Valdefuentes - Caceres

Hace unos días os prometí que hablaría de apodo “cacereño”. Dicho apodo, nace en el pueblo Guipuzcoano como algo despectivo contra los cacereños, años más tarde este apodo era valido para todos los inmigrantes fueran extremeños o no, lo usaban contra todos aquellos venidos de fuera, un ejemplo: “cállate cacereño”

Los comienzos fueron muy duros para aquella riada de hombres y mujeres cargados de esperanzas y huyendo de la hambruna de su pueblo, dispuestos atrabajar donde fuere y como fuere, por un sueldo más barato que el de los nativos.

Los vascos no querían que su cultura se mezclara con los recién llegados, temían perder la pureza de su lengua y el privilegio en sus trabajos. Los inmigrantes no segundaban las huelgas y de ahí el apodo de “cacereños”

Años más tarde los vascos se dieron cuenta de su equivocación, los extremeños con los bolsillos repletos de pesetas se volvieron los más fieros a la hora de las reivindicaciones y las mejoras en sus trabajos.

Por los años 60 llegó nuestro personaje, un muchacho joven que una noche de borrachera se plantó ante la puerta del casino del pueblo dispuesto a seguir bebiendo , pero … aquel casino estaba reservado solamente para los ricos, curas y médicos.Tal fue su tozudez, que dio pie a la intervención de la guardia civil y le dieron una soberana una paliza que a la mañana siguiente avergonzado cogió el tren y se fue al país vasco.

Un día conoció a una chica vasca y se casó con ella, esta lo hizo sin el consentimiento de aquella familia nacionalista. Era hija única y renunció a sus padres, a su bienestar en el caserío, todo lo hizo por el amor de aquel cacereño.

Como buen extremeño, era testarudo y se vengaba de aquella familia vasca prohibiéndole a su esposa que hablara a sus hijos en vasco. En aquella casa sólo se hablaba de extremadura, de su cultura y de la buena gente de su pueblo.

Tal era la obsesión que tenía, que la esposa un día le propuso que se fuera él y los hijos unos días al pueblo, él acepto al momento, habían pasado tantos años. Cuando llegó lo primero que hizo fue presentarse con sus dos hijos en el casino del pueblo para desayunar, se le acercó el camarero, este le dijo, -señor, no puedo servirle el desayuno, usted no es socio de este casino - él le contesto, pues hágame lo ahora – el camarero le respondió - no puedo señor, si no presenta usted dos avales, -en aquel momento se levanto y cogió de la mano a sus hijos y les dijo,- vuestro padre se ha equivocado, en esta tierra los caciques nunca mueren.

Cuando bajo del tren y al besar a su esposa le dijo, a partir de este momento sólo hablaremos en vascuence. Esta es un historia real que plasmó el protagonista en un libro que lo tituló, "CACEREÑOS"

Si muchos de estos nacionalistas vascos y catalanes, son hijos de inmigrantes extremeños y andaluces, que en su afán de ser aceptados en la sociedad que les adopta, en ocasiones sn más radicales que los nativos de pura cepa.

El señor Perez Carod-Roviera es un buen ejemplo de ello.

Otros en cambio, nos integramos con amplitud de miras, con agradecimiento a los que nos dieron lo poco que tenemos en la vida, pero sin olvidar lo que somos y de donde venimos, sin idealizarlo ni exagerarlo, sino con naturalidad y orgullo.

No obstante muy intesante tu relato.