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Santiago del Campo - Caceres

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España > Caceres > Santiago del Campo
17-01-12 19:35 #9455215
Por:manuel 60

un retazo de la historia de nuestro pueblo (copia y pega en google esta dirección)


(copia y pega en google esta dirección)
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17-01-12 21:45 #9456199 -> 9455215
Por:luis_santiagueño

RE: un retazo de la historia de nuestro pueblo (copia y pega en google esta dirección)
El maestro de escuela. Por Andrés González Gutiérrez
Semblanza del “Maestro de Escuela” D. José Díaz CabezaDice un adagio o proverbio “el que no es agradecido, no es bien nacido”. Pues recordemos y agradezcamos los buenos oficios de las personas que nacieron y convivieron en Santiago del Campo, incluyendo las que sin haber nacido en este pueblo, prestaron su servicio y quemaron sus energías en él.Guardias Civiles que velaron por nuestra seguridad, el Médico junto con el Practicante que se entregaron en cuerpo y alma para remediar nuestros males y dolores, los Curas que regentaron la parroquia, se desvelaron para conservar la “Fe” de sus feligreses inculcándoles el mensaje evangélico y atendiendo los cultos litúrgicos y las tradiciones religiosas que nos dejaron nuestros mayores.Pero quiero centrarme más en los que entregaron su saber y conocimiento para instruir y educar a los niños que siempre fueron y son la esperanza y el porvenir de la sociedad, “Los Maestros”, que en tiempos pasados fueron -vergonzosamente- maltratados económicamente (pasas más hambre que un maestro de escuela), era un dicho corriente. Creo que estamos en deuda con la figura del “Maestro” que merece ser recompensado, no ya económicamente. ¿Cómo?. Muchos pueblos les han dedicado una de sus principales calles, con el nombre del que querían homenajear.Es una idea, pero puede haber otras, como la titularidad de un colegio u otras parecidas.Fueron muchos los maestros y maestras que pasaron por el pequeño municipio santiagueño. Recordemos aquellos que su estancia fue más larga: Doña Remedios Díaz (toda una institución), Doña María Tovar, Don Emiliano Peñalva, D. Gabino Hurtado. Podríamos alargar más esta relación, pero como ejemplo basta con estos nombres.Pero yo quisiera rendir mi propio homenaje al que fue mi mejor maestro.El cacereño D. José Díaz Cabeza, que entre los años 1930 y 1933 ejerció la función de instruir a los niños de Santiago del Campo, en jornadas de lunes a sábado, mañana y tarde (sólo las tardes de los jueves eran vacacional), con una matrícula que llegaba o pasada de los 100 niños, comprendidos entre las edades de 4 a 14 años. Pero no terminaba aquí su jornada: por la noche había clases de adultos.Espero que los pocos que vamos quedando de aquella generación lo recuerden y se suman a este pequeño homenaje. Un buen número de sus alumnos destacó con una formación bastante aceptable. Aunque ninguno de ellos llegó a realizar estudios superiores, muchos prosperaron en sus profesiones y empleados y varios de ellos ocuparon puestos de responsabilidad. Ninguno de los que asistieron a la escuela en aquella época puede considerarse analfabeto.Mi homenaje consiste en hacer semblanza de su saber y su grandioso trabajo.En sus clases -amenas- se trataron y estudiaron materias de Gramática, Aritmética, Geografía, Geometría, Fisiología, Ciencias Naturales y quizá algún tema más.Sólo se utilizó un libro de texto “Historia de España”. Para las demás asignaturas, las lecciones eran copiadas en cuadernos (contábamos con un cuaderno por asignatura), después de estudiada la lección que correspondía, uno de los alumnos la explicaba al conjunto de éstos, con las correspondientes correcciones del Maestro. El resto escuchaba y contestaba las preguntas que hiciese el Maestro.Con este sistema, por la mente del alumno las lecciones pasaban varias veces.Para estimular el trabajo de sus alumnos, estableció un sistema de notas, que a final de mes el recuento de estas notas te hacían cambiar de puesto en la clase. A final de curso, eran premiados, con material escolar, los mejores estudiantes durante éste.Muchas de las tardes de los jueves (aunque eran vacacional) se dedicaban a un “paseo escolar”, aprovechando para practicar lecciones de Geografía, señalando en riachuelos y regatos los distintos accidentes geográficos, más con un pequeño telescopio se estudiaban los astros del espacio celeste. Aprovechando el paisaje se practicaban técnicas para dibujar una vista panorámica.El día siguiente del paseo escolar, ejercicio de redacción sobre las actividades de la tarde anterior.Pero no todo eran lecciones, también se practicaba el deporte. Al ser Don José un gran entusiasta del fútbol, nos lo había contagiado. Se formaron dos equipos: el “Atleti” y el “Santiago” (creo eran los nombres de estos equipos), con sacrificio compramos un balón, y en el campo de “Las Eras”, con