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Limpias - Cantabria

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España > Cantabria > Limpias
02-02-13 00:24 #11024131
Por:No Registrado
Ayuda
Por unas nimias y tristes razones, me vi forzado a dejar mi querido pueblo después de la guerra, aunque no por miedo a la levantisca canalla sino por respeto a los frutos hediondos de la envidia con que algunos hijos de su madre y de Limpias querían agasajarme. Por H o por P, o por ambas cosas, algunas cuentecillas debían tener pendiente conmigo, y creí sin dudar que era la hora del cobro. El caso es que desde mi partida no he regresado, y a través de este lar conozco algunas noticias de mi pueblo natal, de las cuales deduzco que los mortales de mi generación se han muerto en su mayor parte, y que los que ahora sobreviven mantiene dignamente las artes de sus ancestros. Ello me anima a no volver, como sí hacen los emigrantes jubilados en sus Audis de segunda mano y sus caretos de Nefertiti, aunque muera lejos del Asón.
No obstante, tal tránsito sería de mejor agrado si alguno de los escasos buenos vecinos (o cualquiera de sus descendientes), me puede confirmar si el puente de piedra que cruzaba el Arroyo del Borrico, ha sido arrastrado por las lágrimas de nuestro señor hasta la desembocadura del ayuntamiento, facilitando ahora a la progresía el acceso a los campos del Viar.
Información que agradeceré sin medida. Suyo, un Coababitarra.
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03-02-13 20:40 #11028482 -> 11024131
Por:No Registrado
RE: Ayuda
Fablas de lu qui no se sapie, putrosu sarruján. E no te vamus a haclarar la choba, pos sapido es quis nutil regalar flores a lo cerdis. Emperu que sepas que la pontina sa canviau de puestu por razones qui no ti vamus a contar. Qui te lu cuenti lus hp rojus caun quedan por aquí, que mandita sea que los dejarun. La pontina sa mudadu por que impedía alcanzar lurilla del progresu.
Pa que tenteres, quantes del nocturnu transitu de la cuatri pedres de la pontina, layuntamientu a fechu un litomagnificat en el nascimento del que tu decis arrollo del borricu, izandu unas moles de marmóleo granitu cantabrú, de la gravera de la revillera, en la qui sa grabau en periennes grafus los decires de los autores u sabidores del encallao de aquellas cayuelas.
Y antes de qui contestes caendo en lerror que si disi por ay, taclaru qui nu es verdaderu qui pontina de tal matre alla siu vista en larruyuelu de la finca de insigne litografiau. QuI tiscarrumientes y te pisen como a unu lumiaco.
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04-02-13 23:43 #11033118 -> 11028482
Por:No Registrado
Coabab, capital de los tartesos
Advierto que, a pesar de los otoños huidos, que ya habían desdibujado o arrinconado en el olvido las funestas hazañas de las fieras vengativas que ganaron la guerra (aunque perdieron, qué desazón, la gran batalla), sigue discurriendo por las riberas del Asón el veneno florecido a partes iguales por la estulticia y la ignorancia, e inoculado por negras víboras de corto talle y pestilente verbo.

Ello me congratula, pues sin duda disipa la amargura que pudiera sentir por hallarme lejos de la sombra de la cabaña de mis padres. Doy por buen negocio el haber renunciado a mi pueblo si con ello a salvo quedo de miserables adyectos, lenguaraces sin seso y letales maledicientes, que no hubieran dudado en manchar con mi sangre las facturas que tenían pendiente de pago.

- ¿Pagarán los hijos y los nietos las fincas que con amenazas y engaños compraron u usurparon sus padres y abuelos a infelices ancianos o tristes viudas?- Bramaba exigente y dolido, vaso en mano, el rojillo encausado por el disfrute de diezmos obtenidos por la cabaña en la que nunca mugió vacuno sino algún igüedo.

Algunos predios fueron tapados por lo que devino en el oro del tunel, poco después de cambiar de dueño, y el avispado foráneo (fugazmente medinés), paradógicamente obtuvo el perdón, por robar a quien había robado. Perdón que en ricamente aderezada góndola exhibe en aguas muy distantes del Asón.

- Tú eres un ignorante - acertó a sentenciar el liliputiense que habita en la montaña, cerca del santo roquedo. Herido de rabia tras sus elocuentes rasgados ojos, sus párpados medio caídos no le permitían ver ni las rodillas del tan ferozmente herido. Si su altura le hubiera permitido examinar la cara del damnificado, se habría frustado al ver el resultado de la esteril afrenta. Y aceptaría que ni su imbecidad manifiesta ni su verde compaña política de sombrero de tres picos asusta a más de la mitad de la parroquía, y que quizás ello se debía más bien a la ponzoña de mal cuidados recobecos.

- Sabe más el tonto en su casa que el listo en la ajena - dijo otro liliputiense de casi dos metros de altura y uno al menos de perímetro capital. Pero, decires a parte, todos convenimos en que el necio está perdido fuera de su casa, y dentro hace perder la suya.

En fin, que alguno más amable que tú, y ciertamente más conciliador, me ha informado, sin merecerlo, de que la pontina no se halla a la intemperíe a merced de los temporales cantabros de nuestro pueblo, sino que un mecenas de nuestro pueblo, preocupado por su deplorable ubicación encima del arroyo, con el solicito desconocimiento de los públicos pretores, una noche (por no desvelar a los vecinos), con luz y tacógrafos, procedió con suma dulzula a acomodar sillares y dovelas en incógnitos lugares, a sabiendas de que como pago de tal bienintencionada gesta recibiría implacables y feroces persecución y acoso judiciales.

Esto me ha alegrado y tranquilizado en extremo, pues el colosal viaducto se encuentra a salvo, desperdigadas sus piezas en encofrados, en fosas sépticas, en pozos de la ría y cuevas de la montañas. Los rumores del vulgo ubican la dovela central de la cara norte de la pontina en el riñón derecho del mecenas anónimamente mencionado, y la piedra central del arco en su cara sur, lujosamente alojada en el riñón izquierdo de la más egregia figura pretoriana (algunos insidiosos afirman haber visto fragmentos de esta última piedra, celosamente abrigados con papel de aluminio, viajando de bolsillo en bolsillo entre los infantes del pueblo).

