Olvera - Cadiz

En este décimo aniversario de la verguenza de Irak (verguenza es un término corto), al ver la foto de las azores me pregunto ¿alguno habría leído "La paz perpetua" de D. Inmanuel Kant?. (De uno de ellos me pregunto si sabía leer). Por si Aznar nos lee, le ofrezco una de sus conclusiones: Considerando utópico la idea de Platón de que la tarea de gobierno fuese encargada a filósofos, D.Inmanuel pide a los gobernantes que al menos los consulten, sobre todo en el caso de decisiones importantes. D. José María, ¿A quien consultó vd.? Si hubiese dicho "He hablado con José Antonio Marina (que ha sido declarado uno de los hombres más influyentes del pais, pero sobre los que no tenemos poder) y, como soy hombre religioso, con el cardenal tal y me han dicho que adelante, a matar gente (el lenguaje en manos de políticos se ha retorcido tanto que no sólo no dicen esto, sino que sustituyen guerra por intervención)". Vd. ni siquiera consultó a su gobierno, les dio la orden, y para más miseria moral, ni siquiera uno dimitió, cuando podían ofrecer razones éticas, religiosas, políticas o económicas para oponerse.
Un aparte sobre el nombre del libro, en el prólogo hace referencia a que un irónico hostelero holandés tenía a la entrada del establecimiento un cuadro de un cementerio con el título "La paz perpetua", así que si leeis otro origen (como me ha pasado a mí, causándome profunda indignación), no lo creais. Juan Caro Aguilar

Este es el comienzo de la narración de un terrible suceso acaecido hace años.
"Aquella madrugada fue peor que las demás. Mirando hacia la oscuridad, espantado, sentía ese sufrimiento que no cejaba, ni tenía esperanzas ya de una disminución, de una tregua. El efecto de los dos valiums sólo producían una descoordinación con las piernas, una disminución del ritmo cardíaco, pero en sus dudas de tomar una tercera pastilla, sabía que tampoco le daría el ansiado regalo del sueño, aunque fuese corto y convulso. Temía ir al baño porque temía ver y verse en el espejo. Ver aquel monstruo, aquel horror..."
Durante el día, mientras se relacionaba con lo cotidiano, podía engañarse con un remedo de vida; "la praxis libera", se repetía. Comenzaba la jornada con un cambio de hábito de muchos años. El afeitado con navaja, costumbre heredada, mientra se miraba satisfecho con tantas ambiciones logradas, lo había sustituido por la rapidez de la maquinilla eléctrica desde aquella mañana que, temeroso, agarró su mano derecha con la izquierda cuando le abordó un fuerte impulso para seccionarse la yugular. Pero tan imperfecto que su mujer le daba un repaso antes de salir. "Está en una mala racha, ya se le pasará. Mejor no hablar". "Mejor no hablar", se decía al salir. Si no se habla de las cosas desagradables, éstas se van borrando, creía. O mejor, quería creer, pero la realidad era muy otra, la conciencia, como el cáncer, no desaparecen por no hablar de ello. En fin, otro día...(continuará)

¡¿Qué es esto?!", gritó a su secretario al observar un hueco en la agenda del día a partir de las doce. "Pues como últimamente le he vito algo agotado pensé en descargar un poco la tarea..." "Rellénelo inmediatamente, búsqueme una reunión con cualquier motivo". Poner puerta a aquella riada aunque sea por unas horas. Aliviar el sufrimiento de aquel tumor del alma que crecía sin cesar desde aquella maldita noche en que vio aquel maldito vídeo, aquellas imágenes que le atormentaban destruyendo implacablemente las defensas del yo. Aquel vídeo que tan ufano le remitió su colega, para que viera las consecuencias exitosas de nuestra común operación. Un secreto temor le advirtió que lo rompiera, pero él quería demostrarse que era "valiente". Inocente.
Desaliento. Cuándo se inventó esa palabra. Amargura. De cuando nos viene un sabor amargo sin causa externa. Desalmado. El que ha perdido el alma, se aplica a la persona que causa daño voluntariamente, comprobó en el María Moliner. “Ese soy yo”. Hay daños, como los causados a cosas, que pueden ser enmendados, pero los causados a personas con frecuencia no. Y ese era el caso. La pérdida del sentido del humor, ¿desde cuándo no se reía? Desde aquella noche era seguro, pero ya desde mucho antes algo le decía que su vida tomaba un derrotero equivocado, que por aquel camino un día se estrellaría. Su vida, guiada por la vana vanidad, la estúpida ambición, la búsqueda de la gloria, que al llegar a una meta ya está más lejos, y que en realidad es sólo vanagloria. Y ya entonces su risa era falsa.

