Mi primer diálogo con la santa Hola Patrona, te noto bastante demacrada. -Los años no perdonan, y yo... ya tengo taitantos. -De taitantos nada. ¡siglos!. -¡Eso no se le dice a una señora!. -Perdona, ha sido una broma, yo tenía pensado que por las santas, el tiempo no pasaba. -¡Pues ya lo ves! Aunque en verdad te digo que yo no soy santa, el Santo es mi hijo. Yo era una joven hermosa y según decía el SUMO yo tenia el porte de una gran reina y como buena hija, acepté que mi buen padre me entregara al honorable José, un sabio anciano de allá nuestra aldea que, muy gentilmente, se hizo cargo de mi estado. Después de mi casamiento en secreto con Antipater, legitimo heredero al trono de su padre. Este, temeroso del poder de mi marido, un día lo mandó liquidar y aquí me encuentro escondida, protegiendo al único heredero del reino de los judíos. Y venerada como madre de todas las madres de la tierra. -¿Madre, gracias al espiritusanto? -¡No te enteras joven, aquello fue una fábula como otras tantas! -Si si fábula, que humildad tiene mi santa. Eres la única mujer a la que el ángel Gabriél, a través de un gran fogonazo de luz, te anunció la buena nueva. -Dices muy bien joven, lo del fogonazo de luz si que me impresionó. Yo vivía encerrada en el templo con un grupo de hijas pudientes, que no conocíamos barón y una noche, el sumo sacerdote me entrego desposada al joven Antipater. ¡Un romano...! |