Y no me cabe duda de que alguna de tamaño considerable ha debido entrar en brusco contacto con tu sesera, como si de un meteorito se tratara, y que aun te encuentras convaleciente del suceso, pues no se explica de otro modo sensato tus verbos perifrásticos y tus floreadas pedanterías. Vuélvete a las ubres, que es lo tuyo.
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06-02-13 23:46 #11040675 -> 11033118
Por:No Registrado
RE: Coabab, capital de los tartesos
¿De qué pontina habláis? ¿De la ridiculez de puente que estaba donde las escuelas públicas, lleno de zarzas y ortigas, en ruinoso estado, que sólo transitaban caracoles y algún que otro reptil bípedo? Pues yo me alegro de que hayan quitado algo tan desprestigiante para nuestro pueblo y que ya no se utilizaba. Chapeau por el ayuntamiento si ha permitido quitarla.
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06-02-13 23:49 #11040679 -> 11040675
Por:No Registrado
RE: Coabab, capital de los tartesos
Nu tenteras. Tamus hablando del Ponte di Rialto, nu te jiva.
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07-02-13 00:09 #11040740 -> 11040679
Por:No Registrado
RE: Coabab, capital de los tartesos
E sigu, que mi dedu a tocadu ou non duvo.
Por si as menester, taclaru que las piedres yacen en lu qui fue balsa et nunc es pleinu de escombrus y es una plaÇa fortementi armada. La piazza des miracles, apodu pestu desque duscentus camiones vomitarun et quatricentus ingestarun la pasta.
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07-02-13 00:43 #11040815 -> 11040740
Por:No Registrado
Averiguado
Andáis todos/as despitados. Las piedras del puente del Arroyo del Borrico no han sido diseminadas, ni escondidas, ni pulverizadas, ni "ahogadas" en balsas, ni encastradas en ilustres riñones, no esfumadas. Algo despistadillos/as os veo.

Cerca de la puerta de la erita de San Roque, me pareció oir a un parroquiano que en tal lugar se hallaba buscando (creo,si no era disimulo)caracoles y alguna lagartijuca, que los corazones proclives a la caridad filantrópica con los bienes ajenos, en un rapto de sensibilidad extrema, habían clarivenciado una larga noche vidriosa previa a la Navidad, que para paliar tanto recorte en pensiones, medicinas y otras drogas, las molestas piedras del puente serían reapartidas en las tradicionales cestas de Navidad que a costa del pecunio personal de los ediles se venían repartiendo entre los despistados jubilados, observando un estricto reparto equitativo de las chinitas, a fin de evitar que pudiera pensarse que ello se hacía con inconfesables fines electoralistas.

En hermética jota compuesta al efecto (ya conocemos el ingenio y el fino humor de los vecinos de este pueblo), el parroquiano fue mencionando uno a uno a los altruistas donantes, sin detenerse en matices cromáticos y sin olvidarse puntualmente de sus madres, alabando dignamente que procuraran el sustento de los agraciados jubilados en detrimento de su propio patrimonio. Y no hurtó tampoco alguna perla para el pétreo regalo, aunque en ello puso menos ardor poético.
Le pregunté al bardo sobre si las gestas narradas correspondían al sitio que pisábamos, y todo uno fue mirarme muy asombrado y abandonar presto el lugar y el canto, por lo que no puedo asegurar que lo oído y limitadamente transcrito fuera cierto o compuesto.

Pero sí es verdad que, por edad, aún no me hallo jubílosamente distraído, por lo que, no siendo interesado de los tradicionales obsequios mencionados, de nada puedo dar fe respecto a la existencia del anejo calizo de las cestas de navidad, de la misma manera que si puedo afirmar que estas mismas no son sino una impudorosa y aberrante práctica de fidelización de votos (de unos y de otros), muy próxima a la corruptela,pues a tal fin se malversan caudales públicos. Llegará el tiempo de hablar, y dar explicaciones de ello. Seguro.
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09-02-13 22:06 #11056179 -> 11040815
Por:No Registrado
Do as egregias dovelas sunt, Mater Publica?
Aunque, como la mayor parte de mis vecinos, hoy debería descansar por ser Sábado, la gravedad del asunto que con tanta ligereza aquí se trata me fuerza a abrir la que ciertamente debiera tener muy fuertemente cerrada, y sin tener por seguro que Dios deba disculparme, es menester que niegue infundio antes de que se convierta en eterna mácula.

No motivo mi intervención en esta estéril disputa en lo que con gran insidia se ha podido manifestar respecto a mis limitadas y poco cultivadas dotes de poeta, pues tras largos años de ejercicio por las calles angostas de nuestro pueblo, en los dispensadores de humores etílicos e incluso en lares donde se alza lo que fue vino, uno se halla seguramente inmunizado de pestilentes e hirientes comentarios sobre lo poco que retozo con las musas. Atribuírseme que en mis versos escaldo la lírica con temas tan profanos pude resultar incómodo, pero ello no me haría abandonar el don más loable en las necias mentes: el silencio.

Compréndaseme: la huida que se me imputa por no responder sobre el paradero de unas dovelas y cuatro sillares, o sobre los mulos que portaron las mismas hasta donde pudieran encontrase no me incomoda en absoluto. Pero que el facineroso locuaz sugiera que me andaba en la muy innoble tarea de búsqueda de caracoles o “lagartijuejas” constituye un intento de difundir que paso mis días cantando a la mañana en lugar de preocuparme por la ligazón de prósperos y herméticos versos. Y la acusación de tan gran abulia se refiere más lacerante dado que en no más de cuatro meses, en la festividad de San Isidro, he de batirme en verso con la flor y nata de los garcilasodelavegenses del lugar, cuyo uso de la métrica poética alcanza ya la abandonada cima de la torre de nuestro magno reloj. Al son de la exacta coincidencia de sus segundos aquéllos entonan sus endecasílabos con solemne cadencia. Sírvase de ejemplo los ocho versos que reproduzco de la intervención de la que además de suelta et prima pretoriana es una consumada poetisa (reconocida en ambas materias por sus centuriones), en el día del último Santa Isidra, usando como pedestal la cima de la fuente donde se signaron unas litografías de no eran extrañas a la santa (aunque pudiera sonar chabacano la licencia del último verso, todo el mundo disculpó el siete de la escribana, seguro que por respeto a su báculo) :
Do están las piedras
Matarile, rile, rile
Do son las dovelas
Matarile, rile, ron
En el fondu del Viar
Matarile, rile, rile
En auro leta mandeu
Matarile, chis, pum

Aunque el praetor del opuesto banco del senado levantó su voz en medio de la asfaltada plaza e hiciera intento de probar que plagios eran la métrica y el asunto, nadie le hizo ayuda, por el mismo afán antes mencionado.

