Mestanza - Ciudad Real

Casi cada año desde el mismo en que nací, voy a Mestanza en julio a las fiestas. Podría decir mil cosas de mi pueblo pero solo voy a decir novecientas noventa y nueve.
Me alegro de tener un lugar fijo donde ir en verano, muchas personas no lo tienen y no experimentan la sensación de arraigo a un lugar especial.
En Mestanza la gente es, seguramente, como la gente de cualquier otro pueblo.
Las fiestas de Mestanza son, seguramente, como las fiestas de cualquier otro pueblo, pero Mestanza es mi pueblo y eso no sucede con cualquier otro.
Realmente no nací allí, pero no eres de donde naces, eres de donde quieres ser, a veces de varios sitios. Yo soy de Mestanza un poco.


Mestanza es el pueblo de toda esa gente que, al menos una vez en su vida ha estado en él y si no lo creéis, preguntad a cualquiera de nuestros amigos que alguna vez han pasado allí unos días.
En Mestanza se suele comer pisto, gachas, caldereta, migas, moje, asadillo y, si vas a casa de Gloria, también natillas, y si tienes estomago, garbanzos “torraos”.
Sé que en lo que a continuación escribo se omiten muchas cosas, otras no son del todo así, de otras no me acuerdo y quizá no siga un orden cronológico, pero también se que el orden de los factores no altera el producto y el producto es un recuerdo y, el recuerdo es maravilloso.
Mi cerebro no me permite recordar todo lo vivido allí pero si muchas cosas, de esas cosas creo que me quedan las mejores y si no, leed, creo que de algunas de ellas vosotros también os acordareis.

Lo mas lejano que recuerdo es que vivía en la casa de mi abuela y pasaba las tardes con mis primos en “la tienda”, un salón de la casa en el que jugábamos a las cartas con barajas viejas que tenían el reverso rojo y dorado, también jugábamos al “stop” y las chicas escuchaban casetes de Pimpinella (qué horror) en una radio negra.
Éramos niños, bueno, como ahora, lo que pasa es que éramos niños de verdad, aún no estábamos contaminados de realidad y vivíamos todo de otra forma. Yo pertenecía a la panda de los pequeños, la de Nacho, Esther, Antonio, Cristina, Inés, Bea, Ana la alta, Julián, Amparo, Pedro el canario, Elidia etc… yo era y soy Alberto Pequeño.
Luego estaba la panda de los mayores, la de Ana, Raquel, Isra, Jaime, Alberto Grande, Luismi, Ernesto, Raquel Calabria, Laura y algunos más.
Las cosas eran diferentes antes pero no por ello eran mejores que ahora, eran simplemente diferentes.
Yo aprendí a montar en bici en el pueblo, supongo que muchos de vosotros también.
Los pequeños ibamos al paseo por la tarde o a jugar en la calle de las escuelas,donde la casa de la abuela de Santi, cuando no nos obligaban a hacer la siesta (lo odiaba), nos quedábamos por allí y nos contábamos la vida.
Los mayores hacían lo mismo, pero nadie les obligaba a hacer la siesta.
En fiestas bajábamos a montarnos en las colchonetas de Paco.


Alberto y Jaime, los mas mayores, iban a buscar a las chicas en sus Carca-bicis de ciclista con las ruedas finas y el manillar en forma de cuernos de cabra (eran bastante feas pero nadie se atrevía a decírselo) y Rubén se acababa de comprar su bianchi de montaña.
A Luismi le quedaban siempre asignaturas y no le dejaban salir hasta muy tarde así que tuvo que innovar en el asunto de las salidas nocturnas e inventó lo que él llamó “operación Romeo”, una técnica bastante depurada que consistía en fugarse de casa por el balcón una vez hecho el paripé de irse a la cama.
Los pequeños, también montábamos en bici, íbamos a comprar rosquillos a donde la Juliana, la mujer de Castro, el que tenia un puesto de helados en la plaza del Calvario. También comprábamos chuches en la tienda de la Empera, que tenia el suelo de madera y sonaba mucho cuando caminabas y jugábamos a pasar entre las columnas redondas del antiguo ayuntamiento, que era tan feo como las bicis que utilizaban Jaime y Alberto.

