres comentaban la marcha de la sementera, la poda de los olivos y sus trajines con los de los animales; las mujeres (madre, abuelas o alguna vecina) a la vez que remendaban o recosían camisas, pantalones o calcetines o picaban las migas para la mañana siguiente, en voz muy baja, hablaban de cosas misteriosas: Como el MAL DE OJO que le habían echadazo a determinada persona (podía ser niño o mayor). El Mal de Ojo también podía recaer sobre alguno de los animales domésticos de la familia a la que se quería perjudicar (burro, caballo, vaca, etc.). El Mal de Ojo, sortilegio o hechizo se achacaba por algunas gitanas que venían por el pueblo y/o por dos oscuras mujeres muy mayores del propio pueblo. Para el Ñoño y los chavales de su edad la Tía Cana, que vivía cerca de las cuatro esquinas, era el diablo en persona. Los mayores, al hacer sus comentarios sobre temas tan misteriosos, allí al amor de los tizones, pensaban seguramente que los pequeños no se enteraban de nada. Y, efectivamente, el Chiquete con tres añitos, enredando siempre entre las piernas de su padre, de su abuelo o del tío José, no captaba estas cosas, pero el Ñoño, ya con seis, pese a las continuas advertencias que le hacían; “te mearás en la cama por jugar con la lumbre…”, él si se enteraba, a su manera, de todo mientras seguía en su diversión favorita, encender las cañas de gamonita y jugar con el fuego.
La tía Cana y sus perversidades de brujería ejercían una influencia terrorífica en Ñoño y sus amiguetes de juegos. De hecho, cuando los chavales del pueblo tenían que pasar por su calle lo hacían con mil ojos.
Para los mayores, si una recién casada no conseguía quedarse embarazada, después de un tiempo, es que le habían echado Mal de Ojo. Cualquier enfermedad persistente, que D. Román el médico, con los limitados remedios de la época, no podía solucionar, era achacada a mal de ojo. Si los animales o los niños nacían muertos o morían al nacer, seguro que alguien había echada Mal de Ojo. El mal de ojo solo podían realizarlo brujas o hechiceras, y lo podían hacer por su propia iniciativa o por encargo de algún vecino que te deseara mal.
Ante la sospecha de sufrir mal de Ojo y para librarse de él, no quedaba más remedio que recurrir, en la más misteriosa y discreta de las visitas, a la tía Cana para deshacer la maldición, o incluso desplazarse a otro pueblo donde encontrar el personaje poseedor del los poderes
Un tupido velo de secreto y misterio rodeaba esta subcultura que, paradójicamente, o quizá complementariamente, convivía con la religión y con D. Román el médico. Pero ahí estaba, y para nuestros mayores no era cosa de broma. ¡No te digo nada para los chavales como el Ñoño y su cuadrilla!

El poder y la eficacia de estas prácticas de nuestros antepasados serán un misterio que se difumina entre creer que todo era superstición o admitir que, efectivamente, los poderes psíquicos del ser humano son impresionantes y siguen latentes, pero ahora, para muchos, adormecidos y sustituidos por los artificiales del progreso, la ciencia y le técnica.

¡Pero mucho ojo…! Aquellos ritos misteriosos, fuera como fuere, funcionaban…

Si estas creencias o poderes, mal empleados en el Mal de Ojo, fueran el lado oscuro de la fuerza, también en nuestro pueblo hubo personajes que representaban el lado opuesto. Personajes a los que se les reverenció y se les consideró con poderes paranormales de orden espiritual. Sin olvidar las maravillosas cualidades curanderas de otros. Gentes campesinas quienes, misteriosa e incomprensiblemente para nuestros días, sin saber leer ni escribir, con solo sus manos recomponían huesos y ligamentos dislocados.

