Castellar de Santiago - Ciudad Real

Soy como las repetidoras del Cristo, cada año lo mismo. El uso de cartuchería de plomo representa un peligro muy serio para la población. No puedo entender que no salga de los propios tiradores (en su inmensa mayoría cazadores: serios y responsables) eliminar el plomo de los cartuchos. Tampoco puedo entender que las máximas autoridades municipales se limiten a poner unos carteles recordando la prohibición y se queden ahí, siendo –como lo son- las responsables de la seguridad ciudadana.

En materia de actividades peligrosas la única regla aplicable es la de eliminar riesgos. El factor esencial de riesgo es la utilización de plomo en los cartuchos. Si a este factor le sumamos otros, que por desgracia se están dando, acabaremos en el hospital o en el tanatorio lamentando la tragedia de algún vecino.

En estos últimos años estoy viendo como aumentan las malas prácticas en el uso de las armas. Me siento obligado a llamar la atención a algunos comportamientos, ya que nadie lo hace.

1. El uso de armas por personas que ni tienen edad, ni experiencia, ni permiso, ni seguro, ni idea de lo que tienen entre manos. Este año no lo ha tenido a bien, pero el año pasado se fotografiaba disparando -y la publicaba- una carga pública…¡cómo no va a cundir el mal ejemplo!

2. El uso de armas de forma inadecuada, que ya lo es dentro de una población y con cartuchos de plomos. Me refiero a los que disparan sin apoyarse la escopeta en el hombro y sin hacer coincidir el punto de mira con los ojos a un punto determinado. Este año decía el tirador “A tazón”. A tenazón, le corregía su nieto. Con el arma en vilo y con los corazones de los presentes también en vilo. Este es un disparo con muchas posibilidades de que no alcance el lugar que se pretende y se desvíe hacia donde no se desea.

3. Y otro riesgo innecesario es el de dejar a los niños pasear y correr en bicicleta entre las escopetas. La culpa no la tienen ellos, la tenemos los padres por no vigilarlos.

Hay otros muchos.

La bonita y original tradición de saludar a nuestro Cristo con disparos pasa por eliminar el plomo. El efecto es el mismo (detonación, gases y olor a pólvora) pero con seguridad. Este es el pero: la seguridad, hacer las cosas bien, cumplir con la legalidad, no poner en riesgo a nadie. Este pero no casa muy bien con nuestro espíritu furtivo, contrario a la ley, arriesgado y peligroso. No digo más.

Se busca a quien haya visto a alguien disparando salvas.

Premio: Una salva de jamones.