Compréndase, por tanto, que ante tantas dificultades para el éxito de mi lírica, me exija dedicar mi tiempo al cultivo puntual de ritmos y asonancias, resultándome nimios asuntos de viaductos y raptos de litios, a los que no voy a dedicar ni un solo estrambote. Y no me sonroja admitir que por mis versos babean caracoles y babosas y corretean nerviosas lagartijuelas y otros reptiles, resultando causa de mi inspiración. “Por tu vida, Lopillo, que me borres” . Sí, me tengo por pésimo bardo, alejado de las musas, como ya he aceptado, pero muy lejos de otro bardo (nunca me hallarás en tu fango).
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10-02-13 00:45 #11056522 -> 11040815
Por:No Registrado
RE: Do as egregias dovelas sunt, Mater Publica?
Pos la vostri matri gara namas tris parabras cuandu us vierun la prima veci, et secut icerun enos estabilis les ses vaques mudarun su culor. Pensái les verbis eitos e berraus, e no tournaín les icir, et sinon us jecharemus añicus , qui no es jumo de pajas, siñoris papardus. Arresqueñensi e engarensi, hobres!
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11-02-13 21:17 #11060924 -> 11040815
Por:No Registrado
Dónde se hallarán los sillares
Haces bien en denunciar el atropello del puente romano del Arroyo del Borrico, pues en este pueblo parece que se puede hacer cualquier tropelía, con la venia expresa o la silenciosa aprobación de los políticos, que dicen que han denunciado prontamente el Rapto de las Dovelas (por decir igual que tú, aunque yo creo que orgullosas se sentirían si se oyeran guijarros, las podres difuntas). Pero con ello no esperes que nadie aclare nada ni muestre intención de hacer nada para aclararlo.
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11-02-13 22:37 #11061285 -> 11040815
Por:No Registrado
La verdad (I)
Me desazona en extremo tu pesimista radiografía de las voluntades de los que vilipendias con el término “patricios”, jocosamente traído, y me atrevo con intentar desvelarte aquellos detalles de la historia y sus protagonistas que, por lo que refieres tan ingenuamente, desconoces, a fin de que coloques a Pedro Crespo con el honor que se debe junto a su báculo en la casa de todos, y a los celestinos que le rodean, en la casa pública propiedad del anterior.
Has de saber que alguno de los condenados por tus gracias han mostrado gran dolor por la ya larga ausencia de la sombra del puente, que pareciera que más de una de sus piedras portaran sobre sus testas o dentro de ella, y que con gran sacrificio continúan impávidos en sus graves ocupaciones, omniscientes en todo momento que no fueron capaces de impedir el monumental atentado urdido contra nuestro singularísimo patrimonio, e impotentes para descubrir raudamente el nicho de las labradas piedras. Su rostro refleja tanto dolor que sus ojos y el abatido rictus de su boca les pudiera disfrazar sin aderezo de combatientes doblegados de las dos guerras mundiales, de Las Púnicas, de la Guerra de Los Cien Años, de la librada por los dos conocidos cántabros contra el cuerno izquierdo del ejército romano. Cada día que pasa, alguno de los patricios siente como que le quitaran un diente y cientos de cabellos, y que su cabeza no consigue enhebrar ante la plebe dos proclamas con digno raciocinio, y de noche, mientras nuestros vecinos más canallas ahuyentan sus demonios con sus ángeles, abandonan su lecho en involuntario sonambulismo y tal que animas se reúnen en lugar donde la pontana se izara orgullosamente durante tantos lustros, con la mirada ausente fija en el fondo del arroyo, allí donde más visible es el lodo y el fango. Más de un imprudente, temiendo que los desvalidos pudieran acabar honrosamente con su deshonra, arrojándose sin remisión a lo más profundo del fluminio (?), estuvo tentado a su socorro, que nunca fue necesario, pues, momentos después de tales ralas nocturnas romerías, todas las animas iban a un dispensario a mojar sus muy necesitadas y secas gargantas y testas (eso sí, como es lógico, en un recogido silencio).
Y
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12-02-13 00:10 #11061489 -> 11040815
Por:No Registrado
La verdad (II)
Y no puedo hurtarte de la justa validez que seguro darás al rumor, oido en nuestro paseo marítimo, de que el mismo día del robo de las ordenadas piedras, angustioso se vio por la calle Conde Albox a un descuidado mostacho llegado raudamente desde la metrópoli de aquesta nuestra infinita pàtria a lomos de Ícaro, dando muy evidentes muestras de sentirse hondamente apesadumbrado porque el robo suponía innegables transtornos para los sus súbditos de la villa. Desde la reversa del mostacho se oyeron sin que fuera rogada la siguiente pena:

- Este es un asunto terrible. Es peor que el robo de las cuatrocientas latas de fina anchoa de la semana pasada. Las consecuencias de este delito son gravísimas: impedirán que los vecinos crucen el puente de allá a acá, y de acá a alla.

Un profundo suspiro estuvo a punto de no dejarle dar fin a lo que en el pueblo se calificó como el mejor lamento glosado desde los tiempo de Jorge Manrique, y le costó volver a ingerir con pausada normalidad el vital aire.

A su ayuda pronta acudieron desisterasados acólitos de su infinita figura, todos ellos patricios de los que frecuentaban a altas horas en elevado estado el ya referido dispensario, y a allí llevaron por misericordia al mostacho y a su ruin propietario.

Los plebeyos que en la puerta del hospitalario centro se deleitaban con las drogas de los patricios, no acertaron a descubrir quien tras el bigote iba, asegurando unos ser una parva comadreja, otros que era un ocasional y afamado cantante preso del delirium tremens, otros el director de un circo de cirios y troyanos, y unos pocos reconocieron sin vacilar a un consul de una fábrica de patatas com denominación de origen de nuestra infinita (que de tanto ser citada, se ensancha).

Tras un susceso posterior mal aclarado, relacionado con el hurto del ciagarro que la comadreja, o lo que fuere, había descuidado en una rendija de la puerta del dispensario , esta abandonó el pueblo para nunca mas volver. Y no es que desde entones no hayan sucedido en el pueblo hechos igual de extraordinarios que hubieran merecido su presencia y glosa, sino que al roedor le afeitaron el bigote. Y sabido es que un roedor sin mostacho vende pocas patatas.
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17-02-13 14:03 #11076092 -> 11040815
Por:No Registrado
RE: La verdad (II)
Tasius quitus, u us vamus aviaisius.
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17-02-13 21:34 #11077121 -> 11040815
Por:No Registrado
RE: La verdad (II)
Típico. Ahora vienen las amenazas.
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19-02-13 19:19 #11081945 -> 11040815
Por:No Registrado
La triste verdad
Para fingir, ha de hacerse bien, y tener dotes para hacerlo, pues de lo contrario, se desvela la triste verdad: que no se es más que un macarrónico parlanchín con mucho tiempo libre.
No os digo que seáis más claros cuando escribís, pues no se entiende muy bien de que tratáis (y si no se te entiende, ¿para qué demonios escribís?). A mi ello me importa poco, ciertamente. Tampoco me incomoda el avieso uso que hacéis del español dándole por castizo: podéis humillar lo ridículo. Pero lo que sí os aconsejo es que pongáis el debido cuidado con las faltas de ortografía (y no sirve de la disculpa que se trata de un rápido carteo o de un error mecanográfico) y huyáis del hipérbaton insondable.

Seguid mis consejos, y con ello, quien os lea sabrá de qué habláis, y no volverá a hacerlo.

Dicho sea con la debida asertividad (piedrucas a la mar).
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19-02-13 23:58 #11082981 -> 11040815
Por:No Registrado
RE: Averiguado?
Pardiez, que no saldremos de la duda, está claro.

Pero ha de saberse sin sombra lo que en la kulturetxea encontró un negro día, sin duda casualmente, un laureado herrero de la villa, quien, abandonándose a una humillante debilidad, hurgó como solía en la papelera de la puerta de servicio.

