Zorita - Caceres

Según mi criterio, aplicándolo a Zorita, lo primero que debe saber un “buen” Alcalde es que para el correcto desempeño de la función da lo mismo ser Popular, Socialista, Comunista o de cualquier otro bando siempre que no se tengan tendencias ideológicas separatistas no solo porque la unión hace la fuerza, sin necesidad de aditamentos políticos, sino también porque en sí mismo y por razón de nacimiento, el simple título de zoriteño conlleva aparejada la necesidad de anteponer el bienestar colectivo de su pueblo a los intereses personales y partidistas de los clanes que, interesadamente y por sistema, propugnan la desunión entre conciudadanos, para de ese modo revalidar lo de “a rio revuelto, ganancias de pescadores”.

Un “buen” Alcalde debe saber que el municipio no es una finca particular ni un feudo propio, por lo que ni tan siquiera él está por encima del imperio de la ley, de ahí el que como ciudadano venga obligado a cumplir primero, y hacer cumplir después como Alcalde a los demás, las normas legales establecidas para todos.

Un “buen” Alcalde debe conformar y adaptar su carácter a las circunstancias concurrentes sin arrugarse ante nada ni ante nadie ya que, bien ejercida, la autoridad que encarna le permite someter y disciplinar incluso a los más bravos por muy acarnerados o cerriles que estén. Y todo ello, para evitar, entre otros, la repetida comisión impune de actos vandálicos como “introducir palillos en las cerraduras de las casas en varias calles del pueblo” o la “quema de contenedores y cableado telefónico en la mismísima Plaza del Pueblo” sin miedo a las represalias; desmanes que sin duda atentaron abiertamente contra el principio de Autoridad, aunque fuera por divertimento sino cupiera atribuirles cualquier otra finalidad lucrativa o para descrédito del propio Alcalde.

Un “buen” Alcalde debe saber que cuando la viña no se guarda sola el miedo puede guardar la viña por lo que con carácter excepcional, y únicamente cuando la ocasión puntualmente lo requiera, debe abstraerse de cualquier otra consideración para, anteponiendo “el fin a los medios”, evitar que las moscas se nos coman, ya que a veces más vale “pecar por exceso que por defecto”. Ésta es una sugerencia que por experiencia personal se surte -por lo general- muy buenos efectos, pues al igual que la ingesta de una hostia a tiempo puede evitar la pérdida del alma, la aplicación de una buena ensalada de otras tales (no eucarísticas) al caso controvertido puede no solo estimular la reflexión del que las recibe, sino también procurarle una gran paz interior no exenta de sensaciones que por indeseadas y poco placenteras, terminan doblegando el ánimo incluso de los más recalcitrantes, tras lo cual suelen abandonar la mala senda y volver al buen camino, en pro de una convivencia pacífica y sin sobresaltos como los antepuestos.

Por sus buenos resultados, aún a fuer de repetir la dosis, el excelente remedio anterior no debe ser considerado como una extralimitación en el ejercicio de la Autoridad, sino más bien entendido como un toque de atención o “llamada al orden” para los infractores antes de apretarles a fondo las clavijas.

Por razón del cargo, un “buen” Alcalde debe serlo de todo el pueblo, por lo que (sea del partido que sea) al iniciarse una votación nunca debe ser el primero en hacerlo, y mucho menos empezar diciendo con la mano en alto “Nosotros votamos …, ya que el empleo de dicho pronombre personal, en su boca, (suele ser un mal endémico en muchas legislaturas) denota no solo la adscripción o pertenencia al partido que le votó, sino también un claro desprecio por la opinión de aquellos que formando parte del mismo pueblo se abstuvieron o lo hicieron en su contra.

Un “buen” Alcalde debe ser consciente que el Ayuntamiento no es el Vaticano ni el Alcalde, el Papa, pues mientras que en el ejercicio de su función -y porque le salen muy baratas- el Santo Padre puede impartir bendiciones a diestro y siniestro; en el desempeño de su cargo el Alcalde tiene que ser mucho más cauto y austero a la hora de conceder regalías o favores, no solo porque LA HUERTA NO ES TAN GRANDE NI EL HORTELANO TAN RICO, sino también porque por mucho que lo pretenda con agasajos, festejos populares o gratificaciones generalizadas nunca va a llover a gusto de todos, ni el sol va a salir antes de su hora, además de que por razones de economía “el horno no está para bollos”.

Un “buen” Alcalde NO TIENE QUE DAR (sino es de su bolsillo) nada que no corresponda al que pide (por pedir) ni tan siquiera bajo promesa de votos futuros, pues debe ser consciente de que al DAR indebidamente a uno LO QUE ES DE TODOS está perjudicando los intereses comunales y aunque, en su momento, pueda lograr la promesa de voto del injustamente beneficiado (A COSTA DE LOS DEMÁS) también corre el riesgo de perder los votos de quienes con la arbitraria donación pudieran sentirse perjudicados.

Un “buen” Alcalde tiene que entender que en Zorita “todo el pescado está vendido”, por lo que debe salir a Cáceres, Badajoz, Mérida, Madrid, al Parlamento Europeo, y si fuera necesario hasta el mismísimo Vaticano no solo para PEDIR, como un mendigo, que le den lo que por NO CORRESPONDERLE pueda ser arbitrariamente concedido o denegado, sino también para EXIGIR, con el poderío que confiere la razón, al que la lleva, que le DEN lo que por corresponder a su pueblo sea susceptible de reclamación incluso en otros foros o instancias allende nuestros Tribunales y Organismos propios.

