Alcoba - Ciudad Real

Declaraciones de la interiorista contratada por Bono cuyas facturas costeó Santamaría

"Bono no ha devuelto ningún mueble pagado por Reyal Urbis en Olías y Salobre"

20:54 | 05 de mayo, 2010 Eugenia Viñes

Desmiente la versión del "entorno" del presidente del Congreso, según la cual "devolvieron" los muebles de la vivienda de Salobre. Esta explicación obvia que en Olías se reformaron dos habitaciones y no una.

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Mª Carmen Pérez, propietaria de Cecilia Gómez S.L.

El entorno de José Bono reconoce que Rafael Santamaría le hizo varios obsequios al actual presidente del Congreso por la amistad que les une, conforme a lo publicado en el día de ayer por varios medios de comunicación. A través de esas fuentes, José Bono admite que el constructor y promotor le pagó la decoración de sus casas de Olías del Rey (Toledo) y de Salobre (Albacete), pero asegura que los muebles de la última nunca se utilizaron, porque a la mujer de Bono no le gustaron, de manera que los devolvieron.

Mª Carmen Pérez, propietaria de la empresa Cecilia Gómez, desmiente estas declaraciones. “Nunca me devolvieron nada de la decoración de ninguna de las dos casas”, y añade: “¿Cómo iban a hacerlo si ellos mismos escogieron todos los detalles?”. De la vivienda de Olías del Rey se ocupó la mujer de José Bono, Ana Rodríguez Mosquera. “La esposa de Bono –explica Mª Carmen Pérez– se hizo cargo de redecorar dos habitaciones de Olías del Rey, la de su hija Amelia y la de Sofía”.
A este respecto, la versión ofrecida por Bono, primero, y ayer por su entorno, obvia las reformas de la estancia de la hija mayor e insiste en que sólo se decoró un dormitorio, el perteneciente a la más pequeña. El motivo: un regalo, porque la esposa de Rafael Santamaría es la madrina de la niña. El regalo ascendió a 737.500 pesetas (4.432,46 euros). Junto con el dormitorio olvidado de Amelia y también pagado por Reyal Urbis, este primer obsequio fue de 1.276.000 pesetas (7.669 euros).

La interiorista continúa relatando que la decoración de la casa de Bono en Salobre era “una sorpresa” que pretendía dar a su familia el entonces presidente de Castilla-La Mancha. “Me reuní con él en el hotel Beatriz de Toledo para que escogiera todos los materiales”. E insiste: “Nunca nos devolvieron nada; ni ellos directamente ni, por supuesto, Rafael Santamaría o sus intermediarios”. Este otro regalo del propietario de Reyal Urbis costó 2.204.000 pesetas (13.246 euros).
Para lo que todavía no ha existido explicación alguna es para el hecho de que Rafael Santamaría, como parte de esa dádiva, pusiera a disposición del matrimonio Bono-Rodríguez a su entonces mano derecha, Celia Hurtado, para que se ocupara de los pormenores de la redecoración; ni tampoco el que Santamaría habilitase para Mª Carmen Pérez un coche perteneciente a su grupo empresarial y un chófer, para que se pudiera desplazar desde su tienda en Madrid hasta la casa de Salobre.

Los obsequios que José Bono sí aceptó de acuerdo con el testimonio de la propietaria de Cecilia Gómez, SL, fueron hechos entre febrero y abril de 2001. Se adquirieron cojines, cabeceros, lámparas de techo y de mesa, alfombras, mesillas, colchas, butacas, albornoces, grecas, cuadros, grecas, sofas, mesas de centro, retapizados... Todo en ambas casas, por 20.915 euros.
La empresa de diseño era colaboradora habitual de Reyal Urbis, para la que decoraba los pisos piloto; y por ese concepto tuvo que facturar una vez concluidos cada uno de los trabajos. El cargo lo hizo a la empresa Ayala 3, cuyo accionista único es Reyal Urbis.

Por las dos habitaciones de la primera de las casas, la empresa de Santamaría pagó mediante un ingreso bancario; por la reforma de la segunda, la ubicada en Salobre, le firmó un cheque el mismo Rafael Santamaría.
Dos años después, en 2003, el constructor conseguía poner en pie los primeros edificios de su proyecto más ambicioso, la Ciudad Valdeluz en Yebes, Guadalajara, con una inversión de 1.100 millones de euros.
Convertida hoy en una ciudad fantasma, preveía la creación de 9.500 viviendas que alojarían a 30.000 personas, en un pueblo que bordea los 400 habitantes. Para hacer atractivo el emplazamiento, Santamaría contó con la ayuda de la llegada del AVE, que hoy tiene parada a unos minutos de la nueva ciudad.

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