porterías sin marco ni red, señaladas con piedras, nos enfrentábamos los dos equipos en reñidos partidos de fútbol.Su enseñanza fue tan amena, que ciertas lecciones parecían cuentos o historietas. El “Sistema Planetario” lo convertía en una familia y cada alumno representaba un miembro de esta familia. El Sol el padre, los Planetas los hijos, y los Satélites, los nietos. Cada personaje explicaba su puesto en la familia y el parentesco con los demás miembros.No faltaba una buena colección de mapas, dibujos lineales (utilizando compás y tiralíneas) y artísticos. El papel utilizado, el papel de barba, tintas de distintos colores al igual que lápices también de colores.D. José dibujó sobre las paredes, en buen tamaño, los mapas más necesarios y representativos para la enseñanza de la Geografía (el presupuesto escolar debía ser escaso) por lo que tenía que recurrir a este medio. Pero estos mapas no tuvieron buen fin. En unas elecciones (al ser las escuelas colegios electorales), alguien más interesado en el resultado de las elecciones que lo que representaban estos mapas, fue apuntando sobre ellos el seguimiento del escrutinio. El lunes siguiente, cuando el maestro abre la puerta, no sólo quedó decepcionado, sino entristecido al ver su trabajo destrozado.Al igual que con los dibujos, tampoco faltaron las figuras geométricas confeccionadas con cartulina.Una de las prácticas más interesantes en Geometría fue la confección de planos. Estas prácticas se realizaron en un cercado del pueblo, al que se halló su área o cabida después de confeccionado su plano.Sería interminable detallar las materias impartidas por este Maestro, pero algunas fueron tan interesantes como la “confección de gráficas”. Diariamente se anotaba la temperatura, al sol y a la sombra, la dirección del viento (que señalaba la veleta del reloj), el tiempo si era lluvioso, nuboso o soleado y despejado. Al quedar todo reflejando en esta gráfica, se podían observar las oscilaciones del tiempo.Fueron innumerables los trabajos manuales que se confeccionaban, con gamonita, madera, palitos, corcho y greda (barro rojo -arcilla). Con estos materiales se conseguían miniaturas de aperos de labranza, imitaciones de fruta y algún otro objeto, pero quizá de todos ellos podríamos considerar con más valor los mapas en relieve.Creo que todas mis aficiones son el resultado de las enseñanzas recibidas de este Maestro y que han influido en mi vida. Mi hobby por la encuadernación de libros procede de cuando en la escuela aprendíamos esta materia, practicando el cosido -a la española y a la inglesa- cuadernillo a cuadernillo sobre el bastidor, la preparación de las tapas, forradas con papel o tela. Pero hay que tener en cuenta con los medios tan primitivos con que se contaba: el pegamento consistía en engrudo fabricado con harina y agua removiendo en el fuego, el lomo del libro se encolaba con cola de carpintero que había que disolver en el fuego. Hoy todo es más fácil con la cola blanca que encuentras en cualquier ferretería.También el pegamento para la confección de figuras geométricas, como la tinta de colores, fueron de fabricación casera. El pegamento se conseguía con goma arábiga granulada disuelta en tarritos de cristal. La tinta de distintos colores, con anilina también disuelta en tarritos, para que ésta no se corriese, se agregaba un poquito de azúcar como fijador.Las exposiciones de fin de curso eran masivamente visitadas por autoridades, padres y gran número de vecinos, para comprobar el trabajo realizado durante el año por sus hijos, parientes y conjunto de niños. En ella se exponía todo el material antes mencionado de cuadernos, mapas, dibujos, trabajos manuales y hasta una demostración de encuadernación.No podemos dejar de alabar la labor fecunda de este Maestro, que sólo se interesó por la enseñanza, sino también por la formación moral del niño. Para inculcarles el espíritu del ahorro, estableció el sistema de cartillas de ahorro. Cada niño -voluntariamente- le entregaba las monedas sobrantes de la paga del domingo, que anotaba en una libreta que quedaba en poder del niño impositor, del fondo que iba acumulando, sacaba las cantidades necesarias para comprar un cuaderno, un lápiz, una goma ...Puede que se piense que yo considere que cualquier tiempo pasado fue mejor. No es así, pues reconozco que los que hoy ejercen el noble oficio de la enseñanza están más preparados que los que les precedieron. El mismo Don José reconoció que su hijo -también maestro- tenía mejor preparación que él, pero su sistema de enseñanza me parecía extraordinario.Mi pretensión no es otra que expresar mi agradecimiento, por el valor de su trabajo y vocación de educador.Sólo me resta decir, ¡gracias Don José!Tengo la intuición que, como toda buena obra, la suya habrá sido recompensada en el Reino de los Cielos.
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17-01-12 22:02 #9456327 -> 9456199
Por:luis_santiagueño