Y lo único que encontró al final del camino era aquella fuente de dolor, que crecía día tras otro, inundando su interior con aquella sangre corrompida, hedionda. Empurrisement, era un término francés que en su día le llamó la atención, sin traducción exacta, proceso de pudrimiento, significaba. Y eso era lo que sentía, primero afectó a su autoestima, que tan equivocadamente consideraba como muralla troyana. Y que él mismo introdujo su caballo destructor; y aquel veneno ya afectaba a sus razones para vivir, e iba pudriéndolas una tras otra.
“Nullum animal felix est post sexum, dice el proverbio latino” peroraba el jesuita en aquellos lejanos Ejercicios espirituales; el salido de Félix, despertó de su adormilamiento y, creyendo que se refería a él, le preguntó, “¿Qué ha dicho de mí?” “No se refería a ti, ha dicho que ningún animal es feliz después del coito” “Que me traiga una novicia que ya le contaré luego”. Aquella madrugada, en una rara semitregua de Las Furias le vino aquel recuerdo de un momento en que le costó Dios y ayuda contener la risa. Aquel año de la juventud, cuando consultó al que tomaba por líder y se dejó convencer que lo importante, lo único importante es el poder, y más acompañado de dinero, lo demás, la cultura, era cosa de maricnes, de débiles o de los que no podían hacer otra cosa. “Leer un libro puede hacerlo cualquiera, mandar mil hombres sólo los elegidos”.
Pero le asaltó aquel recuerdo no sólo por la pérdida de la risa, sino por la desaparición de Eros en todos los sentidos. ¿Cuándo fue la última vez que hizo el amor? Meses, si aquel pobre orgasmo, del que su mujer acabó en un irreprimible llanto, se le podría llamar así. Desde entonces dormía en una pequeña cama en su despacho. Otra renuncia, otra derrota.

Aquella mañana se cumplía un año. Cuatro pastillas no fueron suficientes. Cuando cogió su maletín y abrió la puerta, supo que no podía dar un paso más, su voluntad, agotada, renunciaba a continuar, desprovista ya de fuerzas. Entonces supo lo único que podía hacer. Se dirigió al cuarto de baño, se miró al espejo, y cogiendo su maquinilla eléctrica, golpeó con todas sus fuerzas su imagen mientras gritaba “¡Canalla!”. Al saltar algunos cristales hirieron su mano; su mujer apareció y le dijo “¿Puedo hacer algo?”, “¡Sí!, irte”.
Llamó a su secretario anulando todo y que arreglara una entrevista en el canal autónomo, pero que exigiera que fuera en riguroso directo. “¿A qué hora?” “A cualquiera”, Ya la reproducirán, se dijo. Notó cómo Las Furias aflojaban, y empezó a sentir cómo una especie de niebla sutil iba relajándolo, cómo una de ellas pareció acercarse por la espalda y, con cierta ternura, le ponía una mano en el hombro y, por fin, pudo dormir.
Fue un sueño largo, reparador. una larga lista de llamadas del secretario, y el mensaje que decía a las diez y media. Estaba en aquel cajón aquel regalo, el “escorpión”, de allende el charco; con una breve sonrisa, lo metió en el bolsillo derecho de la chaqueta.
Fue por el disco, que desde luego sabía donde estaba. Llamó a su chófer y lo citó con tiempo. Se sentó y, como en un vídeo acelerado, pasó ante sus ojos toda su vida, sin orden.


Llegó con suficiente antelación. Entregó el disco y dijo que lo pusieran durante la entrevista. “Aquí vemos los resultados de nuestra última Cruzada, Cómo liberamos a aquella pobre gente de su cruel dictador”. Las imágenes eran espantosas; ante la indiferencia de los soldados, había gente agonizando, rotos como consecuencia de las bombas; cada imagen parecía superar en horror a la anterior. Podía habernos avisado Presidente, y al menos hubiésemos advertido que estas imágenes podían herir la sensibilidad del espectador, “¡Nada!, la verdad libera, Y así liberamos Irak cometiendo muchos más crímenes que su mandamás, siendo más asesino que él. Y atención ciudadanos, ahora liberaremos al mundo de un canalla” Y sacando de su bolsillo derecho una pequeña pistola de calibre 22 se la metió en la boca y sonó un disparo que pocos minutos después se vería en todo el mundo.
Durante unos segundos todos quedaron paralizados en el estudio. Alguien reaccionó y dio la orden “¡Publicidad!” Nadie sabía qué hacer, se acercaron al cadáver, uno de los cámaras sacó su móvil haciendo una foto. Le sorprendió su expresión de sonrisa, como liberado. El encargado del vídeo leyó la funda que, en inglés decía “Atención del Presidente de USA al Presidente de la República de España, con afecto”. En realidad decía “afetion”. Pero eso era sólo una falta de ortografía.
Homenaje a D. José María Aznar