Santibáñez el Bajo - Caceres

Este articulo de opinión de FELIX BARROSO GUTIERREZ,que en el día de hoy 27/12/2015,a salido publicado en EXTREMADURA PROGRESISTA o DIGITAL EXTREMADURA

Oí contar a bocas con muchas almenas y rostros arados por rugosos surcos que, en cierta ocasión, el cura párroco del lugar intentó convencer a Agustín Jiménez Floriano para que votara a la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA). Corría el año 1933 y se acercaban las elecciones del 19 de noviembre. Aquella jornada de Todos los Santos el paisano había hecho un alto en el camino y, como cosa excepcional, se había embutido en la ropa de los días de fiesta y, después de bien comido y bien bebido, se encaminó a agarrar los naipes en el casino de Ti Colás “Azucena”. El clérigo fue su compañero en la partida.

Al finalizar, pretendió engatusar a Agustín para confiscarle el voto. No en vano era otro eclesiástico, además de jurista, político y periodista, el que había inspirado aquella gran coalición de partidos políticos católicos y de derechas. Efectivamente, Ángel Herrera Oria, personaje ensotanado y ultraconservador, había tocado a rebato todas las campanas de las parroquias de España, llamando a los párrocos a arañar todos los votos posibles.

El primer vagido lo dio Agustín Jiménez el 8 de octubre de 1902, cuando las parteras aldeanas ayudaron a sacarlo del vientre de su madre, Ti Juliana Floriano Miguel, casada con Ti Francisco Jiménez Simón, perteneciente a una saga de molineros que ya tenían mucha solera en la población. Era un miércoles y la Católica Iglesia celebraba a San Badilón y a Santa Porcaria. Como no podía ser por menos, una vez que matrimonió, Agustín llevaría el remoquete de “El Molineru”, como ya lo llevó su abuelo Faustino Jiménez Montero y todos los hijos, nietos y bisnietos de éste. Hoy en día, algunos tataranietos continúan con él, aunque ya los molinos sean un rimero de escombros y las zarzas se los coman a bocados.

Mucho insistió el cura del pueblo para doblegar a Ti Agustín “El Molineru”. Cansado ya de tanto sermón, cuentan que , saliéndole rana, le contestó: “Déjise usté de tantu predical, que loh sermónih loh debi uhté guardal pa cuandu se suba al púlpitu. Miri uhté: bien dici un refrán que `sántuh a la juerza, son máluh de lleval`; por ellu yo digu que conmigu ehtá perdiendu el tiempu, que ya queé una vé ehcarmentau de loh vótuh y me diji que por mí lah úrniah podían queal bien de máh. Bien me creu que por no il a votal no moh mandarán al pareón de loh afusilamiéntuh, qu,esu de loh vótuh no es obligatoriu y cá cual puedi echal la papeleta o quealsi en casa, cumu jagu yo de siempri”.

Al parecer, el nieto paterno de Ti Isidora Simón García, oriunda de Guijo de Granadilla, había salido escaldado en unas elecciones durante la Restauración Borbónica, cuando un político provincial le juró y rejuró que si él y los suyos les votaban, quedarían exentos de ciertas tasas que eran muy gravosas para los molineros. Su familia apoyó en pleno la causa de aquel político, pero el tiempo fue pasando y las promesas se volvían agua en una cesta. No solo no se suprimieron las tasas, sino que subieron como la espuma. Desde entonces, Agustín Jiménez Floriano dijo que “vérdih lah habían segau” y se convirtió en un abstencionista recalcitrante.

Aparte del que fuera nieto materno de Ti José Floriano Caletrío y de Ti Inés Miguel Alonso, había otras muchas largas filas de abstencionistas en aquellos años de caciques sin escrúpulos, turnismo del partido liberal-conservador con el liberal-fusionista (Cánovas y Sagasta besándose a tornillo y, a la vez, apuñalándose por la espalda) y Borbones amantes de la juerga, los casinos y las mujeres. La abstención superaba casi siempre el 45% en aquellas elecciones donde un pucherazo seguía a otro. La II República haría denodados esfuerzos por aumentar la participación ciudadana. Por primera vez en la historia política española se aplicaba el sufragio universal sin restricciones de género en las elecciones legislativas. La abstención bajó al 30,98%. En los años que llevamos de democracia después de la muerte del dictador, la participación no dista mucho de los años 30 del pasado siglo. En nuestras recientes elecciones generales del 20 de diciembre, el “partido” ganador ha sido la abstención, con un 27% de electores que se han quedado en sus casas. Pero curiosamente no llevaron a los platós donde se cuecen los debates políticos a ni una sola persona de las que preconizaban una abstención consciente, responsable, consecuente y militante. No eran indecisos, sino gente racional y críticamente abstencionista.

