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Limpias - Cantabria

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España > Cantabria > Limpias
13-03-13 16:03 #11144668
Por:No Registrado
Anasimandro también usaba de zahúrdas.
Pues dado que en el libelo editado en rojas letras y verde escocido (*) por la mancomunidad de vicios inútiles, en uso de sus autoconferidas atribuciones y competencias, nada se manifiestas respecto de si las piedras del puente de Arroyo de Borrico se hallan en el Asón o en el fondo de alguna zahúrda, cesaré yo, no sin pesadumbre, en intentar su hallazgo y el señalamiento de los truhanes que las sustrajeron. Y porque mi poco alimento puede ir en ello, no dejaré sueltas alusiones que pudieran atribuirse hechas a quien tan generosamente me le presta desde la faltriquera de todos. No mencionaré nunca más, en hazaña alguna, a Dioscórides, ni al resto de los cánidos de su compaña.
Tampoco perderé tiempo ni luces (de las cuales no ando sobrado, como evidencian los que pierden el tiempo leyendo a duras penas estas letrillas) en descubrir tan imperdonable omisión en el librillo, ni en si se trata de un involuntario o deliberado lapsus de los mancomunados, pues el debido respeto me merecen los socios de la cofradía del Asón citada, en cuya instalación con sin par denuedo y fatigosos trabajos participan los emprendedores, siempre de forma altruista y generosa. A cambio de gestionar con tantos esfuerzos los dineros de los demás, solo se atribuyen un corta soldada con la que no comprarán imperios, pero seguro ganarán el infierno, y la voluntad de dirimentes, aguacilucos y cancerberos de la trena para que esta siga para ellos cerrada. ¡Cómo admiro y ensalzo tal falta de escrúpulos en el esfuerzo de socializar lo de todos y privatizar lo socializado!
En fin, no era esa la fiebre de esta noche, sino el mero contenido de la literatura, profana de rectos intelectos, con que se ha fertilizado el libelo de la cofradía del Asón (a la que no me referiré más, lo juro), usando de pluma descarriada y sin muñeca docta. Pero dado que su lectura me ha provocado cierto dolor en los quijares y en la zona ventral, pues, ora tomé graciosas las estupideces, ora consideré a estas como vacilantes bromas, sin saber muy bien a qué estarme, dejaré para otra jornada el asunto que en el libro se trata, que resumo en esto: Anasimandro poseía también una zahúrda, al pie del pico Candiano, donde Laro fue derrotado por los romanos, en vil celada urdida en apestosa alianza con los traidores de la otra parte de la muga. Eso nos llevará unas cuantas noches de desvelo, habida cuenta de los numerosos descendientes que el citado caudillo dejó en la ladera del monte.
Se aclara, por ser de justicia, que la edición del libro se ha realizado con la colaboración de la Consejería de Bienestar Sideral de la Comunidad Autótrofa (e infinita, a pesar de ello), y de la concejalía de asuntos festivos y públicos de nuestra villa.
(*) Verde escocido: matiz cromático definido en el diccionario cántabro de Menéndez Pedal sobre los puros colores, y que según dicha autoridad debe ubicarse entre el verde euskaldun, el verde cántabro y el Valdepeñas.
Agur
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13-03-13 17:57 #11144912 -> 11144668
Por:No Registrado
RE: Anasimandro también usaba de zahúrdas.
Deja el colacao, en serio
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16-03-13 18:12 #11151130 -> 11144668
Por:No Registrado
RE: Anasimandro también usaba de zahúrdas.
Antes de proceder con la delicada cuestión de su trifulca con los romanos al pie del Candiano, se transcribe la arenga con que, desde una ventana de la Fonda de La Rufina, allá en la plaza de la Mar, Laruco animó a los suyos antes de la pelea, la cual les dejó más tibios que otra cosa (la arenga había sido ya intertextualizada en otros tablones sin permiso alguno por un parásito que conozce bien el escribano). Dice así:

"¿Sabemos donde están Las Machorras? Como en un nuevo Eduleo se les ha arrinconado a algunos de aquéllos en tal paraje, con decidida intención de dar sepultura pronta a su historia y cultura, infligiendo a éstas muerte si finadas ya casi no estuvieran.