Y ello no era sino un legajo en pésimo estado y dudoso color y olor cierto, cuya mitad se encontraba ocupada por unas líneas manuscritas, tachadas indeleblemente con tinta de esa que el famacéutico elabora con el fruto del sauco. No obstante tales máculas, hasta los analfabetos pudieron leer en los originales grafos lo que sin vacilar podría imputarse a un plan de nuestra particular Messalina (prudentemente, digo, pues no constaba su firma).

Los togados traductores más osados y con mayor soltura en el ejercicio de su profesión (algunos de ellos licenciados en Toledo y otros practicados en la despoblada orilla del Tormes), con la misma resolución sentenciosa de siempre, desvelaron el contenido del vejado papiro, que con lealtad y la exigible prudencia se transcribe:
"Sea por la noche de la Noche de Reyes, cuando la ingesta de licores, chocolate y bollos regalados por nuestro senado, aseguren a nuestros plebeyos transidos, que retornen pajes y reales actores a la caseta de este senado a la vera del río madre. Y cuando la comitiva alcance el sitio donde miserablmente yace el puente romano, cada figurante arranque de la fábrica y disimule entre sus aderezos y los de las carrozas una piedra, y así incólumes arriben al muelle del Ayuntamiento, do os pescadores de merluza alejaran los sillares a la muy alta mar, allá do hizo su primeras y apuradas aguas el Obispo de Burdeos(*). Y sea calmados y letos los participantes, que por todos lo vecinos será aceptado que estos nuestros Reyes Majos, lo mismo que regalan dádivas, sustraen ociosos basamentos".

Un asterisco anejo a la palabra "Burdeos", era aclarado al pie, matizándose que se hablaba de las primeras aguas vertidas por el religioso belicoso, no en su cuna, sino en la bahía de Santoña, antes de dejar Laredo y los cuerpos de algunos de sus almas muy mancillados allá por el 1639 (si se ha ser fiel en la transcripción, habría de decirse "antes de dejar Laredo y los cuerpos de algunas de sus almas pasados por la piedra", pero se huye de la transcripción literal pues no es menester ofender a nadie).

Uno de los ilustres filólogos calígrafos que comparte foro y agora con nuestros vecinos, fenicio emérito y pusilánime tridimensional, ha puesto, allá donde se le ha presentado ocasión, múltiples objeciones a la transcripción de los obscurecidos grafos, y afirmó que, sin perifollo, todos ellos se resumían fiel y llanamente en lo siguiente:
"Sean las piedras del monumento limpiadas silenciosamente y con esmero. Déselas el trato que se merecen y otórgoseles descanso en el lugar más honorable del lugar. Signado, la carnicera real".