RE: un retazo de la historia de nuestro pueblo (copia y pega en google esta dirección)
Historia de la Dehesa. Por Andrés González Gutiérrez
Historia de la Dehesa, por Andrés González Gutiérrez
Historia de la DehesaRecordemos la historia de lo que formó y sigue formando parte de la Historia de Santiago del Campo.Como parte de esta “historia”, recordemos las vivencias de sus vecinos en la “Gesa”.Esta pequeña, pero para los santiagueños gran, finca de “propio” (según definición en el diccionario), heredad que posee una villa o lugar para satisfacer los gastos públicos, por lo que su administración y beneficios corresponden al Ayuntamiento.Pero si no directa, indirectamente cumple un fin social, ya que parte de sus beneficios revierten en sus vecinos. En tiempos pasados con un número elevado de obreros que la mayor parte del año están en paro forzoso; recurrían a la Dehesa Boyal, nuestra “Gesa” para paliar las necesidades de sus hogares; unas veces abasteciéndose de leña (producto indispensable para cocinar y caldear la vivienda), pero también para la elaboración de “picón” con los residuos de la poda o corte de encinas y olivos (taramas); este picón era vendido en el pueblo, aunque el que contaba con un burrito, se desplazaba a Cáceres, ya que en la ciudad se conseguían mejores precios.En el tiempo en que las esparragueras -parte del matorral que puebla la Dehesa- ­daban su fruto (los espárragos), en tiempos pasados constituyó una ayuda para la economía de gran número de familias sin recursos. Tanto el padre como los hijos se pasaban buena parte del día en los riberos de esta nuestra “Gesa”, esquilmando estas esparragueras; después los más pequeños de la familia, corrían el pueblo ofreciendo casa por casa-las manadas de espárragos a perragorda (10 céntimos), que sus madres habían preparado.Hoy la recolección de estos espárragos (con buen precio en el mercado), constituye un deporte que practican santiagueños y forasteros, que se desplazan en sábados y domingos.No faltaron los que recurrieron a la caza como medio para lograr algún dinerito. Estos no fueron muchos, pero como solía decirse, buenas escopetas. En tiempo legal de caza, sus mochilas venían repletas y la venta de las piezas conseguidas les proporcionaba buena recaudación. Pero no solían limitarse a esta temporada, e infligían las normas de caza, por lo que siempre eran perseguidos por la Guardia Civil. Si le intervenían la escopeta, no tardaban en adquirir otra, casi siempre antiguas y posiblemente de desecho. Pero si esto era un peligro para el cazador, éste aumentaba con el uso de la pólvora, que muchas veces utilizaron de fabricación casera (al escasear ésta, con “clorato y azúcar” conseguían hacer el explosivo).También se cazaban lagartos y todo lo que valiese para mitigar el hambre.Al igual que los espárragos, también en su temporada y en años lluviosos, al campo le arrancaban otros productos herbáceos, como los “cardillos” que también iban vendiendo los chiquillos casa por casa. Estos cardillos constituyeron buena parte de la alimentación en los años difíciles.Aparte del beneficio que se obtenía de encinas y olivos, quizá el principal aprovechamiento de la “Dehesa” han sido sus pastos. Siempre estuvo bien poblada de ganado, vacuno prioritariamente, caballar, mular y asnal, previo pago del forestal (cuota asignada a cada cabeza de ganado) que recaudaba el Ayuntamiento.Al principio decía que la “Dehesa” cumplía un fin social, por lo que voy a referirme al ganado que poseyeron los santiagueños de economías más endebles. El burrito que les ayudó en sus tareas, el cerdo que iban criando para su matanza o la cerda que con la venta de sus lechones o guarrapos ayudaba a sus pequeñas economías.A causa de la “peste porcina”, desaparecieron los cerdos de la Dehesa, perdiéndose losbeneficios que éstos aportaban.Al desaparecer éstos, fueron reemplazados por ganado lanar. Se crea una especie de cooperativa que llaman “El Común”. Al igual que con los cerdos, gentes con pocos recursos, aportan a esta ganadería una cabeza o dos, según su poder económico. Para éstos, su o sus