Por los empinados caminos guardados por centenarias paredes de piedra, profanando incluso la nieve caída en la última noche, la comitiva funeraria no porta ataúdes sino tendidos eléctricos y cables de teléfono, calefactores diesel, tejas árabes y subvenciones castellanoleonesas. Desde la otra parte de la Sía llegan las condolencias presentadas en Valladolid, en las que se desea que se dé buena y definitiva sepultura al muerto.

La próxima semana Eladio, hombre fornido, alto, algo encorvado, regalado con cabello rubio y tez sonrojada, de no más de 26 abriles, habrá cedido a los encantos de una Jeretana de 21 años, de tan mal arreglada cabeza como inmejorable percha, y celebrará boda con ella en Espinosa.

La madre del mozo, natural de Las Machorras, falleció en la cabaña que la familia tiene en La Peña, en el invierno crudo de hace cuatro años, cuando la nevada hizo imposible el aviso a cualquier galeno. Su padre, de 65, años había acusado desde entonces su carácter reservado propio de los dedican poco tiempo a platicar con los demás, habiendo encontrado últimamente afición a perderse por la montaña, asunto que tenía desquiciado al hijo, que no veía tales despistes como inexorables fielatos de la edad paterna, sino como una carga que esta generación ya no está dispuesta a soportar.

Ha malvendido las vacas que la dedicación de sus padres y abuelos le hicieron posible poseer, y también la cabaña del Arroyo, cerca del Puente Nuevo. Pésimamente tratada ha sido también la venta de tres prados grandes en la sierra, con varios sauces, rodeados de paredes de piedras y surcados por varios arroyos "de-todo-el-año". Con lo poco obtenido ha ingresado a su padre en la Residencia de Espinosa, lejos de su cabaña y sus prados, del aire frío y el viento apuñalador, del cielo gris y las noches de luna llena plenas de aullidos de sus perros. Ni un reproche manifestó el padre cuando Eladio le llevó a la Residencia para no salir más de ella.

En una silla de ruedas y atado quedó sentado mirando el frío rodapiés de gres en una esquina, con la mirada perdida, como si traspasando su mirada la pared siguiera contemplando sus predios y en ellos sus vacas. Su hijo allí lo dejó sin atreverse a mirarle a la cara, y salió a la calle decidido, ignorando la cantidad de veces que, más adelante, querría inútilmente cambiar lo que había hecho con su padre, sintiendo unos insoportables y recurrentes remordimientos de conciencia, que ni siquiera sus esporádicos y fugaces retornos a la montaña, a su cabaña de la Peña , a la cueva cercana al arroyo (¡ah! la cueva) conseguirían aliviar.

Vivirá Eladio y su Jeretana en Cueva, donde le han prometido trabajo en una Serrería, al lado de su suegra. Le espera un breve tiempo de aturdimiento, pero cuando la novedad se haga rutina, volverá las vista atrás, y la nostalgia le atrapará en los recuerdos de las montañas de Las Machorras. Quizás la sierra mecánica le juegue una mala pasada mientras recrea los tiempos en que con su madre recogía las vacas para ordeñarlas, o, cuando niño, estorbada a su padre mientras trataba este de reparar una pared o hacer hojadas de un sauce.

Y comprobará que la Jeretana le es extraña, como le serán sus hijos, que serán porrinos pero renegarán de ser pasiegos hasta que amueblen su cabeza una vez que comprueben que su padre les es extraño pues es de un lugar y un tiempo que ya no existirá.

