¿Cómo se financia la Iglesia? Mucha gente habla sobre los dineros de la Iglesia. Pocos saben cuánto y cómo se maneja e incluso hay un sector que opina de ello, además de con gran desconocimiento, con bastante mala intención. A continuación, vamos a dar unas ideas generales sobre la gestión de la economía de la Iglesia. Para entender como se administra la Iglesia, hay que tener presente que pertenecen a ella más de mil millones de personas, desigualmente repartidas por todos los países del mundo, que se agrupan territorialmente en más de 2.800 diócesis, regidas por un obispo que está bajo la autoridad del Papa y depende directamente de él. Sin embargo, económicamente, las diócesis son totalmente autónomas. Lo mismo hay que decir de las congregaciones y ordenes religiosas, cuyas economías también funcionan autónomamente. Esto quiere decir que, en cuanto a la economía, no existe una única Iglesia, sino unas 3.000 iglesias independientes. Normalmente, las diócesis de un determinado país se unen en un una Conferencia Episcopal con objeto de favorecer la solidaridad entre todas ellas, establecer acuerdos con el Estado, etc.; aunque no por eso cada diócesis deja de ser autónoma y su obispo sigue dependiendo directamente del Papa. La diócesis de Roma es el Vaticano, cuyo obispo es el Papa y bajo cuya autoridad espiritual están todas las demás diócesis, congregaciones y órdenes religiosas, que, como veremos a continuación, contribuyen al sostenimiento de este órgano rector de la Iglesia universal. Actualmente, el presupuesto anual del Vaticano es algo menor de 300 millones de euros y básicamente tienen tres fuentes de ingresos: · La 1ª son las donaciones de todo el mundo y el óbolo de San Pedro, por el cual las diócesis están obligadas a entregar al Vaticano la recaudación de una colecta especial que se realiza anualmente con este fin. Por esta primera vía, se cubre aproximadamente el 50 % del presupuesto. · La 2ª son los beneficios de las inversiones de su cartera de valores, que proviene de que, en 1929, la nueva República Italiana le pagó una cuantiosa suma al Vaticano por todas las propiedades que le había confiscado. Esa cantidad, que hoy serían varios cientos de millones de euros, fue invertida en una cartera de inversiones de bonos y acciones que aún existe y que cada año produce unos ingresos. Por esta segunda vía se cubre aproximadamente el 25 % del presupuesto. · La 3ª proviene de que el Vaticano es dueño de cerca de 700 propiedades, valoradas en unos 500 millones de euros, que proceden en gran parte de donaciones normales o testamentarias. Muchos de estos inmuebles son arrendados a compañías y a personas como tiendas o departamentos. Por esta tercera vía se cubre aproximadamente el restante 25 % del presupuesto. ¿Alcanza con eso para cubrir gastos? Cada año, por lo general, el presupuesto es muy ajustado y no se sabe si habrá lo suficiente para cubrir los gastos. Desde fines de la década del 70 hasta principios de los 90 tuvieron números rojos casi todos los años. Después se hizo cargo de las operaciones financieras un cardenal norteamericano, que era conocido por ser un hábil economista, que corrigió el déficit y se obtuvieron números azules por varios años. Luego vino una crisis financiera y volvieron a tener números rojos, aunque el déficit no era muy elevado. Según el último informe anual del Vaticano, en el 2011 se contaba con un presupuesto de gastos de 341 millones de dólares y tuvo unos ingresos de 356 millones de dólares. Aunque, la sede de la Iglesia Católica tuvo números rojos desde el 2008 al 2010. En resumen. Por lo general, se puede afirmar qua la Iglesia no obtiene excedentes significativos, como puede comprobarse por los balances anuales, que son públicos. Entonces, ¿podría decirse que la Iglesia es rica?. Yo contestaría diciendo que, como hemos visto, el presupuesto anual operativo de la Santa Sede es de algo menos de 300 millones de euros. Para hacernos una idea, el Ayuntamiento de Jerez o la Diputación de Cádiz tienen un presupuesto anual similar a ese. El patrimonio del Vaticano susceptible de venta, es de algo menos de 800 millones de euros y es similar, por ejemplo, a lo que en las organizaciones sin ánimo de lucro de Estados Unidos se entrega como donación. Por lo que, si lo comparamos con los estándares de las grandes organizaciones sin ánimo de lucro, el Vaticano no es particularmente rico. Lo que pasa es que, a diferencia de estas organizaciones, en las que lo que mayor capital absorbe es el pago de los sueldos del personal, en el Vaticano la gran mayoría de los "empleados" son sacerdotes o monjas, que o no reciben ningún sueldo o se les paga lo mínimo. Para darnos una idea un sacerdote, en España, cobra un sueldo mensual entre 600 y 800 euros, muy pocos obispos llegan a los 1.200 euros y una gran mayoría de ellos son "mileuristas". Ésa es la forma en que el Vaticano puede mantener las cosas funcionando con un presupuesto que en el mundo de las organizaciones sin ánimo de lucro no sería considerado como excesivamente grande. ¿Y las incalculables obras de arte? Los Museos Vaticanos albergan unas 18.000; entre ellas, por ejemplo, la Piedad de Miguel Ángel, los frescos de Rafael o la Capilla Sixtina.... ¿No debería la Iglesia