Un conocido del censor responsable al que se le atribuye el tachado del texto, apostilló que esto último es posible y que la primera transcripción refleja un común cólico etílico, pues lo cierto es que los participantes y espectadores de la cabalgata contrajeron esa Noche de Reyes una durísima gastroenteritis, que galenos sin licencia imputaron imprudentemente a un real pastel medio helado, que diagnosticaron como el decano de todos los pasteles del mundo, obsequio del senado y el pontífice. Reyes, pajes y figurante fueron trasladados en singular sucia y maloliente comitiva al sanatorio más cercano, donde fueron sentidos por todos.
A salvo de tal viaje quedó el censor, siempre prudente en sus ingestas, pero no pudo evitar el vómito de la mala digestión de unas letrillas sin pretensión ni revisión, a las que humillaba descubriendo faltas de ortografía y otras obscuridades.
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20-02-13 15:36 #11084053 -> 11040815
Por:No Registrado
Una curiosidad
Aunque poco claro queda con lo dicho aquello que se relataba en la mitad del legajo mancillada por la tinta de sauco del censor, algo se infiere sobre lo que trata. Pero ¿ qué ocupaba la otra mitad del mancillado papel? ¿ acaso se hallaba virgen de grafo alguno?
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20-02-13 16:17 #11084134 -> 11040815
Por:No Registrado
Espurios detalles técnicos (I)
Quizás debiera poner más cuidado con tu, en apariencia, inocente curiosidad, y buscar dos o tres vueltas a la intención que la misma pudiera esconder, pero, dado que inquieres de forma tan cortés y santoñesa sobre el asunto, y que este parece, como podrás juzgar, ciertamente fútil, paso desvelarlo con suma brevedad.
En la otra mitad del legajo encontrado en la papelera de la puerta de servicio de la Kulturetxea, aquélla que estaba libre de tachaduras y correcciones, se expresaban cuestiones nimias que poco tienen que ver con el tema tratado en el resto de la hoja. Para poner presa bajo pesada bola la posibilidad de errores, u omisiones que pudieran ser catalogadas por gente razonable como deliberados, a continuación paso a intertextualizar lo que en la otra mitad del escrito se describía con innegable vocación técnica:
“La edificación se ubicará en el predio colindante con el arroyuelo, al que se accede por un ridículo y antiguo puente romano de esporádico uso. La superficie total es de unos 500 metros cuadrados, y en su linde del oeste se levanta en la actualidad una casa montañesa blasonada de paleta apariencia y deplorable estado que convendría demoler. Se proyecta que la edificación contenga 300 pisos. Cada uno de ellos con 7 habitaciones, 8 terrazas, salón, sala de estar, sala de planchado, cocina principal, cocina de servicio, baño en cada habitación, gimnasio, sauna, piscina y solarium. En la zona libre de edificación le levantará un abovedado destinado a la celebración de ferias y mercados de ganado, timbas para la tercera infancia, seminarios, conclaves papales y campañas de vacunación de la gripe troncal; una pista de carreras de Fórmula uno homologada; frontón de jai-alai y otros esfuerzos; polideportivo con piscina olímpica; hospital de última generación y, finalmente, unas tiendas de campaña para practicar la caridad, filantropía y altruismo que sin duda adornarán a los futuros propietarios.
En los metros que queden francos de edificación se cuidará un esplendoroso jardín babilónico de 700 fanegas, en el que no se dejará en el olvido perejiles, calabazas, frambuesas, merluzas de lacios alcornoques y otros vegetales de fina planta ….
….para inclinar a los propietarios a la tentación de la beneficencia, la constructora donará, no sin dolor y licencia, el 10 por ciento de los pisos entre la gente más noble del pueblo, aquella que facilite que los mismos sean construidos a la mayor brevedad posible y los mejores materiales, consciente aquélla que ello constituirá la mejor propaganda y llave para torcer y ganar las recelosas voluntades villanas que sin duda florecerán a la sombra y olor de las bondades de la nueva Brasilia con la que volveremos a ennoblecer a nuestro pueblo. Y no se quedarán sin techo bajo el que cobijarse los vecinos menos favorecidos por nuestros favores, pues se rehabilitará el pontucu bajo el cual podrán hacer, deshacer y rehacer sus vidas…”
Del resto de las calidades se refería el escrito con letra muy diminuta, que llevará tiempo leer y comprender, pero que, si hay la paciencia debida, se referirá próximamente.
Puntos:
21-02-13 21:12 #11087560 -> 11040815
Por:No Registrado
RE: Espurios detalles técnicos (I)
Pues la paciencia se acaba
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23-02-13 14:28 #11091748 -> 11040815
Por:No Registrado
¡Basta las mendacidades!
Consciente soy de que no es necesario justificarse, pero como siento que con este silencio podría fomentarse que la mentira, el embuste ruin, la falsedad, la injuria y la tergiversación interesada de hechos y decires, campen sin enmienda en un tema que me es tan próximo, he de decir basta, y aclarar extremos bellacamente urdidos y contados, reseñando aquéllos que realmente sucedieron y callando sólo aquello que mi laxa moral me obligue.
Caballerete: miente usted en lo que afirma sobre lo manifestado en el legajo hallado en tan inapropiado lugar. En primer lugar, no es cierto que lo encontrara el herrero que cita (quien, ciertamente, tenía la manía de hurgar en papeleras, privados, escolleras, letrinas y orinales ajenos ¡qué le vamos a hacer!, numerosas son las miserias humanas), sino que fue su mujer, que estuviera casada antes con su difunto hermano. Prolija en virtudes, algunas de las cuales hubieron algo de ver en su pronta viudedad, no desmerecía en artes menos honestas, de esas que se tornan muy necesarias para sobrevivir, a pesar de no hallarse compendiadas en catecismos ni en decálogos de bienaventuranzas. Alguna de estas últimas le llevaba a superar a su segundo esposo en las aficiones enumeradas de éste, siempre buscando detalle con que saber de las miserias ajenas para poder emponzoñar y mercadear con ellas.
Y de esta información puedo dar fe, pues con el debido respeto a los dos anteriores, diré que fui el tercer concubino de la, por dos veces, viuda artista (sin tener nada que ver, juro, ni en el primer y segundo cambio de estado de ésta). Concubino y digno esposo, el único que al menos puede alardear de haber sobrevivido a su sabiduría. De ella conservo cinco hijos: una hija que no desmerece a su madre y lucha por ejercer de merecedora complaciente en un reconocido dispensario de alcoholes, descendiente realmente del primer marido; una hija y un hijo del segundo esposo, que nada malo diré de ellos, y cuya cara me recuerda el rostro contrahecho y desdentado de su progenitor. Los otros dos hijos nacieron un lustro después de la muerte de mis predecesores en la servidumbre, por lo que creo, prudentemente, que son hijos míos.
Sirva lo anterior para hacerme merecedor de la debida autoridad para aseverar que el papel del demonio fue encontrado en la papelera por la mujer del entonces herrero (al poco, difunto), y mis inacabados estudios de bachiller, para que se me crea cuando afirmo con toda claridad que en el texto de la mitad superior del escrito nada discurre entre edificaciones, pisos, donaciones, ferias, mercados o cualquier otra ensoñación. Y que en la segunda parte del mismo, ninguna alusión se hace a celebraciones de Noche de Reyes, raptos de piedras o micciones del Obispo de Burdeos. Ni siquiera responde a la verdad la supuesta labor de censor alguno, pues sabido que nunca fue menester nombrar a persona alguna con tal oficio en nuestro pueblo, pues el mismo es desempeñado por afición y sin rédito por los números mentecatos con que Dios, en su incomprensible generosidad, nos ha obsequiado.
Y si no fuera porque me es muy necesario ordenar lo debido unos cuentecillos que de tal época conservo con mucha dilección, desvelaría sin dilación la glosa. De otra parte, lo delicado del tema fuérzame a ir con tiento, parar no arriesgar en el recreo los pocos ducados con que me deja el voraz senado.
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24-02-13 01:53 #11093231 -> 11024131
Por:No Registrado
¡Basta las mendacidades! (II)
Cierto que al final de la hoja del comprometedor pergamino se alude a unas piedras labradas y viajadas, a unos veteranos y gélidos cruasanes mancillados con un brebaje de chocolate, a unos reyezuelos que van y vienen, a un mostacho con botarate y un túnel del amor, del dinero y del tiempo. Pero nada de ello relacionado, como canallescamente se ha dado a entender, con el gobierno de las gentes de nuestra aldea, sino, precisamente, con el país del señor obispo de Burdeos (verdad es que su nombre aparece inscrito en algún renglón, pero no se refiere al prelado ejerciente muy lejos de su campagne en 1639, sino al que en riesgo vio sus privilegios allá por 1789).