Fuimos unas cuantas veces con Julián a bañarnos a la huerta de Chicharito, alguna de esas veces comíamos pizzas que traíamos de Puertollano. Nunca olvidaré a Chicharito, algunas tardes se paseaba con su burra y vendía pimientos en la esquina de su calle, otras tardes se iba a casa de la abuela y se quedaba dormido viendo la tele.
Las barreras que ponían en el perímetro de la plaza eran listones de madera cilíndricos, unidos entre sí con cuerdas y algún que otro tornillo que, casi siempre era culpable de la rotura de algún pantalón. Solo existían dos peñas, la Peña del Jamón, que siempre tiene jamón, y la de Los Formales y sacaban la vaquilla de fuego. Recuerdo que una vez, Antonio y yo nos quedamos subidos en una barrera con la vaquilla de fuego debajo.
Sólo había un encierro y los que no corrían se iban a casa de Críspulo a verlo detrás de su burladero de metal, mientras Rafa agitaba un trapo rojo atado a un palo con una cuerda desde un balcón y Carlos hacia trucos de magia para entretener al personal.
El paseo era solo un paseo, la pista de baile tenía el suelo de cemento y no tenia techo ni escenario, así que si llovía, y no recuerdo que lloviese nunca en las fiestas, te mojabas.
No habían construido aún la fuente del paseo, la fuente redonda de ladrillo que está antes de la pista de baile.

La residencia de la carretera del Hoyo, la piscina municipal, la pista de fútbol sala, el ambulatorio de la calle del Santo y la Plaza de los carros, la que está al lado de la casa de Diego, el de Machete, tampoco existían y aún no habían vallado el campo de fútbol ni habían construído los vestuarios en los que algún año hicimos botellón y probé por primera vez licor 43 con vainilla.
El entrañable bar de Gila, donde sabes cómo entras pero nunca cómo sales, no daba vida a la plaza en tiempos de fiesta y la Rejá era un lugar al que daba miedo llegar, estaba muy oscuro y tenía dos frondosos árboles que le daban un aspecto misterioso.
Años más tarde la línea de separación entre mayores y pequeños se fue haciendo cada vez más borrosa hasta que dejó de verse.
Cada año abrían y cerraban algún bar así que, dependiendo del momento íbamos a un sitio u a otro.
De camino al paseo entrábamos en el “Mondino”, el antiguo salón de usos múltiples, allí jugábamos al billar y escribíamos cosas en la mesa con la tiza del taco. Por supuesto no existía el de ahora lleno de aires acondicionados, en la calle del Pozo Nuevo. También íbamos a ”La Terrasita” a bailar, tomar copas y chupitos a 50 pesetas, o bajábamos a “La Quinteria” regentada por Porfirio hijo y bailábamos en coreografía con Carlos el Mago, que se ponía su chaleco de colores el día de San Pantaleón, o tomábamos café en “El Quijote”, donde trabajaban Maria Eugenia y Rufi. Allí cenamos un año, al menos uno recuerdo y comprábamos “chupachuses” de flan de vainilla y de fresa a quince pesetas.
En “La Quintería“ había una piscina enorme que sólo abrieron dos años, yo nunca me llegué a bañar pero lo que cuentan es que era muy profunda y te pitaban los oídos si intentabas llegar al fondo buceando, creo que nadie lo consiguió. Yo siempre vi la piscina de color verde y llena de algas y ranas, me gustaba así.
Nacho Calderón se ponía sus camisetas de “Industriales 1994”, bueno, eso sigue igual.
Estrenábamos ropa nueva el día de San Panta y siempre le tocaba a alguien pasear la insignia del Santo con un escapulario ancestral colgado del cuello y hacer un convite para todo el pueblo. Para ir a las procesiones pasábamos por la calle Carneceria, que ahora se llama Carniceria, por la calle del Telegrajo, que ahora se llama del Telégrafo y por la calle de la Yglesia, creo que ésta última conserva su nombre original, no sé porque decidieron corregir las calles, supongo que para modernizarnos.

Recuerdo que durante esos años se estilaba en el pueblo el uso de la palabra cipote para insultar a alguien y que en “Los Arcos” vendían las cajas de botellines a 1800 pesetas y ponían de aperitivo huevos cocidos.
Había otro bar al final del pueblo, yendo hacia el pantano, le llamaban “El Panta”, creo que su dueño se llamaba Pantaleón, dicen que la especialidad era el pollo al “gatillo” pero yo nunca llegué a probarlo.
Otro recuerdo me lleva al 1 de agosto e 1995. Fue la primera vez que fumé y, claro me encendí un cigarro al revés, todos se rieron pero yo sabia que eran tan novatos como yo y tarde o temprano también lo harían, ¿quién no ha encendido un cigarro al revés alguna vez?
Ahora ya no fumo pero si que sigo haciendo muchas cosas al revés y, sobretodo, sigo riéndome, quizá mas que antes.


