San Fernando - Cadiz

copia en badajoz



Ayer ojeando un periódico me topé con este escrito, no soy muy dado a reproducir los argumentos de los demás, pero este viene a cuento porque me he desgañitado diciendo que la varita mágica que dice tener el pp para arreglar los problemas de estado, (desde los sillones del hemiciclo) no son ciertos, y que sin son tan listos y los otros tan inútiles, deberían de arreglar primero sus feudos y después el del vecindario en general.

Madrid es la estrella de la corona gobernada por el pp, pues bien, todo esos recaditos que a diario le mandan al gobierno por parte de sus miembros, se ven reflejado por la parte del forro de su chaqueta, en lo que cuenta esta persona, despilfarro, subida de impuestos, mejoras sociales por los suelos o en autobús, qué más da si gobierna gallardón etc... Pero sobre todo, le vuelve la espalda al barrio pobre y se gasta los dineros por el de salamanca y la milla de oro, esto lo tendrían que tener en cuenta aquellos incautos que se mueven por el último cántico de sirena que suelta al viento la gaviota...

Diciendo y creyéndose los incondicionales, que el pp tiene la solución para esta crisis, crisis que tratan de presentarla en sus manifestaciones como algo exclusivo de nuestra nación, sin exponer jamás las dificultades que tienen las naciones limítrofes para salir de ella...y mucho menos apuntar al meollo de la cuestión, la genialidad que en su día tuvo el superhombre de las azores con la ley del suelo, ley que desembocó en algo que vengo diciendo ya muchas veces aquí, de no haber existido una crisis mundial, nosotros la hubiésemos padecido igualmente, porque un día u otro hubiese explotado la famosa burbuja.

Si yo pretendiese con estos argumentos decir que el gobierno todo lo que hace lo hace bien, faltaría a mi verdad, pero no soy pepero, soy socialista objetivo y sé que hay muchísimas cosas que este gobierno no debería de haber hecho y otras que las tenía que haber hecho y las ha dejado en el tintero...(él que me sigue en mis escritos sabe a qué me refiero, él que nó, que bucee en los mismos, hoy no tengo muchas ganas de escribir) .

Pero jodo, todo lo que hace el gobierno es malo y los otros si tienen que hacer algo es darle caña al mono y ponerle palos a la rueda... Cómo solución, eso no, a cada cual lo suyo.

Por estos pequeños detalles y otros que echamos a la papelera cuando esta ya está llena, a mí, ni a mí primo, nadie nos va a convencer de que un partido como el pp pueda solucionar los problema de este país (tendrá que esperar a que las cosas evolucionen por si sola y, si sale barba san antón, si no, la concepción) y mucho menos vamos a creer en la superioridad que manifiestan lenguarazmente, ya que visto lo visto por lo dicho por éste vecino de un barrio de currantes de madrid, sus problemas están estupefacto en el tiempo y relegados por su rango. Cuestión de clases, dice la botella. El grado de solución brilla por su ausencia, es más, el problema de estas comunidades y ayuntamientos gobernados por el pp, rebasa la media que dichos problemas tiene el resto de la nación gobernados por los “inútiles” ...que sería de nuestro país si fuesen tan “listillos” cómo otros.

Piri

“yo pago impuestos en madrid, pero debo de vivir en otra ciudad, esa que queda más allá de la m-30: en la cáscara olvidada que rodea la almendra de la capital. Mi querido alcalde, alberto ruiz-gallardón, me ha subido el ibi, me ha subido el impuesto de basuras, me ha subido el transporte público y –¡oh, milagro!– me ha multiplicado por cinco la deuda de la ciudad. Mi ayuntamiento debe más que toda la comunidad autónoma de castilla-la mancha, más que galicia, más que murcia o que aragón. Ya saben: la austeridad de la que siempre presume rajoy. La deuda sobre madrid pesa 7.125 millones de euros: 2.200 euros por madrileño; un dineral.
Pago impuestos de capital europea (han subido un 130%) pero mi barrio tiene servicios de poblacho africano. Y ahora que las cuentas no dan para más, el deterioro de los barrios humildes va a peor. He visto baches que no creeríais, asombrosas esculturas de hojas secas que nadie recoge, oxidados parques infantiles cuyo cajón de arena también sirve de ‘pipican’. Viajar en metro al centro –con sus parterres florales y sus paradas de autobús de cristal– es como volar en avión de túnez hasta parís: en un ratito de nada saltas de un continente a otro, a un mundo maravilloso donde todas las farolas funcionan, recogen la basura por las noches y hay máquinas mágicas –casi robots– que limpian la acera con agua a presión. Yo vivo en otro lugar que se llama madrid porque de algún modo lo tienen que llamar, pero que, sin duda, no es una ciudad que se pueda permitir gastar medio millón de euros en inaugurar una calle, o 500 millones en un palacete para que el señor alcalde tenga un despachito a la altura de su dignidad. No me gusta hablar de madrid en esta columna, que también se lee lejos de la capital. Pero si escribo de este asunto es porque me temo que mi queja es una historia universal”.