Los hechos que se recogen en el folio sin duda pertenecen al relato de aquellos turbios días sangrientos de La France en los que se pasó la factura de siglos pendiente de pago, sin respetarse condición ni posición, resultando a la postre víctima el que empezó siendo verdugo. A fin de que se disipe cualquier duda sobre los hechos y época en que estos sucedieron, y sobre lo ajenos que resultan a nuestro pueblo, se transcribe lo contado, tras el cambio a nuestra lengua desde la de occitania realizado por uno de los muchos vecinos que sin oficio ni beneficio ejercían el ministerio de censor:
“Con el rostro blanco como la cera, el intendente del rey se abandonó en el suelo de la Plaza Real (por ese nombre la conocía y se resistía trocar tal legítimo nombre nombre por el de Plaza de la Bolsa). Sus piernas habían conseguido mantener en pie su famélico cuerpo, en ayunas de viandas desde hacía casi quince días, refrescado con el pútrido hilillo de agua que se filtraba entre las grietas de las piedras de la mazmorra. Intentó en vano amortiguar la caída con las manos, pero el entumecimiento de aquellas le habían hecho olvidar que se encontraban fuertemente atadas por la espalda. Su cabeza mugrienta, salpicada de moratones, heridas y manchas de sangre seca y obscurecida produjo un ronco sonido cuando alcanzó la losa de la plaza. Un alarido de entusiasmo, producto del odio que se está vengando, brotó de muchísimas gargantas. Niños, mujeres, ancianos, soldados desertores, caudillos iluminados, embaucadores de la estulta plebe. Todos parecían disfrutar con la penitencia del ministro.
Con el carrillo pegado al suelo, el intendente veía el variopinto y desastrado calzado de los próximos de la multitud, sus calzones harapientos, los faldones remendados de las mujeres (que no parecían tales sino implacables famélicas hienas), la cara de algún mozo precozmente desdentado. Los más con las manos vacías, y algunos con hoces, horcas y palos, sin que faltara alguna vieja y mellada espada y números puñales.
El terror infundido por todo lo que veía, y la imperial luz del mediodía le hicieron cerrar los parpados, como huyendo de lo que le rodeaba. Pero no lograba abstraerse de los gritos de las fieras humanas que le rodeaban, que pedían se hiciera con el preso lo mismo que el Rey hiciera antes, a través suyo, a hijos, madres, padres, hermanos y hermanas de los vociferantes.
Mientras el que oficiaba de aguacilillo empezaba a leer, con la seriedad debida, la condena impuesta al reo y la causa de su condena, éste se preguntaba por qué había generado en su persona el odio que hasta allí le había llevado, y de que solo un milagro podría salvarle de la muerte.
Recordó que solo en nombre del rey realizó sus servicios en Burdeos, a donde había llegado tras conseguir la intercesión ante su Majestad del Obispo de la Ciudad, a quien le unían estrechos lazos de sangre y algún que otro negocio relacionado con el comercio (de materias primas, armas, vino, licencias de obra, alistamiento de soldados, siervos o esclavos, según se terciara) y con un número de lupanares más alto de lo aconsejable por la discreción debida a personajes de tal alcurnia. Aún con tal cualificado apoyo, estuvo a punto de ver su gobierno en manos de un oponente tan arrogante y ambicioso como él, sino más, que así mismo buscó el valimiento del clérigo. André de Montblanc se llamaba el aspirante, que peleó valerosamente con la voluntad del obispo a fin de ganarse la recomendación ante el Rey. Un secretario de André, quizás algo enojadillo por la razón de que su señor le mandara a cuidar cerdos cuando ganara más años de los debidos, tras muchos de leales servicios, aseguraba que a fin de que tal voluntad se venciese a su lado, prometió al obispo su alma y su cuerpo, pero que fue tacaño en lo tocante a la bolsa, pues miserablemente le ofreció 600,00 luises.
Recordó que no fue mucho más lo que hubo de ofrecer por el cargo de Intendente al Obispo, y que bastó con la promesa del ejercicio en comandita de los negocios antes citados; el juramento de que el prelado iría bajo palio en cuantas procesiones participase, acompañado de marcial música; la reserva de un negociado en la Intendencia dedicado a asuntos sociales, salud de siervos y esclavos y a los festejos por el real cumpleaños (reservando tal negociado a cierta religiosa de la diócesis famosa que hasta entonces había probado suficientemente, al menos, su limpieza de sangre), y dos pequeñas bolsas de 1.300,00 luises al mes (una para él y otra para la religiosa, a quien Dios sabrá que favores debería para pagarlos tan generosamente con el pecunio de otros).
No obstante presintió que tales servidumbres con el Obispo y la fiel, aunque lograran la asignación de la Intendencia, le saldrían más caras que lo que recibirían del real nombramiento. Y tuvo razón en su presagio, pues hasta tal estado le habían llevado.
No era poco querido el Intendente entre la gente de la ciudad de Burdeos, y no era por miedo y temor o como disfraz de lisonja. Realmente el pueblo le respetaba, pues en nada se diferenciaba de aquellos a los que gobernaba, sabiendose él gobernado por el Rey. Pero la componenda con el Obispo minó su respetabilidad y honra, pues sabido era que el praetor diocesano sólo decía a la semana una misa de las cinco que debía, sin por ello minorar la bolsa de los 1.300,00 luises, y que los festejos el lugar no son tantos ni la beneficencia tan generosa que justificaran la de igual cantidad de la religiosa. Y si ello fue murmurado en los días de grandes cosechas y años de nieves, fue un clamor iracundo en los días en que a los siervos y esclavos se le incrementaban los diezmos para poder seguir pagando, entre otras cosas, esos 2.600,00 luises.
Se le alcanzaba, tumbado en la plaza y rodeado de la turba, que era demasiado tarde, muy tarde. El obispo había cobrado por sus no prestados servicios, la religiosa por sus maitines, el rey había perdido la cabeza ( a pesar de apesadumbrado haber manifestado ante una cohorte de pajes con pluma que lo sentía y que no volvería a ocurrir ¡pobre nuestro Luis XVI!) y él se había convertido, tras la muerte del rey, en el culpable solidario de todas las acciones reales abominables. Y perdería también su testa.
Sonrió al pensar que el obispo oficiaría el responso en su discreto funeral, aunque quizás no fuer así, pues le adeudaba dos mensualidades, y no le encontraba tan paciente como para querer cobrar en la vida eterna. Quizás delegaría en la religiosa, quien le regalaría con un festejo de su negociado (difícil, pues llevaba unos años sin su desmerecido sueldo).
Un chirriante sonido metálico le sorprendió abriendo trabajosamente sus ojos. Alcanzó a ver la guillotina en el centro de la plaza, encima del patíbulo. El verdugo, el aguacil y el Obispo le esperaban. La religiosa había abandonado sus hábitos y al Obispo. Le izaron entre cuatro chabacanos soldados de la revolución, apestosos sans coulottes todos ellos. Cuando le arrastraban en el ascenso por las escaleras, se desmayó.
Antes de que la cuchilla se abalanzara eficientemente sobre su cuello, se oyó decir al Obispo : ”El que la hace, la paga. El que flirtea con la corruptela, antes o más tarde, paga. Que se preparen, pues llegará el día del cobro…”. Un eructo le impidió que dijera nada más. El hedor de sus pútridas entrañas le valió el mismo destino que al Intendente. La religiosa se encargó de custodiar y hacer valer, a partir de entones, el anillo y el báculo del prelado. Y renunció ante el Consejo de la Revolución al percibo de los 1.300,00 luises, implorando que a partir de entonces la retribuyeran en Francos.”
Sin licencia alguna se ha transcrito lo traducido desde el legajo, y asientan en que lo narrado en modo alguno se asemeja a lo que se dijo anteriormente con pérfidas inclinaciones. Allá cada uno con su conciencia
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24-02-13 19:54 #11094581 -> 11093231
Por:No Registrado
RE: ¡Basta las mendacidades! (II)
Ya. Mais ¿qué se fizo con las pedres del arroyu? ¿Tuvo algo que ver el Intendente? ¿Quizás el Obispu? ¿O sirvieron los sillares de firme basamento para las cariátides que, con dignidad pero con ya poca honra, sustentan la mancebía que regenta la religiosa? Menos enredos y aclara, si lo supieras, el incógnito destino de los litios del delito. Y sino, calla.
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24-02-13 20:05 #11094609 -> 11094581
Por:No Registrado
RE: ¡Basta las mendacidades! (II)
Lapsus calami: "Y si no, calla". Perdón.
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26-02-13 21:23 #11100062 -> 11094609
Por:No Registrado
RE: ¡Basta las mendacidades! (II)
Loado sea nuestro señor el rey. Que en esos tiempos de tirantez miserable, la soberbia de algunos les lleva a cubrir el cielo con más soles de los que haya, y a creer que por pacer solo con los de su grey sin conocer otro rebaño abandonan su condición de oveja, o peor aún, de cordero. Loado sea el rey, digo, que ha tenido a bien poner fin a tanto centrífugo intento, y ha emplazado entre nosotros a quien hemos de respetar todos por ser casi un hijo suyo, y que al fin, teniendo por fin algo en común todos que no podamos partir, obligadamente hemos de compartirlo.

