Arañuel - Castellon

Creemos que nuestros actos no tienen trascendencia social, como si quedaran para siempre en la esfera privada, pero no es así. Los países son ricos o pobres, entre otras cosas, como consecuencia de las actuaciones concretas que realizan los ciudadanos en su vida cotidiana.

El miembro de un tribunal de oposiciones que enchufa al sobrino de un amigo cree que está haciendo un favor y nada más, pero en realidad está contribuyendo a empobrecer el país. Esta afirmación suena exagerada, idealista e inocentona, pero no es ninguna tontería.

Cuando en un grupo humano la gente cumple con su trabajo, se selecciona a los mejores para los puestos más adecuados (sean del nivel que sean), nadie utiliza influencias para “adelantarse” en las listas de espera de la seguridad social, la policía no acepta sobornos a la hora de poner multas,... el grupo acaba siendo más rico. Así de simple.

Por supuesto, no existe ningún país perfecto (ni ninguna empresa, ni ninguna familia), y si existiera sería muy aburrido, pero lo cierto es que cuanto más nos acerquemos al ideal, cuanto más elevada sea la moral social, mayor será la riqueza económica y la satisfacción personal de las gentes.

Los países pobres producen corrupción, porque la gente tiene que hacerse pícara para sobrevivir y prosperar (al menos) más que el vecino. A su vez, la corrupción produce pobreza, porque coloca a las personas equivocadas en los puestos equivocados, se basa en el beneficio rápido, inmediato, y olvida la planificación y la eficiencia. Así, los países, las empresas y las familias, se ven envueltos en círculos viciosos que les enfangan y les impiden estar a la altura de otros. Cuando todos se pisotean entre sí, lo más probable es que casi nadie llegue muy lejos.

¿Qué hacer? Proporcionar a nuestros hijos una buena educación, que no consiste tanto en que sepan muchas cosas (ya tendrán tiempo de aprender y especializarse, si quieren y valen para ello) cuanto en que comprendan qué está bien y qué está mal, entiendan el valor de cumplir con diligencia las tareas que les toquen, aprecien conceptos como la justicia, la igualdad y la tolerancia... Todo eso suma puntos en el PIB, aunque usted no se lo crea.

Las lluvias o las sequías, el adelanto tecnológico, la situación geográfica, las comunicaciones, los recursos mineros o la orografía del terreno, nos vienen dados, y dicen mucho de lo rico o pobre que pueda ser un país. Pero la talla de sus gentes, su capacidad y su grandeza son lo que realmente marca la diferencia: eso es lo que hace que una generación en concreto progrese o se estanque. Ejemplos hay a raudales en el mapa y en la historia. Búsquelos.

La ética sale rentable para las sociedades, aunque, claro está, choca contra los intereses inmediatos de los individuos, que pueden obtener ventajas particulares a corto plazo aprovechándose de los demás.

La elección es nuestra. De cada uno de nosotros.

Otro copia y pega.

El autor: "El Guadiana"

https://orolapolitica.es/board/corrupcion-y-riqueza-t2825.html

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