ovejitas constituían una hucha que a la venta del corderito y la lana recogía los beneficios.Hay una cosa que nos produce añoranza, el recuerdo cuando en las “Corraladas” se reunían gran número de estos pequeños propietarios a suministrar pienso a su guarrapo o guarrapa y después a sus ovejitas, que con esmero atendieron lo que para ellos constituyó su gran capital.Anteriormente, existió otra ganadería de cabras, también con el régimen del “Común” de la ganadería lanar, con la diferencia que estas cabras regresaban todas las tardes al pueblo para ser ordeñadas y apiensadas por sus respectivos dueños. Su leche hacía buen juego en los hogares, para alimentar especialmente a los niños; también la venta del chivito podía tapar algún agujero o se reservaba para nochebuena.Pero de la “Dehesa” también se consiguieron otros beneficios que revertían en los vecinos.Santiago del Campo, pueblo eminentemente agrícola, padecía hambre de tierra para labrar.Cada año, un cuarto de los tres con que cuenta la “Dehesa” era sembrado. El Ayuntamiento, por una cantidad que podemos considerar simbólica, concedía a cada vecino el derecho a labrar una parte en que dividía este cuarto.No es que fuese esa la solución para las necesidades de tierra, pero muchos pequeños agricultores y muchos obreros, se proporcionaban su “senarita” que, recogida la cosecha les libraba de comprar pan algún tiempo.(:,¡Cómo cambian los tiempos!. Ya no encontramos cerdos bajo las encinas. El Común de ovejas desapareció (antes había desaparecido el de cabras); las encinas y olivos casi abandonados (pocos son los que atienden sus árboles). También desaparecieron los pequeños agricultores, ya no es rentable labrar con yunta ni segar con la hoz. Por la escasa rentabilidad de las pequeñas explotaciones agrícolas, las partes de labor de la Dehesa Boyal desaparecieron. Nos queda el recuerdo de la “senarita” de las familias más humildes.Pero la “Gesa”continúa siendo parte de la vida de Santiago del Campo.De un pueblo eminentemente agrícola, se ha convertido en un pueblo ganadero. Las explotaciones ganaderas están aportando buenos beneficios, que reconocemos al ver como se desenvuelve, el pueblo y sus habitantes, si lo comparamos con tiempos pasados.La Dehesa Boyal hoy día es el refugio y el lugar donde una nutrida (quizá excesiva) ganadería de vacuno y, en menor cantidad, también de ovino, pastan durante todo el año.Pudiera que la riqueza que al parecer se está perdiendo del arbolado de la Dehesa Boyal de este pueblo, con otro sistema de explotación distinto al actual, pudiera ser más rentable, por lo que no se deben dejar de hacerse nuevos estudios, como pudiera ser su explotación en común y proindiviso. Especie de sociedad o cooperativa.Como medio de ingresos locales, muchos pueblos están explotando sus entornos turísticamente. Como es comprensible, hay que adaptar estos a las exigencias y comodidad de sus visitantes.Quizá yo sea excesivamente optimista, pero creo que nuestra Dehesa Boyal reúne las condiciones apropiadas para promocionar sus vistas, con puntos tan emblemáticos como el “Castillejo” con su Castro Prerromano”, el “Risco Levante” donde creo anidan águilas y alguna otras especies de aves; la “Charca Tío Mendo”; el “Cubo”, antiguo molino; las “Corraladas” y seguramente algún punto más que yo desconozco.Por lo que para incitar y animar a visitar nuestro entorno, no sólo por los esparragueros, sino por otros que admirarían la fauna de aves que anidan y vuelan sobre nuestro cielo.Cada vez más, los que habitan en las ciudades desean disfrutar del campo, pues pongámosles más fácil los medios para que lo hagan en nuestro pueblo y nuestra Dehesa.Para ello, deberían señalizar rutas, mejorar los accesos o caminos, peatonales o para bicicletas, salvar los obstáculos del terreno (regatos u otros parecidos), con lo que al mismo tiempo pudiese practicar el senderismo tan de actualidad. Pero que al mismo tiempo visitasen el pueblo y dejasen algún beneficio económico.
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17-01-12 23:28 #9456874 -> 9456327
Por:luis_santiagueño