Perplejo quede el lector quizás tras larga introducción, que pudiera atribuir sin mucho margen de error a una cabeza con pocos abriles (aunque me pesa que son demasiados), pero sirva para abreviar lo que cabe extraerse de la historia que a continuación se narra con fiabilidad histórica, la misma con la que se tejió las historia de la Guerra de Troya o el paso del Mar Rojo por los descendientes de José, algunos de los cuales lo eran asimismo de Jacob.

Cultiva nuestro pueblo sobre mapa, como se sabe, una figura algo alargada, que quizás pudiera ser estimada como en exceso, que la aproxima más a el desperdigado caserío pasiego que al resto de los pueblos de la Arcadia. Y se encuentra arropado por un vasto terreno, de los más amplios de la zona, que lo mismo toca la Juanta de Vota y Marron, Colindres, Laredo o Liendo. Y suele suceder que terrenos amplios es difícil gobernarlos, pues siempre surge algún tonto desorientado que no sabe donde ha nacido, y no siempre ha a su vera alguien que pudiera se lo recordar. Como digo, es nuestra villa un tanto alargada, desde sus comienzos en Costa Esmeralda a la basílica del Cristo, y entre tales punto caben tantas casas y animales como Dios ha querido, que a juicio de este juglar, ha sido con evidencia en exceso generoso en su voluntad. Y, quien más o quien menos, sea feo o bello, tonto o avispado, moro o cristiano, dispone de su propio hogar, aunque sea prestado o rentado. Y que no hay en fin nadie que en careciendo de tal propiedad no aspire a poseerla, y por ello nuestro señor el rey no descansa en cobrar los diezmos por la dispensa en su construcción, que le traslada el corregidor, del que dicen se queda con parte llegando sólo a nuestro monarca el céntimo. Sabido es que la casa de tal corregidor era la más holgada, con labradas piedras en su fábrica, cumplido ornato, algo barroco, con cubierta de madera trabajada y tejas de la cerámica del pico de las Nieves. Esto era admitido por sus convecinos, pues se les alcanzaba la dificultad del cargo, pero lo no consentido era que en su casa prestasen servicios tres moras que exclavas fueron por oficio de sacristía, que se sabian eran mantenidas con la cosa pública.
Y es que hemos de admitir en nuestro pueblo se ha sembrado generosamente esa semilla que se dice abunda en ese país que en otro tiempo perteneció asimesmo a nuestro rey, que se llama 'Paña, o Spanya (y que algunos resentidos de nuestra Cantabria llaman, de muy rencorosa manera desde que dióseles la independencia, España). Puede decirse que en este pais sólo campea la envidia que sobró en el nuestro y que les fue donada, aunque de manera poco generosa, antes de que hubiera que liberarles de los diezmos por las muchas llamas con que encubrían sus razones y decires de hijos faltos de padre. Por todo ello, digo, en poco afectó tal separatismo a nuestro tesoro que en lo tocante a la envidía cultivaba grande y pequeño, iuvenes et vielhos, santos y pecadores, madres e hijas.
Y de tal virtud no se escapaba nadie, pues lo mismo se envidiaba al cura por su sobrina que al verbolari por la pus supurada de su nariz. Cosa buena o mala era escrudiñada para tal menester: envidiar. Tampoco el servidor del rey y virrey de todos se libraba de tal vileza de corazón, y pocos había, que cabría creerles a todos moradores de su casa, que no miraran de reojo su posición, su jaca, su huerta, su mula, sus podencos, sus trajes de Santoña, su espada de la acería de Marrón, sus mondadientes de Colindres y un cofre por nadie visto lleno de las mayor parte de los diezmos cobrados en nombre del rey. Pero lo que más se envidiaba eran los trabajos que habían de dispensarle, a diario a buen seguro, las tres esclavas moras que en su casa trabajaban, que Domingo o día anterior decomisó con y para su espada en lugar próximo a Ampuero, que a punto estuvo de ocasionar una trifulca entre sus naturales y los de nuestro pueblo, pues en lo tocante a la honra, eran y son tan figosdalgo como nosotros. Y si no llega a ser por la mano de la Santera de Ramales, que vino a mitigar el furor de los contendientes de ambos pueblos por menos dineros que los que con seguridad, habríanse gastado en empastes y apósitos de haberse llevado a cabo la refriega, que el término de Fuente del Sapu estuvo a punto de conocer. De tal manera quedaron todos contentos en su carne que el espiritu de unos olvidó la afrenta y el de otros disculpó la osadía suicida de su edil. Pero, pronto olvidada la orgía, los igüedos sufrían sabiendo en casa del corregidor carne todos los días incluso en cuaresma, cuando a ellos, o no se les había alcanzado, o habíase tornado rancia (o que era mejor cortín el del vecino que el propio, aunque, acotado, no haya pacido en él más que su dueño). Y el deseo avivó la envidia, a al revés en algunos, y en común murmuraban que el corregidor se quedaba con lo que era del rey, y que si no era por la pernada, de aquellas fuentes debería beber alguien más que el corregidor. Que ni el rey podía alardear que tal monopolio en su casa. Pronto los más próximos a las comadrejas evidenciaron al secretario y escriba que su jefe había incurrido en felonía que deshonraba a todo el pueblo y ofendía al rey, el cual no habría de pasar por alto tanto pecado, no deteniéndose en la reparación sólo en el pecador sino que alcanzara también a los consentidores. Y que sólo podría escudarse de la justicia real si de su casa ahuecaba al corregidor y repartía los bienes y riquezas que al rey había sisado, entre ellas las tres que fueron mozas, no sin antes haberse preocupado por su real estado.
Sea por que a tal secretario, de oficio carpintero de sierra y escofina, le agradó siempre en sueños el bastón de mando municipal, o porque hasta entonces nunca tuvo donde poner el suyo, o por que, ha de admitirse, la vanidad pierde asimismo a los carpinteros (tal y como Anaximandro afirma de forma razonada en su Égloga a la cruz y a la violeta : el logos y la doxa), el caso es que lo que se le propuso le pareció bien, y en breve, una mañana de San Isidro, antes de misa, se le quitó al anterior edil de bajo palio, llevándolo emplumado con lo puesto hasta Costa Esmeralda por tres sinvergüenzas, sin que a ciencia cierta se haya sabido de él desde entonces (aunque lo viajados del pueblo le ubican en Castro Urdiales, cosa probable pues cabe pensar que allí sin mucho esfuerzo triunfara habida cuenta su narrados apegos a lo ajeno).

Y del nuevo poco cabe significar que le distinga del anterior, salvo que dicho día de San Isidro fue el mejor de su vida, y que, habida cuenta de que no era hombre de muchas luces ni que gastara mucho tiempo o esfuerzo en buscarlas, en su nuevo oficio se mantuvo hasta que, ya viejo, se rompió la cabeza al caerse por el pico de las Nieves buscando una noche un cordero que se le había extraviado a un afligido vecino, pasando a ocupar una de aquellas cajas por el labradas antes de dedicarse a la cosa pública.

¿Que se fue de aquellas tres mozas que al servicio del anterior corregidor se hallaban, no por su voluntad? Se cree que pasado aquel día de San Isidro, y apagados las inaplazables y fugaces pasiones de los agitadores, los más labradores, aunque alguno hubo catador de lo que fue vino, en el pueblo no se supo muy bien que hacer con ellas, pues al nuevo alcalde no mostró a la postre tanta afición como el anterior y nadie, en definitiva, quería mantener en su casa todo el año lo que sólo había de disfrutar algún día, se les concedió carta blanca, y firmándoseles partidas de nacimiento y bautismo en las que se trocó nombre y lugar de nacimiento, que les sirvieron para exhibir allí donde fueron que eran igüedas como cualquieras, cosa que con lo que se mostraba por poco era al punto creida.

