Valdefuentes - Caceres

Cansado de preguntar a unos y a otros, recibo una llamada de mi amiga Alba, me propone participar en la tertulia que organiza su madre todos los jueves con un grupo de vecinas que se hacen llamar “Las cafeteras”.
Querido foro, ya quisiera el programa Sálvame tenerlas de tertulianas, que manera de desnudar a todo bicho viviente, allí no se salva ni el mismísimo espíritu Santo ¡Que barbaridad!

Estos son algunos fragmentos de aquella tertulia, los otros apuntes, me los guardo y no los saco a la luz pública, ni aunque me torturen.

A la pregunta de cómo fue Don Eloy como cura, todas respondieron a la vez, un trepa que se cortaba las sotanas, pero... coserlas se las cosía la tía Zarceña, que para “las cafeteras” esta era una santa: lavaba, cosía, planchaba, le hacía la comida y entre misa y misa de rodillas le fregaba el Convento, Santa Zarceña.

Al final de su carrera, aquel cura trepa se encontró con que el entonces Alcalde de Valdefuentes, puso su nombre en una de nuestras calles ¡Que menos dijo el perla! Y aquella santa Zarceña que sólo sembró el bien, que nunca robó nada, que sus piernas quedaron destrozadas de por vida, de tanto y tanto fregar de rodillas. Aquel ínclito Alcalde, tan generoso con el ladrón, la recompenso con el olvido. Santa, Santa…

Llegó el turno del cura Don Jesús, este nada pudo robar porque nada de valor quedaba, pero como un buen pescador, tendió sus redes sobre aquellos hombres pecadores del pueblo y se los llevo, tres días con sus tres noches, a hacer unos cursillos espirituales. “Las Cafeteras” que se mofaban de todo entre café y café, dijeron que en aquel grupo de hombres pecadores sólo se hallaba un vendito, el panadero un santo barón que vivía en la parte alta del pueblo y en cambio, su estimada esposa, que al parecer tenia dos y la bailaora, quedo impune.

Llegó el turno del cura Don Francisco, de él contaron que era hijo de una familia pudiente y que aparte de su religiosidad, era un gran experto en los productos de la higuera como son: las brevas y los higos. Como a sus antecesores, la iglesia le obligaba a vigilar las piernas de las mozas, por si a estas no le daba la gana de ponerse medias. Un buen día, sin querer se equivocó y tocó la fruta prohibida, fue un desliz que repitió hasta la saciedad. Él no quería, pero… la moza que era la mismísima serpiente del paraíso le hizo pecar. A los pocos meses aquel cuerpo se deformó de tal manera, que el cura al verla exclamó ¿Oh Dios mío, qué te a pasado? El cura avergonzado, tiró la sotana y el crucifijo y se casó por segundas nupcias, con aquella humilde e inocente mozuela.

Y llegó el tema del Convento y todas exclamaron ¡Las tumbas secretas, haberlas ahílas! Es más dijeron que por aquellos años… en el Convento había un grupo aproximado de 30 monjes y curia les mandó unas monjitas novicias, para que ayudaran en la cocina y en los quehaceres del Convento… Los monjes trabajaban en el huerto y en las almas de las personas, otros monjes mas solidarios se sacrificaban y se llevaban a las novicias al huerto. Ellos decían que lo hacían para enseñarlas a sembrar cebollinos… ¡Santos Barones clericales!

muy graciosa y muy bien redactado, pero lo de d. Francisco te lo podias haber ahorrado, no crees?

Hola Topeta, siento que no te gustara lo de Don Francisco, estas cosas nos guste o no, es la historia viva de nuestro pueblo.

Una parte importante del pueblo, dice que aquel susodicho cura, aparte de echar con sus manos la vendición,tambien las dedicaba para acariciar otros hemosos cuerpos.

las "cafeteras" dicen lo que dicen y dicen que, en aquella época las mozas creian que cuando el cura las abrazaba, las estaban abrazando el mismo Dios. ¡Santas mozas y Santa inocencia!

desde nuestra tierra te mando un saludo

Buenas.
La historia hay muchas maneras de contarla y en la misma historia, muchas versiones.
No entro en si es o no verdad, ni pretendo poner la mano en el fuego por nadie.

Pero resulta que el tal D.Francisco, sigue visitando el pueblo con mucha frecuencia, de hecho es una persona muy implicada en muchas de las actividades socio-culturales que se realizan en él, todo de manera altruista y desinteresada.
Sus hijas también van por el pueblo con mucha asiduidad.

Es por todo esto, por lo que pienso que hay que decir las cosas con más cuidado y respeto, para no hacer daño a los demás.

Que una cosa es contar la gracia tomando un café con unas amigas y otra difundirlo en un foro público que mucha gente lee.

Estoy seguro que no era tu intención, pero uno tiene que medir las consecuencias de sus actos.

Un saludo.