Por los empinados caminos guardados por centenarias paredes de piedra, profanando incluso la nieve caída en la última noche, la comitiva funeraria no porta ataúdes sino tendidos eléctricos y cables de teléfono, calefactores diesel, tejas árabes y subvenciones castellanoleonesas. Y el resultado es el silencio. En la noches de luna llena ni aullan los perros ni ningún pasiego queda que pudiera oirlos. En las montañas de Las Machorras. Por cierto ¿Sabemos donde están Las Machorras?."
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16-03-13 22:17 #11151546 -> 11151130
Por:No Registrado
La zahúrda de la Fuente del Amor
Pero, ¿No fue Laruco el que feneció contra el inculto romano invasor en el Monte Eduleo? ¿Cómo es que ahora esta profiriendo una arenga el difunto a sus mesnadas, desde la pensión de Dª Rufina (¡Ah!, cómo se comía en ella!), en la plaza La Mar, después de muerto? ¿Acaso sugieres, sin afirmarlo, que fue éste (como yo sostengo infructuosamente desde hace tiempo con documentos bibliográficos, utensilios bélicos y material gráfico de la época), un antecedente en el que se basaron los innobles castellanos para urdir esa leyenda del Cid (que, ya que de él hablamos, no era de Vivar, sino de Valderredible), que no puede ser interpretado sino como un sucedáneo de Rarillo, o un extravagancia al lado del héroe Cocorota?
¡Cómo atina el historiador Tasiu Nates Pindiu cuando desvela que todas las hazañas de los castellanos ya habían sido superadas por los antepasados en nuestra tierra, guiados por nuestros héroes, cuya existencia no puede discutirse en mayor medida que la propia del Cid!
Y ¡Qué decir de las conclusiones a que han llegado, tras largas sesiones en un seminario en la fonduca vecina del monasterio de Liébena, los emisarios de la razón infinita, prototipos de recto intelecto, clarividenciados sin par, y a la sazón pagados por las finanzas comunitarias y municipales para que desbrozaran de entre la caterva de mentiras oficiales los hechos históricos de los germinadores de nuestra estipe!
¿Cómo rebatir sus conclusiones, cuya comprensión no escapan incluso al seso de un niño, cuando sentencian que Laruco y Cocorotuco facieron más para estar en singular pedestal en la historia que el Cid? Si éste ganara batallas contra nuestros hermanos los moros después de muerto, aquellos facieron un estirpe después de finados, aunque los más de la misma hablaran el limitado lenguaje de los que les quitaron el alma.
Comiencen ya, sin demora, nuestros bardos, a ensalzar las gestas de nuestros heroicos ancestros, y dejen a los harapientos juglares como vulgares cantamañanas. Cítense a tal efecto, sin la encuentran, en la Fuente del Amor (“¿Do es ella?”, dijo Laruco, cuando a ella se dirigió para mitigar su sed, terminada la arenga, y por mejor coger carrera para escapar de la refriega).
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18-03-13 16:21 #11154414 -> 11151546
Por:No Registrado
La Décima en Candianu
-Despertar al Mogur, que los bastardos romanos se determinan ya a atacar. El cuerno siniestro de la décima está levantando el campamento, y el diestro vela sus armas.

El centinela de los harapientos cántabros llegaba jadeante, después de superar fatigosamente el pindio que separaba su puesto de vigía de la gruta donde se hallaba el Mogur y sus más cercanos guerreros. No hubo necesidad de avisar el fiero Laruco, pues no había podido dormir en toda la noche, por culpa de la mala fermentación de la cerveza que habían ingerido al anochecer, y que los traidores escaldones habían descuidado en la fuente de Marrón.

-Maldita sea el que trajo la pútrida cerveza y nos la ofreció por buena. Supongo que no seré yo el único de nosotros que ha tenido que correr varias veces entre las hierbas esta noche.

Después, mientras de colocaba la piel en la cabeza, que ocultaba su avanzada alopecia, dejando ver sólo unas greñas que simulaban pertenecer a un vigoroso cabello, preguntó sin rodeos al centinela:

-Pepe ¿Qué diantres dices que hace el hostil romano invasor? ¿Se deciden ya atacar o no? ¡Mira que hoy es muy mal día, pues nada me ha quedado en las tripas, además de no haber pegado ojo!

-Mogur, han apagado los fuegos del cuerno izquierdo, y desde el diestro llegan, aunque ininteligibles, arengas proferidas con graves voces, que soy de muy del agrado de los legionarios, pues en vocablos ilergetas, sobano, pasiego, vasco y cretense alaban efusivamente las soflamas de los centuriones. Parece que todos los bastardos hispanos del imperio están dispuestos a ganarse la soldada.

-Pues para ser la Décima, mucho se están pensando en atacar. Han esperado durante semanas al procónsul, pero éste ya llegó hace tres noches con su cohorte de fieros dálmatas. Por alguna razón aun estamos vivos.

Luego, dirigiéndose al más alto de sus próximos, que se puso pálido al sentirse el objeto de la pregunta, preguntó el caudillo con voz pausada, entre algún que otro bostezo:

-Maahnínn, ¿cómo andamos de víveres? ¿podremos comer todos algo caliente antes de que los romanus arresquilen pindiu arriba y nos den p´al pelo?

