Santibáñez el Bajo - Caceres

Este articulo de opinión es de FELIX BARROSO GUTIERREZ,que en el día de hoy 14/2/2016,a salido publicado en EXTREMADURA PROGRESISTA o DIGITAL EXTREMADURA

La Segunda República Española trajo consigo toda una explosión popular que impregnó e hizo llamear a las capas más bajas de la sociedad. Intuían que se daban las condiciones más que propicias para destrozar las cadenas y los grilletes que les amarraban hasta los testículos por culpa de carencias y represiones urdidas por los eternos poderes caciquiles. Toda una mezcolanza de señores feudales, políticos conservadores y de derechas, terratenientes, la Iglesia tridentina y otros que bailaban el mismo son eran los culpables de aquellos desafueros. Aquella explosión multicolor trajo consigo el despertar de unos carnavales que eran la expresión del estruendoso y licencioso sentir que el pueblo tenía de la fiesta, como manifestación espontánea, satírica y legendaria que bullía en lo caliente de sus sangres.

A Ti Pelayo Jiménez Cáceres le decían Ti Pelao en el pueblo. Había venido a dar guerra a este mundo un miércoles de Semana Santa, apareciendo en el calendario la festividad de San Endo y San Donino. Corría el año de 1894, a 21 de marzo. Hijo de Ti José Jiménez García y de Ti Demetria Cáceres Sánchez. Aquel carnaval republicano se había convertido en todo un vendaval libertario. Por unos días, todas las amarras del ordeno y mando, o de la ley y el orden, se habían transformado en papel mojado, en agua de borrajas. Cada cual entraba en cualquier vivienda como Pedro por su casa y arramplaba con las mejores tajadas de la olla, trocándolas por vistosos y pulidos rollos de río.

O ahumaban y apestaban las casas que se negaban a entregarles algún donativo en especie para la comida del “entrueju”, arrojando dentro de ellas los “zajumériuh” (pucheros medio rotos llenos de cagajones secos, pelos de viejas y algunas guindillas picantes, a los que se prendía fuego). Ti Pelao dirigía la orquesta carnavalera. Se las había amañado para confeccionarse un indumento de cura párroco, con su birrete y su estola, su acetre y su hisopo, y marchaba al frente de un grupo de bragadas mujeres, que representaban el papel de plañideras.

El cortejo transcurría por las calles de la población. Iban a enterrar la sardina. En las encrucijadas, se paraban, alguien tocaba una turuta y ellas cantaban unos gori-goris donde ponían a las derechas y a los curas trabucaires como chupas de dómine: “Loh zapátuh de Gil Róblih/eran de puru charol;/llenítuh iban de sangri/de obréruh de la nación”./// “Si loh cúrah comieran/rólluh del ríu,/no ehtarían tan górduh/loh tíuh joíuh”. Llegando al ejido comunal, un par de paisanos, vestidos estrafalariamente y armados de pico y pala, hacían unos “bóchah” (agujeros boquianchos sobre la tierra) y las hembras más atrevidas se colocaban sobre ellos y de pie, sin agacharse, meaban sobre aquellos improvisados orinales. Rara vez se gastaban bragas entre las clases bajas.

Luego, se limpiaban sus partes con las largas sayas y continuaba la marcha, prosiguiendo con los cánticos y las puyas: “¿Ándi vah, Alfonsu Treci,/con chihtera y sin gabán?/-Voy a vel la sepoltura/que tengu en El Ehcorial./-Bien merecía la tiénih/pol fusilal a Galán./Pol fusilal a Galán,/pol fusilal a García./Bien merecía la tieni/todita la monarquía”.

“¡Aquéllúh sí que eran entruéjuh, que la genti se divertía a la manera antigua y ponían a ehcurril a loh de arriba y éhtuh no podían ni rechihtal! Peru entóncih mandaba la República y moh dierun muchu aire a la genti baja. Nunca s,había conocíu cosa igual; sin embargu s,alzarun loh generálih, vinu la guerra y s,acabó lo que se daba, que yo cuasi que ni lah cuentu, que me libré pol loh péluh”. Así me hablaba Leandro García Rodríguez, más conocido por Ti Aleandru “Botón”, que fuera paisano y entrañable amigo mío y concejal republicano del Frente Popular. Él me narró muchos episodios de aquellos años, entre ellos las andanzas de Ti Pelao, nieto paterno de Ti Juan Jiménez Galiano, natural de la aldea conquense de La Hortizuela, y de Ti Juana García Hernández.

Uno de los artículos que escribiera Mariano José de Larra en aquella revista satírica de costumbres titulada “El pobrecito hablador”, que no tiene desperdicio alguno, lo titulaba “Todo el año es carnaval”. Afilada era la pluma de aquel fóbico social y cuasi histérico. Y un lunes de carnaval, el 13 de febrero de 1837, acabaría sus días pegándose un tiro en la sien. Tan solo tenía 27 años. También en el reciente carnaval, el Sábado Gordo del antiguo antruejo, día 6 del presente mes de febrero, se nos presentó en la gala de los premios “Goya”, con pajarita y esmoquin, Pablo Iglesias Turrión. Muchos no entenderíamos que el dirigente de Podemos se embutiera en tan aristocrática vestimenta a no ser que, siendo tiempo de carnestolendas, pretendiera satirizar al patriciado y a la casta de tan empuntada alcurnia. Así debió ser. Como parte de la farsa carnavalesca, bien está por el disfraz.