Mi buen amigo y tocayo el historiador y analista Félix Rodrigo Mora refiere que “para que unas elecciones, se elija lo que se elija, se realicen de manera libre, es indispensable que el sujeto que elige conozca todas las posibilidades a elegir”. ¿Acaso todos esos vecinos de nuestros perdidos pueblos, de esa España rural y profunda, que votan a manos llenas al bipartidismo, han tenido la oportunidad de escuchar la polémica voz de los abstencionistas? Rotundamente, no. Pero ni ellos ni los de la España urbana y moderna. Además, a muchas villas y lugares camuflados entre las sierras o en las llanuras sin horizontes solo llegaron los sobres del PSOE y del PP. Y sabido es que la gran parte de los lugareños están acostumbrados a ir desde casa con el sobre de los votos. Ellos no saben manejarse entre los numerosos montones de papeletas que hay en las cabinas electorales. Más puntos a favor del bipartidismo. En el fondo, pervive, aunque con otros ropajes, el caciquismo de las oscuras épocas, y es que la zo.. puede cambiar de pelo pero no de mañas.

Con la cabeza muy alta, Ti Agustín “El Molinero” le decía al cura párroco que cada cual podía echar la papeleta o quedarse en casa tranquilamente. Le oxeaba diciéndole que dejara los sermones para cuando subiera al púlpito, porque santos a la fuerza son muy malos de llevar. Él tenía sus motivos para ser un abstencionista activo. Podía ir con la cabeza bien alta, como deberán ir los que se abstuvieron el penúltimo domingo de diciembre de 2015. Éstos tienen todo el derecho del mundo de decirle a Don Mariano Rajoy Brey que eche la cremallera a su rancia boca y no ande proclamando por ahí que el PP tiene la mayoría y que son los encargados de mover la batuta de la orquesta. El Partido Popular solo representa al 21% de los españoles con derecho a voto, frente al 27% de los abstencionistas. De aquí se infiere claramente que un sistema político como el actual que permite que dos decidan por diez no tiene nada de democrático. Nada que ver esta empochecida y corrupta partitocracia con una Democracia Real.

En los últimos comicios ganaron de manera diáfana los abstencionistas. Que no nos venda la burra el señor Rajoy cuando se le ha esfumado un tercio de su poderío y ha pegado un batacazo que le ha puesto a cien por hora el guiñado de ojos al que nos tiene acostumbrado cuando la nariz le crece como a Pinocho. Perder 63 diputados y tres millones y medio de votos no es moco de pavo. Ni que tampoco se cargue medallas Pedro Sánchez Pérez-Castejón, el que, en la noche del escrutinio, clamó a los cuatro vientos que “el PSOE ha hecho historia, compañeros y compañeras”. Y resulta que dicho partido obtenía el peor resultado conocido, dejándose un millón y medio de votos en la gatera. Por nuestros berrocales y encinares, la que fuera concejala pepera en Zafra y ahora diputada por Badajoz, María Teresa Angulo Romero, no cabía en sí de gozo por los resultados obtenidos en la región extremeña. ¡Menudo gozo! ¿Cómo alguien en su sano juicio se puede alegrar de que su partido, el PP, pierda en Extremadura más de 15 puntos porcentuales y se quede sin dos escaños al volatizársele más de 114.000 votos?

Aparte de reconocer la victoria del abstencionismo, la medalla de plata ha sido para Podemos, que de 0 diputados ha pasado a 69. Ello pese a caer sobre Pablo Iglesias Turrión andanadas tales como las que oí el mismo domingo de las elecciones, a media mañana, en el cosmopolita mercado de Ahigal. A la entrada de una tasca, un señor que andaría rayando los setenta pero con una mala baba que se la pisaba advertía a otros dos aldeanos que no se les ocurriera por nada del mundo votar a Podemos, ya que “su jefe gastaba coleta como una mujer y nunca se ponía corbata ni traje”.

Ciertamente, en los medios rurales, sobre todo del norte cacereño, todavía tiene mucho predicamento el poema “Varón”, que compusiera en su día José María Gabriel y Galán; de aquí que la coleta en un hombre repugne a los machos rechulos, imperiales e ibéricos. Y lo de la corbata y el traje da prestancia y prestigio a quienes lo llevan a ojos de la humilde y desinformada gente del campo, pese a que ellos, labriegos machacados por televisiones cutres y cadenas de radio no menos casposas, solo se pongan tales prendas no más de media docena de veces en su vida.

A Ti Agustín Jiménez Floriano no le dio tiempo a probar las hieles de la partitocracia surgida a raíz de la Transición democrática. Una tuberculosis laríngea se lo llevó de calle el último martes de un octubre en el que sus paisanos se afanaban en el “verdeu” (recolección de la aceituna de mesa). Era el mismo día en que Los Beatles recibían, en Londres, la Orden del Imperio Británico. Se festejaba a Santa Gibitruda y a San Sigebaldo. Lo más probable es que hubiera seguido siendo abstencionista a piñón fijo. Pesaban mucho sobre sus costillas los engaños y mentiras de un político de provincias.

Buenas noches.