No era maahnínn del gusto de que le preguntaran por la perfección de sus obligaciones, aunque quien inquiriera fuera el mismo diablo. No obstante, como cántabro que era, puso la mejor de sus faces cuando respondió al Jefe:

-No ha sido fácil convencer a los austrigones de Agüera para que nos fiaran las viandas y el aceite del que hemos menester, y más dificultoso ha sido poder subirlo hasta aquí, lo más alto de Candiano, evitando el asedio de la legión. En el éxito de tal operación, ha contribuido el disimulado túnel que mandé construir en el alto Sans Rock, que no ha permitido su tránsito con disimulo, y las tierras que vertimos en el valle próximo nos han permitido acarrear los avituallamientos sin que hayamos sido privados de ellos.

-Buen negocio, Maahínn. Ahora todos habremos de aceptar que podremos morir con dignidad el estómago lleno gracias al túnel que tan criticado fue y es por los bárbaros ignorantes. Incluso entre nosotros hay quien dudaba de sus beneficios (que lo fueron tuyos y míos). Supongo que después atravesaste en góndola el rio madre.

...
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19-03-13 02:20 #11155606 -> 11154414
Por:No Registrado
RE: La Décima en Candianu
-Maahnínn, si no fueras nuestro mejor regidor de cocina, pensaríamos que eres un falsete que nos sisa cada vez que en algún negocio nos embarca. Si no fuera porque este será, con toda seguridad, nuestro último jueves, te recordaría a latigazos, como hacen esos bárbaros romanos, que mercadeas con dinero de todos, y que hasta los lagartos dicen que con mucho de ello te quedas entre los dedos. Fannu ha revelado que la última vez que te acompañó a la cueva de los picapedreros de Covalanas, compraste doscientas lascas y 50 puntas de fecha, y que por todo el negocio dejaste al jefe de los canteros 500 pulpos y 10 alforjas de almejas. Sin embargo, de la fresquera faltaron ese día 700 pulpos y más almeijas de que cabrían en el doble de alforjas. Siempre alegas que vas muy mal acompañado, y que de tu buena intención y poco intelecto se aprovechan los raposis de dentro y fuera de nuestra cerca. Pero ello no te disculpa ¿Ves la falta que hoy nos hacen las lascas y puntas de fecha que, al parecer, pagaste y no trajiste? Seguro que en la misma góndola en la que cruzaste el río dejaste alguna migaja de lo adquirido, cono lo que pensarás poner remedio si el negocio de hoy con los romanos termina como promete.

- Mogur, no te fíes de Fannu, pues bien sabes que nunca de mí dice cosa buena, desde que descubrió que el mayor de sus hijos tiene mis incisivos vampirescos de los que él carece, quizás porque me excediera un tarde en su consuelo a la orilla del gran río. Pero he de decir que no fue culpa mía, pues yo fui el requerido por quien no era debidamente atendida por...