RE: un retazo de la historia de nuestro pueblo (copia y pega en google esta dirección)
HISTORIA


Las primeras referencias históricas se remontan a la Edad del Hierro, en la que se sitúan los restos de un asentamiento humano conocido como El Castillejo. Enclavado en un pequeño cerro de suelo pizarroso, este castro era perfectamente defendible gracias a la protección que ofrecían el Almonte y un arroyo subsidiario de éste, reforzado por una modesta muralla.Con Monroy, Talaván e Hinojal compone " Los Cuatro Lugares ". Perteneció al señorío de Monroy hasta el sigloXIX y en tiempos fue constituida como aldea de la Villa de Garrovillas de Alconétar.
DEOGRACIAS GONZÁLEZ


LA PÉRDIDA DE FILIPINAS NARRADA POR UN SOLDADO EXTREMEÑO (1898-1899)Descripción del libro:La pérdida de Filipinas.. cuenta con una introducción histórica y un análisis crítico del historiador Julián Chaves Palacios y relata un período decisivo en la historia de España, que el sargento González Hurtado, con una prosa clara y sencilla, va desgranando día a día, mostrándonos no sólo el desarrollo de la vida castrense de los españoles en esta colonia del Pacífico, tanto en plena guerra como tras la derrota, sino también otros aspectos no menos interesantes de la vida cotidiana, como las relaciones de los españoles entre sí, las relaciones con la población indígena, o las costumbres y comportamiento de ésta; sin olvidar sus reflexiones sobre la situación política y social en que se encontraba Filipinas durante los tres años largos que González Hurtado pasó allí.
Personajes destacados
La otra obra editada en esta primera hornada de la colección de bolsillo es 'La pérdida de Filipinas narrada por un soldado extremeño', escrita por Deogracias González Hurtado y editada por el profesor Julián Chaves Palacio. «Es un periodo decisivo en la historia de España que Gonzalo Hurtado va desgranando día a día, mostrándonos no sólo el desarrollo de la vida castrense de los españoles en esta colonia del Pacífico, tanto en pena guerra como tras la derrota, sino también otros aspectos de la vida cotidiana». Los planes de la editora son lanzar en breve un libro más de Chaves, 'La guerra civil en Extremadura' y una antología poética de Félix Grande.Periódico HOY 16/02/08
Deogracias González Hurtado
El sargento Deogracias coincidió, aunque posiblemente no tuvo relación directa con ellos, con otros extremeños que tuvieron como destino el archipiélago filipino y también dejaron su testimonio sobre sus experiencias en las islas. Nos estamos refiriendo a militares como el entonces teniente Martín Cerezo, que estuvo al frente de la resistencia de Baler y escribió sus memorias sobre el sitio que sufrieron sus tropas en esa plaza, o el escritor Felipe Trigo, que vertió sus testimonios en diversos artículos, algunos de ellos bastante polémicos, sobre la situación de Filipinas. Ambos, bien por sus hechos bien por sus escritos, fueron muy conocidos en todo el ámbito nacional. No fue el caso de Deogracias, que no tuvo la oportunidad de dar a conocer sus vivencias en la isla de Luzón como sargento del ejército español, y no porque careciesen de interés o estuviesen escritas en una prosa difícilmente publicable. No fue ese el caso, sino la modesta prudencia del autor, muy alejada de los medios y contactos necesarios para que sus escritos fuesen conocidos y editadosPublicaciones Editora Regional
NOTICIAS EN PRENSA
NUEVAS ADICIONES AL CATÁLOGO DE LA AUTOGRAFÍA ESPAÑOLAFERNANDO DURÁN LÓPEZ
DEOGRACIAS GONZÁLEZ HURTADO(Hinojal, Cáceres, 1874 - Santiago del Campo, Cáceres, 1936. Hijo de un herrero, con estudios primarios, en 1894 fue llamado a filas. Como sargento se presentó voluntario en 1896 para combatir en Filipinas. Al final de la guerra, fue hecho prisionero por los filipinos, en cuyo poder permanece hasta su vuelta en 1900 a España.Regenta un comercio en Santiago del Campo el resto de su vida.)-La pérdida de Filipinas narrada por un soldado extremeño (1896-1899). Memorias del sargento Deogracias González Hurtado, Julián Chaves Palacios (ed.). Mérida: Editora Regional de Extremadura, 1998 (206 pp.)43.El texto autobiográfico posee tres partes: servicio bélico en Filipinas como cazador, etapa como prisionero de guerra y, mucho más breve, su repatriación a España. No se ofrece ninguna noticia sobre cuándo se escribió, aunque las dos primeras partes forman un único documento corrido, mientras que la tercera procede de un documento diferente y es sólo un guión para una redacción futura, que no se sabe que llegara a hacerse. En general el autor muestra una expresión correcta, aunque siempre en el plano de la narración directa de lo vivido, lo que le aproxima a la autobiografía «popular». Toda su vida tuvo afición a escribir, y seguramente fue lector de periódicos, con conciencia del valor de la cultura, fuese cual fuese su acceso real a ella. En su relato cuenta que en Filipinas le «veían escribir alguna carta o notas particulares que solía apuntar» (16Chulillo. El relato es asimismo muy proporcionado en días y horas, lo que suele ser síntoma de un diario previo. Su estilo vivaz desvela una personalidad observadora, pero que no quiere impresionar ni por la altura literaria, que no posee, ni por sus opiniones, que brillan también por su ausencia. Las memorias comienzan sin ningún tipo de preámbulo con sudesignación para ir a Extremo Oriente, punto de partida de un ininterrumpido relato lineal de la experiencia bélica. No interpreta apenas los hechos que narra, ni tampoco insiste en sus impresiones sobre el país, la política o la guerra: es una pura y fría narración, que no penetra en la realidad filipina o en la naturaleza del conflicto. Su principal valor es justo esa naturalidad realista con que cuenta los detalles cotidianos de la vida castrense, sin idealizarla ni criticarla, y sin traslucir tendencia ideológica alguna, mezclando con la misma facilidad y falta de énfasis las enfermedades, los tedios y las borracheras, junto a una visión feroz de los combates: «Tras ese suceso se procedió al fusilamiento de todo el que se libró de las llamas. Una vez terminado, se establecieron avanzadas, o mejor dicho, recintos, sosteniendo un fuego constante los trece días que allí estuvimos, siendo bastantes las bajas que nos causaron» (100). Sólo en la segunda parte, cuando era prisionero y la guerra estaba perdida, se trasluce una imagen algo más compleja y con algún tinte crítico y regeneracionista, pero sin perder su conciencia colonial respecto a los filipinos (los «indios»).El volumen, de gran calidad tipográfica, incluye notas del editor y abundante material fotográfico sobre el autor, Filipinas y la guerra. Consta de una introducción histórica de Chaves Palacios acerca del memorialista y del conflicto hispano-filipino (15-75), texto de las memorias (77-183) y apéndicesdocumentales (185-206). Los apéndices proceden de los papeles conservados por los herederos del autor junto con el manuscrito de las memorias: hoja de servicios, listas de compañeros de armas en Filipinas, poemas, etc. Chaves Palacios añade un resumen biográfico de la vida de González Hurtado desde 1900 hasta su muerte.
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26-01-12 12:48 #9513657 -> 9456874
Por:¨¨Cerro De LaS VaCaS ¨