¡AUN QUEDAMOS TESTIGOS DIRECTOS!
Puntos:
29-11-10 17:55 #6613036 -> 6601476
Por:Rogelia333

RE: NUESTRAS RAICES, NUESTRO PASADO
Josantonio yo tambien vivi estas cosas. y como lo cuentas me parece estar en la cocina de mi tia matilde calentita por delante y elada por atras. pero no se podia ablar de ello aunque to el mungo lo sabia. me gusta comoescribes. tu istoria de las abas fue mu buena aora veo quera tulla. el tio reyes el molinero era mi amigo se merece que Dios letenga en su gloria. que buena jente
Puntos:
30-11-10 15:12 #6617546 -> 6613036
Por:elchacal

RE: NUESTRAS RAICES, NUESTRO PASADO
Bien por tu artículo. pero c ñ o. un poquito de "por favor"
Que tú eres un tio letraO. Inca; en el contexto en que te expresas.
es con H. Perdón es una pequeña broma.
Una gran saaludo a todas mis alimañas.
( Que muertos estais ultimamente, ¿no?.
Puntos:
30-11-10 19:20 #6619116 -> 6617546
Por:Jose A Lucio

RE: NUESTRAS RAICES, NUESTRO PASADO
Chacal; efectivamente, llevas más razón que un santo. Las prisas no son buenas para nada. Y menos confiarlo todo el corrector ortográfico, por que el puñetero ya me ha ocasionado varios gazapos debido a que lo tengo medio catalanizado. En mi corrector, aquí en Mallorca, la palabra Inca me la toma como el pueblo de Inca. La segunda ciudad de esta isla. Y, como me fío más del ordenador que de mi mismo, suelo recurrir a la criba del Microsoft Word.
Ya se que no lo haces con mala intención. Gracias por tu estimación y un abrazo para todos los miembros de la tribu.
Puntos:
01-12-10 15:40 #6631055 -> 6619116
Por:elchacal

RE: NUESTRAS RAICES, NUESTRO PASADO
De nada, como siempre mi respeto, y admiración por tu dedicación
a este foro. Un cordial saludo.

EL LOBO.
Puntos:
10-12-10 21:15 #6676062 -> 6631055
Por:JM P. VELASCO

RE: NUESTRAS RAICES, NUESTRO PASADO
Jose Antonio, con tu buena descripción y detalle, nos has recordado como eran las cocinas y las vidas de antaño. Tanto que por momentos me he trasladado a la cocina de mi Abuela Crescencia, intentando despabilar mis sentidos para captar aquellos olores y composiciones de lugar; con sus paredes, vigas y cabios renegridos por el hollín , con el olor típico de matanza, especie y cebolla, con el olor a cabeza de Cerdo y morcillas, cociendose en el caldero, colgado en gancho encima de la lumbre, con olor a castañas asadas, cumpliendo con la tradición de comerlas en “todos los santos”:, con el olor a jabon recién hecho. Con el respecto y miedo que me producían las velas encendidas y su olor a cera, en honor a los muertos. Toda vez que mi abuela me decía que las velas se ponían para recordar a los seres perdidos y para que sus almas tuvieran luz en la oscuridad, si optaban por volver a visitar la casa.

Pero de aquella cocina, el recuerdo más profundo que conservo con ilusión: era el calor de aquellas tardes noches, con el rescoldo de viejas creencias y costumbres que nuestros mayores comentaban alrededor de la lumbre, donde yo solo estaba interesado en jinchonear la lumbre con el soplillo, que era un cañón de escopeta mono tiro inutilizada, y que serbia para atizar y avivar el fuego, además de ayudar a encender.

A buen seguro en las tertulias alrededor del fuego, se hacían alusiones al “mal de ojo” que nos comenta José Antonio, siempre bajo aura de escepticismo y miedos.

Aunque en la actualidad creo que en la puebla este tema ha ido a menos, en su día sí que tuvo cierta relevancia, hasta el punto de que en el cementerio de la Puebla hay alguna persona enterrada boca abajo en el ataúd,toda vez que su muerte fue susceptible, según sus familiares, de que se hubiese producido por el “mal de ojo” arrojado por alguna persona en contra del muerto. Y con esta forma de enterrar al muerto, al parecer lo que se pretendía es que el maleficio se volviera en contra de la persona que lo había procesado.

En Almansa, todavía es frecuente ver a madres jóvenes llevar a sus recién nacidos a que les quiten el “mal de ojo”, o dolor de estomago, o lloros incomprendidos. Se llevan a personas con don, o con gracia, así llama en esta zona al Curandero. Una persona que al parecer le ha sido trasmitido por sus ascendentes este poder de curación, siempre con extensión divina. Aunque por esta zona, hay personas que han hecho de este tema una forma de enriquecerse,la mayoría son personas humildes y sin ánimo de lucro.

Un saludo a todos
Puntos:

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