Espero que sigamos añadiendo factores y, aunque estén descolocados, sigan engordando el producto y que ese producto siga siendo un recuerdo y que ese recuerdo siga siendo maravilloso.

Yo voy a Mestanza.
¿Os venís?

¡¡Maravilloso relato, Alberto!!
Y para engordar el producto, aquí te dejo un par de factores de mi cosecha, derivados de mi más avanzada edad:
1: Yo me bañé en la piscina de "La Quintería", llegué buceando al fondo y es cierto: te pitaban los oídos.
2: La especialidad de Panta no era el pollo, sino el conejo, y de ahí el apellido "al gatillo", aunque personalmente no creo que nos diera nunca gato por conejo.
Felicidades por conservar tan buenos recuerdos de nuestro pueblo.
Volveré, igual que tú, y como siempre, mientras el cuerpo aguante, a Mestanza
Saludos.
Marce Gutiérrez.

Puedo decir que me has dejado impresionado por como has definido nuestra niñez. Ha llegado un momento en que por delante de mis ojos estaban pasando todos esos hechos que nos pasaron hace ya unos cuantos años. Me he alegrado de volver, aunque haya sido por un momento, a nuestros años de infancia y corredurías.

Aunque no te conozco personalmente, porque soy bastante mas mator que, basandome en las explicaciones que das de tus amigos. No tengo por menos que darte las gracias y mandarte un afectuoso saludo, por la opinion que tienes de mi pueblo y de su gente. Yo si naci en Mestanza, lo que llevo con mucha sastifacion.

Lo dicho, un fuerte abrazo.

Me parece muy bonito tu relato...creo quen no hay ningun comentario de los fines de semana de invierno superdivertidos en los que pudes ir de punta a punta del pueblo sin cruzarte con nadie.Bueno si, con la Teodora camino a la iglesia a dar señal. Un mestanceño, es mestanceño en invierno y en verano,las cajas de botellines cuestan lo mismo, eso si, Gila deja de ponerte pincho(por eso de la confianza), también hay niebla en el ojailen con lo que esta bastante jodido lo de las pizzas. Pese a todo esto yo sigo siendo feliz tomandome los cubatas con mis amigos de toda la vida sin esperar para mear en los arcos.

Por cierto me encanta veros el puente de noviembre cuando los veraneantes vuelven para mancharnos las puertas

Acabo de dejar el pueblo y bueno al ver este relato me deja impresionao lo bien que has relatao tus veranos en Mestanza.Me quito el sombrero.Da gusto meterse en el foro y leer estas cosas que escribes y no las gilipol..... que escribimos en ocasiones los demas, com el Mstanza.En Invierno nos jorobamos y a aguantarnos los 4 que vamos o estais por alli,nos dedicamos a la critica del vecino,a los chinchorreos y demas.
Pero este hombre,Alberto, que no lo conozco por cierto asi como se llama,ha echo muy bien en relatar lo anterior que como el, son muchos mas los que pueden comentar las cosas buenas que tiene el pueblo en verano.Aprovechando este momento empezare posiblemente mañana mismo a escribir mis gilipo..ces siente bien o siente mal.Un besito a todos.

De acuerdo contigo Santi, estas son las cosas que da gusto leer, como ocurre en el foro de Diógenes, que sigo tan a diario como el del pueblo. Respecto a lo demás, ya te he aconsejado muchas veces que pases de estos personajes. Todavía no ha nacido quien pueda darme o quitarme a mí (ni a ti) el carnet de mestanceño.

Al mutxatxo o mutxatxa ke dice eso del invierno, solo hacer un comentario. Eres muy tonto y muy cipote

bueno...,entre recuerdos y recuerdos tambien hay que poner una vision realista de lo que hay en ciertos momentos (soy consciente que si no fuera por la gente que vuelve al pueblo esto estaria mucho más muerto de lo que está).Por cierto a mi no me gusta quitarle a nadie el "carnet de mestanceño". De hecho me gustaria que viviera mas gente de la que hay actualmente en el pueblo. Por cierto, ya que el alcalde hace intervenciones esporadicas en este foro podria comentar que es lo que está haciendo o tienes ideas de hacer, para evitar la gente se tenga que ir de su pueblo....o atraer a gente nueva, el pueblo lo agradeceria