- Mogur - dijo Fannu- Si no callas a este imbecile bastiardo no hará falta que le maten los romanos. Mi mujer fue ultrajada vilmente por este truhanuco, valiéndose del desvanecimiento que tras un patinazo en la orilla del río había sufrido. Sabes que lo hubiera matado de no ser por tu intercesión, Mogur.
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19-03-13 02:21 #11155607 -> 11155606
Por:No Registrado
Borrado por Foro-ciudad.com
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19-03-13 21:54 #11157457 -> 11155607
Por:No Registrado
RE: La Décima en Candianu
Maahnínn dixit: Too Old Too To Rock ´n´ roll, Too Young To Die! "Et cum elephantes Appeninos transeo"
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26-03-13 06:32 #11170547 -> 11157457
Por:No Registrado
RE: La Décima en Candianu
Succes
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28-03-13 18:55 #11175658 -> 11157457
Por:No Registrado
Lauro, lavántate
Otra vez acabaste en Venecia, y como sigas en tales términos, vas a concluir como el Condottiero del abrigo negro. Esto va como aviso a navegantes de prosa limitada e inapropiado verbo.
Y respecto de las consecutivas mentiras que sin rubor urdes para alcanzar el Adriático, un par de aclaraciones: una, que Lauro (Laruco, como tú con grave error escribes), no fue guerrero cántabro, sino un mero escanciador de odres de vino y apurador de mujeres viejas, que jamás levantó con su mano espada alguna, ni con lanza atravesó a romano invasor alguno, y que, simplemente mereció ser citado como fiero guerrero por algún escribano del imperio por mor de los favores prestados a su madre, y que hacían dudar de la honorabilidad de su origen. Y otra, que no fue la cabeza de referido la que vio rodar por Candeanu abajo el centurión, sino la de un cabestro que, al gozar de buena cornamenta, fue confundida con la del Mogur de Tartesos.
En realidad, el así aderezado preclaro no murió ese día, sino años más tardes, después de reconvertirse en recaudador de impuestos del imperio romano y ejercer de forma implacable su nuevo oficio entre los que fueran sus súbditos que después se reconocieron de Roma. Y vio finar sus días en la fuente de Marrón, caserío que se halla al pie de donde se le diera por muerto, a manos del hijo de uno que fue su lugarteniente (Fannu), quien no estaba dispuesto a que le fueran confiscadas cuatro vaques, de las 5 que tenía, para engordar los legionarios de la Décima (en la cual ya a esas alturas holgazaneaban más tartesos –ahora llamados cántabros- que mercenarios de otras sometidas naciones).
Cuentan los legajos escritos notarialmente en aquellos tiempos por el historiador Zatón, que se encuentran celosamente custodiados en los Reales Juzgados de nuestra localidad por su ubicuo titular y sus versátiles parientes, que a tal fuente acudía el questor a saciar su sed todas las tardes después de ejercer su desagradable labor, en la creencia de que el agua de la fontina, como así se estimaba entre los mortales que vivían aquella tierras, le ayudaba al que la bebía al tránsito de al menos cien años. Más fatal resultó tal creencia para el Mogur, que en manos del hijo de Fannu acabó sus días mezclando gloriosamente su cántabra sangre con la no menos cántabra agua. Intentando en vano esclarecer lo que se le antojaba un claro símil, mientras leía el rótulo que encima del surtidor de agua rezaba en latín corrupto “Prohibido mear”, pasó ocupada su testa el breve tiempo hasta que expiró.
Sus descendientes, que sin duda fueron muchos y nobles, o al menos fijosdalgos todos ellos, recelaron de las bondades de las aguas de Marrón, y a partir de entonces, cuidaron su salud con las aguas termales que surgían del vallejucu de los Linares. Sin duda un sabio y oportuno cambio de timón, que les permitió vivir a un buen número de ellos un prudente número de años en algunos casos, menos de los debidos en otros, y sobrepasar los cien abriles en el caso de doce o trece féminas (curiosamente, ninguna de las cuales había conocido varón por sentirse muy machorras). No se sabe si puede imputarse al agua el hecho de que, vivieran los años que vivieran, todos ellos observaron en su periplo vital las máximas de sus predecesor, entre las que significaba la de “Si elegir entre madre y hermanos tocara, quédate con las tuas famas et las tuas viandas”. El estricto ejercicio de tal premisa les ha merecido justísima fama entre los ilergetas, austrigones, vacceos, euscaldones y demás etnias de gente bárbara.
También en uno de los legajos citados se reflejan unos versos cantados por Lauro en los momentos previos a su muerte, recogidos de la mejor manera posible de lo testimoniado por un aguador que en esos lugar y hora se encontraba, quien hubo de agudizar el oído para hacerse partícipe del hilillo de voz del moribundo guerrero cántabro (según el historiador Zatón, que así denominaba empecinadamente a los tartesos). Del contenido de tales versos nos ocuparemos otro día.
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29-03-13 22:17 #11177459 -> 11155607
Por:No Registrado
Teach your children
Julio César cuenta a su último hijo la siguiente historia cántabra, sentado en la piedruca de la puerta de su mesón (es de noche prieta):


" Poco nuevo puedo decir a quienes me conocen, y nada interesante para los que de mi nada oyeron siendo el mogur de los conejos o cola del ratón romano. Mi nombre es Laro, Laruco para los de mi patria, Tartesos (o Cantabria, según los descuidados historiadores romanos), y Lauro para los que me conocieron ya siendo digno questor romano. Nací Mogur, jefe de Tartesos, hijo de Mogur y de Anjana tan ligera de herramientas como de cascos. Me murmuraron de pequeño que alguna herencia me dejó el hecho de que mi padre y madre hubieran el mismo bisabuelo, y créanlo sin reparo, pues es hoy el día en que, en ocasiones, echo en falta alguno abril de los que veo andan sobrados el común de los mortales. Ello, empero, no me impidió suceder a mi progenitor como jefe de los cántabros, siendo así determinante en la disolución de todos ellos en la provincia de Hispania.

