Torrecilla de los Ángeles - Caceres

Éste tio Emilio Remundina que va a ser el protagonista de ésta breve historia que voy a contarles,vivió junto con su mujer e hijos en la Plaza del Pueblo en una casa que fué de mi padre por herencia del tio Mateo del que en su dia hice también un breve comentario.

Estaba casado,con Venerada,una hija de tia Mena que dió nombre a una Orquesta que fundaron sus hijos cuando tio Segundo descubrió la manera de tomar una gaseosa un poco más fresca.
Venerada,fué una mujer muy fértil,inmensamente fértil,pues todos los años sin quedar uno solo, a tia Colasa la comadrona interrumpia su descanso sin preocuparse de la hora que fuera.Tuvo la suerte,de que todas las criaturas venian a derechas,por lo que el parto era menos doloroso y tal vez en eso se explique tanta repeción año tras año.Tia Colasa cumplia perfectamente su papel,y después de un buén lavado me la dejaba para que durmiera tranquilamente.
Todo transcurria con normalidad durante unos dias como siempre,hasta que sin sorpresa ninguna y donde quiera que te hallaras,oias el repicar de las campanas-la gorda y la chica que anunciaban algo por lo que no habia que preguntar.Un Angelito más al Cielo y vuelta a empezar.No sé cuantos Angelitos de éstos el matrimonio Venerada y Emilio mandaron al Cielo,pero si que fueron bastantes.No hay reglas sin excepción como todos sabemos,y aqui también las hubo:un muchacho llamado Pedro y una machacha que no recuerdo su nombre.

Continuará.....


jacintoP.

Transcurrian los años 45-50 del siglo pasado aproximadamente cuando ocurrió esta breve historia que pretendo contarles.Eran tiempos de dificultades económicas en toda España por los recientes sucesos de una guerra civil y una guerra mundial,además de por nuestra situación geografica alejada de lo más desarrollado dentro de la misma España.No olvidemos que éramos casi, casi,hurdanos.
No conociamos la luz electrica,el agua corriente y ningún servicio sanitario para tener un poco más de higiene.Ni siquiera teniamos un reloj público que nos anunciara la hora del dia para comer y desarrollar nuestro trabajo diario.Nos guiábamos por el Sol y en caso de estar nublado por lo que nuestro estómago nos pedia.Por decirlo más claro y con menos palabras,no teniamos nada de nada,y cada uno se apañaba para resolver sus propios problemas.
El dinero apenas se conocia,y sólo algunos de los que llamaban (ricos pobres) a lo mejor guardaban alguna pesetilla con algún real en algún calcetin debajo de la almohada de la cama.
Ante éste panorama tan desolador para todo el mundo,habia que aguzar el ingenio para ver de qué modo se sacaba algún real,porque las pesetas estaban bastantes dificiles.En éstas circunstancias se encontraba el tio Emilio como tantos otros,y le surgió repentinamente la inspiración:habia que afilar cuchillos,tijeras y navajas que abundaban
y solian fallar el corte a la hora de comerse un buén tomate o partir por la mitad una morcilla patatera.

continuará.....

jacintoP.

Tengo que decir,que en aquellos tiempos de los que hablo,era dificil muy dificil mantener las herramientas de corte en perfecto estado.Habia que esperar año tras año,a que apareciera por el Pueblo un Señor Gallego con su máquina artesanal.Éste señor ya era familiar entre nosotros,y nos anunciaba su presencia tocando un silbato propio de los afiladores que se distinguia por sus diversas tonalidades cuando soplabas.Al sonido del mismo,aparecian por las puertas de las casas lasa mujeres con un puñado de utensilios para su afilado.Éste buén hombre,porque verdaderamente lo era,cargado de paciencia escuchaba la enfermedad que cada una relataba de la entrega que le hacian;no quedando nunca en el olvido no se excediera en su trabajo a la hoara de cobrar.Como pueden comprobar,el regateo existia para todo menos para el pepel higiénico que no se utilizaba.

Los agricultores por entonces,sólo tenian que afilar la guadaña para crtar el pasto el que lo tenia,que no todos.Se valian de una lima más o menos fina con la que le sacaban el corte,afinándolo un poco más con alguna piedra que se habian encontradado en el rio y era ´mas manejable.

Ante tantas dificultades y tan larga espera para volver a ver al Señor Gallego,a tio Emilio,tio Emilio Remundina,pensó un poco en el negegocio
y ni corto ni perezoso se dispuso el hacerle la competencia.Yo no sé de dónde,pero el caso es que se presentó un dia en el Pueblo con una piedra abrasiva casi,casi exagerando un poco,com el morejón de los antiguos molinos de aceie.Me he preguntado algunas veces,a qué se debió tan exagerado tamaño,pues jamás habia visto cosa igual.Aunque pensé que a lo mejor confiando en las buenas perpectivas del negocio pudiera temer
se le acabaria muy pronto la piedra.

A estas alturas del relato,tio Emilio ya lo tenia todo:la piedra-la gran piedra-y un pequeño local al mismo lado de su casa para no perder tiempo en desplazamiento alguno.Se hizo de unos listones de madera,y a base de sierra,azuela martillo y puntas construyó una estructura maderil donde dió alojamiento a la gran piedra.Mediante un pedal de madera-aqui todo es madera-hacia que aquella mole alcanzara las revoluciones sufientes para su trabajo.

Una vez todo terminado y puesto a punto,sin autorización alguna porque no la necesitaba,abrió a disposición de la clientela el taller para el que quisiera visitarlo o hacer uso de su buén trabajo.No hubo necesidad de hacer folletos informativos,pués todo el Pueblo era sabedor de la ocurrencia de tio Emilio.Lo que pasó o pudo pasar después,ya no soy conocedor de ello,pués paraba en el Pueblo poco tiempo.

No puedo decir a quién se le ocurrió darle el nombre oon que he abierto ésta conversación,pero si que lo recuerdo de la boca de mi madre:el bolanchin de tio Emilio,


jacintoP.