Sentadas las premisas anteriores, también debe saber que la mayor o menor BONDAD de un gobernante poco o nada tiene que ver con el correcto ejercicio de su función, ya que ni el “cabronismo puro”, ni el “tan bueno es mi Juan, que no vale pa ná”, son “per se” atributos suficientes para llevar a cabo una buena gestión en la que el término medio es la virtud que distingue a un mandatario “bueno” siempre propenso a decir SI (aun cuando debiera decir NO) de un “buen” mandatario que para hacer primar el interés colectivo frente al de los particulares y a los partidista siempre dice NO (mientras no deba decir SI).

Con arreglo a lo dicho, un “buen” Alcalde debe saber que no tiene porque ser necesariamente bueno, malo, serio, gracioso, alto o bajo, sino tener un poco de todo, es decir, ni bueno, ni malo, simpáticamente serio y solo graciable en la medida en que puntualmente las circunstancias concurrentes lo aconsejen, siendo irrelevante a los efectos que aquí interesan, la mayor o menor altura del jerarca ya que según una creencia popular muy extendida algunos bajitos no son más altos porque el peso y la continua atracción de la fuerza gravitatoria sobre una parte de su anatomía, generalmente ubicada en la zona de la entrepierna, les impide crecer y desarrollarse con normalidad, de ahí la expresión de “no es más alto por lo guevon”.

A título particular, y por no tratarse de numerus clausus, considero que lo precedente junto con otras muchas otras recomendaciones aquí no expuestas, es lo mejor para la buena marcha del negocio por lo que el Alcalde debe ser inexorable a la hora de llevarlo a cabo con independencia de que los sujetos susceptibles de amonestación sean particulares o funcionarios de cualquier administración pública, pues aquí, y a esos efectos, resulta irrelevante el estatus personal o profesional que ocupen los infractores, actitud plenamente concordante con el parecer de un señor que sabía mucho más que yo, desde cuya perspectiva “No basta saber, se debe también aplicar", concordante con la de "No es suficiente querer, se debe también hacer”.

Para no alargarme mucho, y si tengo ánimos para ello, en otra ocasión expondré mi opinión (no necesariamente acertada) sobre algo más de lo que debe o no debe hacer un Alcalde en Zorita.

Fdo.: José Urbina.

No cabe duda que has mostrado de forma clara lo que debe hacer un buen alcalde. Pero se te olvida lo más importante: rodearse de un buen equipo, mostrar un programa creible y pensado y, por supuesto, ganar unas elecciones con el voto mayoritario de sus vecinos. Despues de esto viene todo lo demás. Saludos.No se si deberían Juan Francisco y Juan Carlos pedirte algun consejo.

Capreolus, me congratula sobremanera tu consenso sobre lo que debe hacer un “buen” Alcalde, lo cual invita a pensar en que no voy muy descaminado.

No obstante mi complacencia por ello, siento disentir contigo en lo relativo a un supuesto olvido (no es tal), por cuanto si quienes concurren a las elecciones no son Alcaldes sino meros candidatos debidamente habilitados, y previa declaración de intenciones, de ello se desprende tu error dada la imposibilidad de que “a priori” ningún Alcalde pueda RODEARSE DE UN BUEN EQUIPO, MOSTRAR UN PROGRAMA CREÍBLE Y PENSADO Y, POR SUPUESTO, GANAR UNAS ELECCIONES CON EL VOTO MAYORITARIO DE SUS VECINOS, ya que “per se” de los votos de los ciudadanos no sale ningún Alcalde sino solo Concejales que serán quienes DESPUES de tomar posesión de sus cargos elegirán, a su vez, al Alcalde, tras lo cual queda conformado el Pleno de la Corporación.

Si lo anterior es cierto e indudablemente lo es, no cabe duda que por extrapolar el orden cronológico de los hechos te equivocas en lo de DESPUÉS DE ESTO VIENE TODO LO DEMÁS, por cuanto lo que expones ocurre precisamente ANTES (no “a posteriori”) , de ahí, el que TODO LO DEMÁS QUE VIENE DESPUES se circunscriba a un Alcalde que no tiene necesidad de RODEARSE DE UN BUEN EQUIPO, MOSTRAR UN PROGRAMA CREÍBLE Y PENSADO Y, POR SUPUESTO, GANAR UNAS ELECCIONES CON EL VOTO MAYORITARIO DE SUS VECINOS ya que ahora puede aprovechar, en sus distintas ramas, el buen hacer y saber de ocho Concejales que bien dispuestos conforman, para lo bueno y para lo malo, el equipo que tan reiteradamente propugno no solo por aquello de que “cuatro ojos ven más que dos”, sino también por lo de que “la unión hace la fuerza”.

Saludos.

En lo relativo a tus dudas sobre los posibles consejos a Juan Francisco y Juan Carlos no te subestimes por cuanto aunque desconozco tu identidad es muy probable que sepas de algo que ellos ignoran (nadie sabe de todo) con lo cual quizá también tu pudieras aconsejarles.

En cuanto a mí, al menos en teoría y por razones obvias, se presume debo saber más que los tres juntos, por lo que “inter nos” sin dura sería el más idóneo para (mediando precio) aconsejar en asuntos legales si tu no resultaras ser un profesional del derecho (me consta que ellos no lo son), en cuyo caso, necesitaríamos de un tercero con facultad decisoria para dirimir la cuestión objeto de debate tras someter a su criterio nuestros respectivos dictámenes forenses.

Fdo.: José Urbina.