En verdad, hice lo que supe, y no sé si les pareció bien o mal a mis súbditos, pero debió rondar lo digno habida cuenta de lo que se empeñan en recordarme en sus catecismos algunos de los repobladores de lo que fueron nuestras tierras. Se afirman dignos sucesores nuestros, argumentándose de nuestra estirpe por la cornamenta con que adornan sus testas, y yerran en tal extremo, pues la nuestra era apéndice natural mientras que las suyas no son sino legados de relajadas costumbres, traídas de otras naciones, y que eran tan ajenas a nosotros que las hubiéramos afeitado en un santiamén de haberlas sufrido. Con tales hábitos practicados por las gentes hasta aquí desterradas por el invasor - unas provenientes de Judea, otros de la morabia, e incluso de la patria carabea-, y con lo nefasto que resultaron los venéreos regalos de los legionarios y las tosferinas de los patricios (que supusieron la práctica desaparición de nuestros apellidos), quede afirmarse sin error que, aunque mis súbditos no perecieran todos en el Edúleo (como bellacamente quiso sentenciar Çatón), mi pueblo no llegó más allá de tres generaciones después de que el hijo de Fannu me diera el pasaporte. Según unos grafos hallados en la cueva que se halla para subir a Seña, solo el legítimo hijo de la partera - que no era de nuestra tribu, sino presa de una razzia hecha por mi abuelo allende del Rio Padre (Eb rium: Eb, padre en el gracejo tartésico; rium, río por reflote del término del mismo idioma en el léxico latino, prefiriendo al clásico flumen-inis), hubiera sobrevivido a la hecatombe de nuestra raza.

Los descendientes de la misma algo querrían agradecerme cuando eligieron para su estirpe el apellido Mogur, cuya inscripción por parte de los sucesivos secretarios de la Villae ha vacilado entre los términos Moguru, Mogurtu, Gurtua, M´gourt´hua, y siempre se han significado como dignos reproductores de nuestras estériles hazañas contra el romano invasor, y valedores hasta lo debido de los infelices de nuestro pueblo.

Hállome ahora en el cielo, unos metros por encima de la cumbre de Candeano, sin compañía celestial de cántabro alguno. Tal estadio alcancé, más que por mis méritos (que con seguridad me habrían procurado otro sudoroso destino), por las numerosas dádivas que, distraídas de mi labor recaudatoria, hice llegar a Roma, para que me garantizarán una parcelita no mayor que un escudo piel de bisonte. Tampoco puedo decir que, entre los mortales que desde aquí veo por lo que fue mi tierra, haya más cántabros que a mi lado. Por mucho que me esfuerzo en mirar a diestro y siniestro, a Limpias o a Laredo, Valderredible o Trucíos, reconozco a paisano alguno. Pero no puedo decir que no me divierta el hecho de que muchos disfracen ocasionalmente su cuerpo con ridículas pieles y pinturas como veintiañeros eskaldones, y con vocación eterna su adornada cabeza con oníricos delirios de parentesco con el pueblo que Zatón denominó erróneamente cántabro. Tales chanzas y errores, lejos de confundirme ferozmente, pacifican mi espíritu, comprobando que, en realidad, no perdimos nada que mereciera la pena en nuestra pelea con la Décima.

Reconozco, no obstante, que me emociona cada vez que un gazapo de nueve abriles, con la cabeza confundida con los mandamientos de la nueva religión cántabra, desciende a la ribera del Asón en las noches del invierno en que hay luna creciente, y espera pacientemente en la curva del embarcadero, con los brazos apoyados en la barandilla de Miranda de Eb rium, a que la luna descanse sobre el punto más alto de Candeanu, donde, según el descubrimiento de un emérito profesor de la Universidad Cántabra, di gracias a los dioses afilando mi famosa y poco bélica lanza por primera vez.