RE: un retazo de la historia de nuestro pueblo (copia y pega en google esta dirección)
Cuatro son los pueblos que componen "Los Cuatro Lugares": Monroy (Mon-roy en la = Mi rey), Talaván, Hinojal y Santiago del Campo (vamos los cuatro mosqueteros). Monroy al haber sido Señorío de nobleza y ser el único pueblo con castillo, es fácil hacernos suponer que todos los demás tuvieran esa dependencia con él.

Pero es conocido por los datos reales e históricos:

1º.- Que tanto Talaván como Hinojal y Santiago del Campo son reconocidas como aldeas desde la toma de esta zona por el rey Fernando II de León a los árabes y cedidas a la Orden Templaria en el año de 1.167, que luego pasarían al Señorío de Garrovilas.

2º.- Talaván quedó descolgada del Señorío de Garrovillas el 16 de enero de 1.432, pasando a la Orden de Alcántara, luego por poco tiempo a la villa de Cáceres, más tarde al Concejo de Plasencia y termina en el Señorío de Monroy (esta si).

3º.- El Señorío de Monroy, arranca en el año 1.309 con Hernán Pérez de Monroy "el Viejo".

Por favor que nadie piense que soy el redicho o sabihondo de la clase. Solamente que he recopilado mucha información durante cuarenta y tantos años de seguimiento y que lo pongo para vuestro conocimiento o curiosidad.

Saludos.
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