Aunque no se le ha conferido demasiado crédito, se cree que holgaron poco más de un año en Muskiz, pero que, hartas de morder la manzana, bajaron la cabaeza y siguieron la costa hasta que llega al puerto que Limpias tiene cerca de Zorroza (término cuyos terrenos son mayormente de nuestro convecino Juan Per'ko, antes Pérez el Huesu), y cruzaron un arroyo que allí hay cuando entra el mar en la tierra, y llegaron a una zona, que agora llaman Las Arenas, donde nadie había y fundaron su heredad. Contrajeron relaciones con tartésicos sureños a los que narcotizaron a fin de pasar por vegetarianas, y fueron prolíficas en su descendencia, tanto que se extendieron desde allí hasta las montañas que llamadas Dés Pyrenes, terrenos que hasta entonces asimismo yermos de gentes estaban. Las gentes de su clan, con el tiempo, han mudado en mucho lo recibido de las que fueron nuestras paisanas y valedoras, de tal manera que difiere mucho su cabeza con la nuestra y sus largos brazos con los nuestros. Pero la mayor diferencia, según cuentan los que los han visto de cerca y tratado, no es sólo la pura apariencia mencionada, lo cual sería liviano, sino la involución experimentada por las capas internas bajo pelo, que les ha llevado a mudar la realidad por alucinaciones, el origen por el final, la causa por el efecto. En fin, como en tertulia del abrevadero profirió en cierta ocasión el secretario refiriéndose a un asunto de la construcción de la escuela, "confundiendo el culo con las témporas". Como consecuencia, los muy desagradecidos mantienen que ocuparon Las Arenas antes que nuestros antepasados y niegan su origen de descendientes de aquellas tres moriscas que en nuestro pueblo ejercieron de apoyo de nuestro corregidor. Más aún, mantienen que en el origen de los tiempos, cuando el ser vivo más vivo era una anémona, Dios echó a algunas del Edén a nuestra Cantabria, y a las más bellas dejó en sus tierras, y que después, por un no muy aclarado pecado de tres Amamas, Dios los esclavizó en manos de los desterrados. ¡Qué villana muda sufre la historia, como de lo anteriormente dicho puede colegir el lector! ¡Cuán poco se agradece la carrera que a tales míticas féminas se dio en este pueblo, que a otras sirvió para configurar imperios, alcanzar marquesados o, cuanto menos, para conseguir la digna dispensa de un reclinatorio!.
Más aún. ¿Cómo hemos de soportar, que los hijos de aquéllas, que no son sino nuestros hijos propios, como se ha dicho, nos digan les hemos subyugado, colonizado y aniquilado, cuando sólo nos hemos comportado como padres y hermanos, y las ubres de nuestra Cantabria han qudado vacías por la gula de tales fieras? Y lo que resulta más mancillante: ¿cómo no volverán de su tránsito nuestros antepasados, viendo que, en pretexto de su maquiavélico plan, nos incluyan dentro de 'Paña, Spanya o España, país del que no hemos recibido sino deudas desde que el rey nuestro señor díjoles cuatro frescas y a los menos dejóles en paz.

Penosos tiempos esperan a nuestra Cantabria. Confiemos en que los igüedos que por ahí quedan, los advenedizos, que alguno abunda, y los foráneos, aplicados todos rápidamente a esta causa, coloquen cada cosa en su sitio. A cada uno lo suyo. "Se llevaron, se trajeron, se pusieron, y aquí están" (hoja secunda, adenda tercera Acta solemne sesión Conciello de Limpias del 31 de Deçembre del año 1750 de nuestro Señor, en redacción reproducida en libro de Actas de la Cofradía, revisitada por un próximo a su último tennedor , y a la que acudieron, según signatura dactilar, no menos de 35 dedos de los llamados "gordos" por el escribano, en reseña dejada al pie).
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04-03-13 21:16 #11115829 -> 11100062
Por:No Registrado
RE: ¡Basta las mendacidades! (II)
No veo les pedres en ningu lau
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05-03-13 22:50 #11118644 -> 11115829
Por:No Registrado
RE: ¡Basta las mendacidades! (II)
Con la que está cayendo, que está dejando en inflame miseria a muchos de nuestros vecinos, resulta ofensivo que uses como proclama de tus tonterias la palabra "ayuda". Te deseo, sinceramente, que tu no te veas necesitado de ella.
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05-03-13 23:36 #11118769 -> 11100062
Por:No Registrado
RE: ¡Basta las mendacidades! (II)
Ningún desatino nos hará apartarnos de lo que nos ocupa desde hace varias madrugadas, hasta que demos con el paradero de las piedras y de sus insolentes agresores. Y no desdeñaremos detalle, bulo, rumor,
meledicencia, por mucho daño que su atención nos provoque en nuestras entrañas, habida cuenta que a los grandes traidores de la Historia, en no pocas ocasiones, han podido ser señalados gracias a que resultaron traicionados.

Hallándonos, pues, entre gente de tan poco fiable fuste, midamos lo que comenos, y más aún, lo que por impotencia escupimos. Mudo eterno quedaría si pudiera imputarseme gracia o burla de necesidad alguna, y sí autor de todas las posibles mortificaciones para los parásitos que bailan con la música para que ésta no cese, mientras llenan su panza con los mendrugos que hurtaron a los necesitados de los que hablas con la acostumbrada candidez de cabeza sin ocupación.En la Place de la Bolsa nos veremos.


Aunque resulte lamentable, y ello quizás desanime a más de uno en la necesaria atención a las pesquisas sobre los rastros dejados por los actores de la monumental barbaridad, he de confesar que resultan muy cuestionables las traducciones del legajo, tanto que quizás en él no se tratara de pedras, ni de Reyes y gabachos, aunque ha de admitirse que el Obispo de Burdeos (sea el ejerciente en 1789 o el belicoso de 1639) necesariamente haría sus primeras aguas en alguna ocasión, lo que no nos aclarará nada de provecho. En adelante, prometo ser más profesional en mis pesquisas y metódico extremadamente en imputaciones y deducciones.

Pero, como contraprestación de tan loable promesa, permítaseme un último desliz, que es el de inquerir públicamente si la religiosa de Burdeos sigue fincada entre nosotros, socorriendo a los menesterosos de la Ayuda de su negociado y amenizando la ociosidad y festejos de los que no lo son. Pues pregunto tal cuestión porque con poco esfuerzo compartí accidentalmente (créaseme, aunque se de Limpias)la íntima conversación que el coadutor de nuestra catedral antuvo con la abadesa de aquélla el primer Domingo de Cuaresma, reclinada en confesionario, y de la que saqué en claro que la priora tiembla pensando en que las públicas artes de la dudosa hermana la arrebatarían el trono.

Si alguien es conocedor de tales pretensiones, publíquelas, a fin de que podamos alcanzar nuestras casas y en ellas ponernos a salvo de de fieras como éstas.
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