Y he de reprimirme, pues a los mortales muertos no se nos permite ser oídos, para no librarle de la pesada carga con que sus desorientados coetáneos le han obsequiado, desvelándole que ni es cántabro sino natural de tartesos, lo cual debiera enorgullecerle lo devoción por los esperpénticos teatrillos con que pretenciosamente intentar celebrar gestas que dudosamente han existido ( de las que, con seguridad, nadie se acuerda ni recuerda haber leído) más que por las cándidas representaciones navideñas de los párvulos de tres añucus.

¡Cómo me conmueve la actitud del progenitor del niñucu, que consciente de su deber con la pertreñada patria, urde y cuelga en la cabeza del infante telarañas de historias e historietas de trama tan ajena y mimetizada, siendo inconsciente de lo peligro que resulta creerse mejor nacido en Santander que si lo fuera (o que si es) moldavo, ucraniano, jerezano, castellano mesetario, carpetovetónico, islandés, maltés, prusiano o incluso catalán!. Y obviando que no debe aplaudir más el aderezo del disfrazado de belicoso patán que el del payaso, ni está obligado a profesar instrumento para tan sórdidos propósitos de crear patrias donde nunca las hubo. En fin, ¡Que nunca sea capaz de comprender la necedad de tales servicios, que cruelmente hurtarán a su vástago de un meridiano equilibrio en la sucesión de sus días!.

Termino como empecé, por ser frase que ad nausean repetimos en nuestros conclaves de humillados por los humores de Baco (parroquia que goza con más feligreses en Limpias): Mi nombre es Lauruito. Navegante ocasional, periclitado y frustrado buscador de higos de avispa carrantxana, prudente con el pescado los viernes y carne vieja el resto del año, organizador de eventos musicales y deportivos benéficos con distracción de lo recaudado, ágil con el doblete y perdido en su doblez, pésimo agitador de mozuelas, patético lazarillo de truhanes ediles sin escrúpulos, diestro con el arpón en las dolientes de MAGEFESA, limpiador de sacristías y pintor de escapularios, que se ha propuesto salvar a sus parientes y ajenos de las manufacturas riojanas y de la patata cántabra en económicas sesiones dominicales, aunque en ello le vaya la vida (que se va, de cualquier forma). No le pregunten por el último bocadillo, que se lo canta:

"It's Alright" "

- Hijo, estamos ya a treinta, y no te noto mejora. Déjalo correr.
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29-03-13 22:27 #11177479 -> 11177459
Por:No Registrado
Cave, stulti
WANTED MAN (Written by Bob Dylan)
"Wanted man in California,
Wanted man in Buffalo
Wanted man in Kansas City,
Wanted man in Ohio

Wanted man in Mississippi,
Wanted man in ol' Cheyenne

Wherever you might look tonight you might see this wanted man

I might be in Colorado,
Or Georgia by the sea
Working for some man who may not know at all who I might be

If you ever see me coming and if you know who I am
Don't you breathe it to nobody 'cause you know I'm on the lamb

Wanted man by Lucy Watson,
Wanted man by Jeannie Brown
Wanted man by Nellie Johnson,
Wanted man in this next town

I've had all that I wanted of a lot of things I've had
And a lot more than I needed of some things that turned out bad

I got sidetracked in El Paso,
Stopped to get myself a map
Went the wrong way in Juarez with Juanita on my lap

Went to sleep in Shreveport,
Woke up in Abilene
Wonderin' why I'm wanted at some town half way in between

Wanted man in Albuquerque,
Wanted man in Syracuse
Wanted man in Tallahassee,
Wanted man in Baton Rouge

There's somebody set to grab me
Anywhere that I might be
And wherever you might look tonight
You might get a glimpse of me

Wanted man in California,
Wanted man in Buffalo
Wanted man in Kansas City,
Wanted man in Ohio

Wanted man in Mississippi,
Wanted man in ol' Cheyenne"

https://www.youtube.com/watch?v=aRfn5l5PvcY
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30-03-13 11:11 #11177910 -> 11177459
Por:No Registrado
RE: Cave, stulti
Vaya empacho mental te ha propducido El Clan del Oso Cavernario ¿eh?
Puntos:
30-03-13 11:11 #11177911 -> 11177459
Por:No Registrado
RE: Cave, stulti
Más que el Mogur, pareces Ayla
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