¿Os acordais de afilaooor? Recalaba el afilador, empujando la rueda lentamente con su larga blusa, soplando la siringa de variados sonidos y aguda nota final. Este peculiar instrumento musical identificaba la profesión del emisor. Salía una mujer con tijeras y cuchillos para afilar, él observaba, tasaba el trabajo, y ponía en función revolucionaria la piedra, al ritmo que imprimía el pedaleo, sacando gran cantidad de chispas. Llegado un tiempo, desaceleraba el ritmo, sacaba de un cajoncito un trozo de trapo negro, de tela de paraguas, y le daba unos cortes para probar el afilado. No, otro breve repaso, nuevas chispas y, al fin, se acabó la tarea. Entre tanto, un carrito de chicos observaba la labor del afilador, entre enredos y risitas, como hijos de herrero sin temor a las chispas. |