SANTIAGO DEL CAMPO MI PUEBLO. ` SANTIAGO DEL CAMPO MI PUEBLO Santiago; mi pueblo,se afanaba por seguir su rutina diaria esos fatídicos años cuarenta. Frío y sin pan. Tal como eramos los sin tierra. Sin un rucio para acarrear unos tomillos con cuya llama se alcanzaba a ver donde estábamos ubicados cada uno al salir de las sombras. Reclamando un absceso a la cazuela de sopas cuchara en ristre. Las estrellas de las noches de enero, parecía que te saludaban al salir a hacer aguas menores a mitad de la calle antes de ir a dormir,y un inoportuno escalofrió te desviaba el pis “ante el mirar burlón de las estrellas”. Una vez que tu madre ya te había lavado los pies -siempre descalzos-. Por que las vacas ajenas, transitaban por mi calle como Pedro por su casa. .Las eyecciones de estas solían ser pardas como los gatos noctámbulos. Hoy no se entiende esa resistencia numantina. Donde no quedaba ni un kilo de harina para hacer unas 'gachas' en el caldero que aun pendía de las llares vació. Donde lo último que se cocinó fueron unos cardillos con algo de sebo. Con una familia casi siempre numerosa. En un tiempo que considerábamos ricos, a quien tenia una yunta, algún cerdo y una cabra. Aunque fuera mediero o arrendador. Esta opresión inmisericorde y coyuntural propiciada por guerras y sequías. Por fuerza tenia fecha de caducidad. Primero dejamos atrás la hambruna 1953. El éxodo empieza siempre con la desesperación del personal por la explotación. Media docena de familias emparentadas entre sí, eran dueños de las tierras de los alrededores del pueblo y las grandes casonas. Recuerdo en mi niñez a uno de ellos; 'Rena' ya vivía en Monroy. Tio Julio el 'Gordo.' El primero cabalgando un purasangre, sobresaliendo su figura ecuestre por las paredes de los cercados que venia a inspeccionar y recrearse en su inmensa heredad. Esto ocurría allá por 1943. La vida por estos pagos evolucionó lenta pero inexorable, porque seguíamos viviendo aun en un país netamente rural. Estaba cantado que por algún lado se romperían las costuras. La que nos marcaba cada año el sueldo mínimo. Esto era válido para todo el Estado. Año 1965. 103, pesetas. Eso cobraba yo en un hospital militar a la sazón. El tiempo justo hasta que encontré otra cosa. El mundo rural con ese sueldo seguía aguantando el tipo. Ya en los 70. Franco cedió algo por la presión internacional. Aunque vivió 5 años más. El Madrid que yo había conocido no era el mismo. Se disparó la construcción empezaron a surgir los grandes rascacielos a moverse la economía. Todo salimos en tropel huyendo del campo y de los clásicos propietarios explotadores. Esto trastocó (como se esperaba) la vida de los propietarios de tierras. De mi querido pueblo. Aunque yo ya no estaba para disfrutarlo. Ya llevaba un tiempo instalado en donde me jubilé pasado el tiempo. Todo esto lo viví de cerca. Puesto que las normas iban a la buenas de Dios. Me haría sindicalista. Por una etapa larga. 8 años. Y les sacamos una pasta a la empresa (hospital) por transgredir normas. Y todo se trastocó. No, solo los braceros salimos de estampida a los núcleos industriales. Luego sería los pequeños propietarios. Después los intermedios y por fin los grandes. Estos ya con los nuevos salarios no pudieron labrar las tierras, ni mantener el ganado. Una situación ruinosa, para los antiguos ricos. Que por fortuna ya heredarían los nietos. Y para que la ruina fuese mayor. La U. E. prohibió la siembra de cereales que como ya han visto los mas avispados. Terminaria por hundir regiones como Cáceres. Que sin industria no ha evolucionado de su pasado rural, porque sus mediocres gobernantes sestean después de una opípara merendola. Y el que venga detrás que arree. Venga canones del agua, subidas de luz , impuestos de sucesión. Y lo que haga falta. Igual que siempre por no cambiar. La 'plebe' es siempre la que paga el endeudamiento. Los políticos sean del color que sean a vivir que son tres dias. Eso si mientras a hacer promesas, y sobre todo algo que se leda que ni pintado. Vender humo. En esta tesitura está mi pueblo, Santiago del Campo, como otros del entorno. Soy pesimista por naturaleza, ahora con razón. Los que con sus ahorros de toda la vida han hecho su casita. Cada vez vienen menos. Moriremos y nuestro descendientes, a que van a venir. A contemplar la ruina que sus antepasados dejaron.y salir otra vez de estampida. Porque ya es nada lo que les ata aquí. Mejor olvidarlo, ya no estaremos. Emilio Rey |