Carnaval de la vida y de la muerte, tan presente en algunos antruejos que aún se conservan en el mundo rural. Pero también carnaval que es la antítesis de sí mismo y que carece de gracia y que no solo se ha desbordado en estos días del antruejo, sino que ya viene coleando desde los pasados comicios de diciembre, que aún no han digerido muchos de los contendientes y cuyos resultados han sido peor que mediocres. Hartos estamos de ese carnavaleo barato, hediondo y no exento de globos oculares llenos del ramaje conjuntivítico del odio. La derecha de este País, o sea, el PP, a la que se le cae la carne a pedazos por la lepra de la corrupción, intenta por todos los medios agrupar al PSOE y a Ciudadanos bajo las plumas de esa gallina clueca en la que se ha convertido don Mariano Rajoy y Brey. Menudo apestoso carnaval el de tan ansiada coalición. ¿Qué tiene que esconder, qué teme, de qué recela la Gran Derechona de este país?

En su huida hacia adelante, tropieza con toda la cacharrería. Pablo Casado Blanco, vicesecretario de Comunicación del PP, afirmaba no hace mucho aquello de “en vez de aforar a los supuestos, posibles cómplices, los hemos expulsado y los hemos cesado”. Y, ahora, van y blindan a María Rita Barberá Nolla, la oronda exalcaldesa de Valencia y actual senadora. ¿Acaso temen que se vaya de la lengua y saque de las cavernas otros nombres para que dancen en este pútrido baile de carnaval? Hay mucho miedo a que los verdaderos actores del virtuoso y libertino carnaval aparten de un empujón a los que son en muchos aspectos herederos de quienes cercenaron los antruejos en años oscuros, debido a su carácter rupturista y transgresor. En Asturias, Podemos ya ha obligado a acudir a las guillotinas democráticas a Manuel Menéndez, consejero delegado de Liberbank y presidente del patronato de la Fundación Bancaria “Cajastur”, por sus oscuros manejos en tales entidades. Y la cacería de estos falsos carnavaleros solo acaba de empezar.

Los que se sienten acorralados por echar carnaza al canallesco carnaval atropellan a todo el que se atraviesa en su camino y echan mano de sus fiscales y sus jueces, gente ultramontana y sectaria, que pisotea la ley a sabiendas. Dos honestos e incomprendidos titiriteros han sido enchironados por Ismael Moreno, juez de la Audiencia Nacional, y la fiscal Carmen Monfort. El abogado José Luis Mazón ha dado con el mazo un contundente golpe sobre la mesa y, hablando en nombre del movimiento “Contrapoder”, ha presentado la correspondiente querella por “una resolución esperpéntica, un despropósito no salido de una aplicación defendible del ordenamiento jurídico”. Y acusa a la fiscal y al juez de “distorsionar la realidad para poder justificar la medida de la prisión de los dos titiriteros”. Y habla de “tiranía institucional” y denuncia a aquel sector de la judicatura “puesto al servicio del interés político y de determinada ideología”.

Los pésimos, viejunos, neuróticos y vomitivos actores de ese carnaval que dura todo el año intentan cargarse a los genuinos antruejos. Lanzan exabruptos a la desesperada. Lo mismo el lenguaraz Alfonso Guerra que el meapilas Jorge Fernández Díaz o el canoso José Manuel García-Margallo, ministros en funciones del PP que ya sienten el aliento del lobo en el trasero. Y podríamos citar otra legión de ellos, que vuelven a sacar el fantasma de ETA (¿por qué no el de los GAL?) o el de Tejero (¡qué más quisieran algunos que volver a ver a otro general Manuel Pavía Rodríguez de Alburquerque entrando a caballo en el Congreso!).

Ti Pelayo Jiménez Cáceres, nieto materno que fue de Ti Carlos Cáceres Fuentes y de Ti Antona Sánchez Gutiérrez, fue un actor carnavalero de primera. La dictadura franquista le aguó los antruejos y, en la larga noche que siguió al 18 de julio de 1936, les pedirían cuentas tanto a las plañideras como a él. Triste y cruento episodio, pero de ello ya hablaremos en otra ocasión. El alegre paisano se entristeció para siempre en la misma fecha que el general Francisco Franco decretaba una amnistía para todos sus secuaces, señalados desde la ONU por crímenes cometidos durante la Guerra Civil. Era el día 12 de noviembre de 1966, siendo la onomástica de San Juan “El Limosnero” y de San Menas “El Solitario”.

Desde nuestras barricadas, seguiremos combatiendo a quienes pretenden mantener su carnaval canallesco. Nosotros, el próximo sábado, día 20 de febrero, estaremos celebrando uno de los más auténticos antruejos del mundo hispánico: “El Carnaval Jurdanu”, en la alquería de Horcajo. Os invitamos a todos a confraternizar con los vecinos de Las Hurdes, adonde al pan se le llama pan, y al vino se le llama vino. Para los que se dan golpes de pecho y comulgan a diario pese a ser quienes envician y emputecen la esencia del carnaval, ahora es tiempo de Cuaresma. Para nosotros, los que seguimos el calendario Juliano y no el Gregoriano, los antruejos, los genuinos, con pedigrí, no se terminan hasta que lo pasan los idus de marzo y festejamos a la diosa Anna Perenna, la que siempre amó el jolgorio y el sano retozar del pueblo. Sinceramente, nos la suda la Inquisición.

Buenas tardes.