desprenderse de esas obras y dar el dinero a los pobres?. Es posible que personas como Carlos Slim o Bill Gates pudieran pagar, con parte de sus fortunas, estas obras inmortales y sin precio. Supongamos que pudiera hacerse, pero ¿de verdad preferimos que esas maravillas pasen a formar parte de la colección privada de uno o varios multimillonarios? ¿Es ese un modo práctico de ayudar a los necesitados?. ¿No estaríamos matando una de sus gallinas de los huevos de oro?. Todo esto sin contar que el conjunto arquitectónico e histórico-artístico que conforma la Ciudad del Vaticano fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1984. ¿Cómo funciona el departamento encargado de las finanzas de la Santa Sede? Este departamento es la Prefectura para los Asuntos Económicos, a cuyo cargo hay un cardenal nombrado por el Papa. Además, existe un consejo de cardenales que asesora a la Prefectura en la administración financiera. Ese consejo, a su vez, tiene una junta de consultores que son profesionales financieros, expertos en inversiones, etc. Actualmente, muchos cardenales provenientes de Estados Unidos y Europa les achacan que son tremendamente cautelosos y hacen inversiones de muy bajo riesgo. Publican un balance financiero anual; pero, aunque se hace público, no se hace la propaganda adecuada y, aunque está previsto que se publique pronto, aún no hay una auditoría publica e independiente de las finanzas. Algunos cardenales se quejan privadamente de que se obtendrían mejores resultados si se "ficharan" economistas que tomaran decisiones responsables, pero ligeramente más audaces. Actualmente, el Vaticano reconoce que sufre las consecuencias de una reducción sostenida de los ingresos, en especial de los donativos, y ha asignado a un sacerdote español la tarea de reestructurar las finanzas. El año pasado ya se notó su influencia y los números negros están de regreso. Entonces, ¿Por qué se critica tanto al Vaticano por este aspecto? Muchos están en la creencia de que en el Vaticano pululan grupos de personajes que están intrigando o conspirando todo el día contra el poder papal; lo que no deja de ser un cliché novelesco. Evidentemente, en un mundo tan diverso pueden coexistir puntos de vista contradictorios, que gustarán a unos menos que a otros. Pero más que ángeles o demonios, buenos o malos, lo que hay es un gran matiz o escala de grises. Es posible que también haya ambiciones más o menos sanas, como en cualquier otro sitio. También hay que tener en cuenta que el Papa no es una figura magnética que ejerce un control absoluto sobre todo el Vaticano. No hay control mental, ni poder absoluto. En un Estado donde diariamente se producen miles y miles de documentos, con una burocracia de las más complejas del mundo, la idea de un personaje controlando todo, como fuente omnipotente y omnipresente, no solo resulta ridícula, sino imposible. Pero por lo que más se critica al Vaticano es a causa de su secretismo. En una sociedad obsesionada con la transparencia, el secreto es algo que ahora ya no vende y está mal visto. El Vaticano se percibe como un mundo que oculta celosamente sus secretos. Para que no tengan excusa nuestros tertulianos de la tele, nuestros periodistas y nuestros políticos —que son los que conforman la opinión pública—, la Iglesia tiene ahora el deber hacerse cada vez más trasparente y seguro que lo hará, porque no tiene motivos para no hacerlo. Sin embargo, el secreto forma parte de nuestra condición humana. Si no salgo a la calle a contarle a la gente mis secretos, eso no significa que sea un mentiroso o un delincuente. ¡No contar la verdad no significa que estemos mintiendo! Y lo cierto es que toda organización que se precie, como cualquier gobierno o incluso cualquier empresa, tiene su nivel de secretismo. El Vaticano tiene la ventaja de no tener leyes que le obliguen a revelar sus secretos, como ocurre en muchas sociedades democráticas. Por otro lado, el Vaticano tampoco es muy bueno a la hora de mantener los secretos, ya que hemos visto que cada vez hay más filtraciones. Creo que lo que sucede es que nos parece todo más impenetrable y misterioso porque allí se hablan en realidad tres idiomas: la burocracia papal habla italiano; hay también un lenguaje especializado para tratar asuntos sobre la historia, las escrituras, la teología, las leyes canónicas y la liturgia; y por último, existe un argot de la curia romana acerca de su psicología, su propia cultura y modos de abordar los temas. Por no mencionar el latín. En un mundo tan indescifrable a ojos del observador externo, es inevitable que todo nos parezca misterioso y oscuro. Por eso el Vaticano es un caldo perfecto de cultivo para periodistas y novelistas que quieran jugar con la palabra "misterio". Sin embargo, poco a poco, los misterios van dejando de serlo y así tenemos que, por ejemplo, Ya se pueden visitar on line los Archivos Secretos Vaticanos o también la Autoridad de Información Financiera Vaticana ha sido admitida en el llamado Grupo Egmont; lo que, según su director, «representa el reconocimiento de los esfuerzos sistemáticos de la Santa Sede y del Estado de la ciudad del Vaticano en la identificación y lucha contra el blanqueo de capitales y la financiación del terrorismo». |