Santiago del Campo - Caceres

AVENTURAS DE UN CICLISTA
El ciclista que se aventuraba por la carretera sin asfaltar en dirección Cáceres. Iba rápido por la
bajada. Hasta perderse por las repetidas curvas. Mientras lo observaba con curiosidad casi hasta el rio Almonte: en su curso por una honda depresión que fue horadando a través de millones de años. Un obstáculo en los desplazamientos y comercio entre los lugareños..
El ciclista desapareció en la distancia. Mientras yo meditaba como cambiar el borrico por una de estas máquinas, más rápidas que mi rucio.
En el primer tercio del pasado siglo se construyó esta carretera y el correspondiente puente que ya podían utilizar los carros. Luego lo utilizarían los coches. La bici por estos terruños era rara:desconocida, en los años cincuenta. A partir de este día no dejé de pensar en la manera de tener una de estas máquinas. Para eso debía emigrar y ganar algún dinero. ¡Que way! pensaba para mi, sin saber el esfuerzo que conllevaba subir una pendiente. ¡Esta forma de transporte mola! pensé
La ruta de escape hacia Cataluña, seguía abierta desde que la guerra terminó y empezó la hambruna. La gente solo esperaba el momento adecuado para juntar algo de dinero. Los que no tenían dinero ni paciencia se echaban al camino ante el marrón que se intuía. Otros eramos chicos que no teníamos edad para trabajar, pero lo hacíamos por menos dinero. De lo que alguno se beneficiaba. Y nos empleaban en guardar ganado, por la comida o poquito más.
Con empleos así llegamos hasta la mayoría de edad. Ya corriendo el año 53, fechas para festejar,
porque al fin podíamos comer pan. Los americanos reconocían a Franco y nos daban limosnas como la leche en polvo el queso amarillo con algún préstamo de unos cientos de dolares .Este día que quedé absorto mirando al ciclista. Estaba procurando leña para la tahona del pueblo..
.Y este mismo verano,.provisto de una pequeña maleta, me subí a uno de esos trenes de vapor de la época. Rumbo noreste. Trenes lentos baratos y seguros. Con el inconveniente de hacer un alto en cada ciudad, que llegaba, y aprovechaba para visitar el lugar. Madrid Manresa, hasta Berga, como punto de llegada y final.
Establecí contacto con algún pariente que ya vivía por esa Cataluña profunda' y amable, en ese tiempo del 'franquismo'. Mi tierra extremeña podía esperar. Iba derecho al lugar adecuado, un nuevo horizonte que descubrir y conocer un mundo a parte dicho en román paladino.
Trabajé cargando camiones de carbón por un sueldo de 27 pstas. Una miseria ya en la época algo inmisericorde. Hasta hacer de picador, Utilizando la peligrosa dinamita en el fondo de una montaña. Ya eran 3000, poco para el riesgo.
Seis años duró mi aventura. Compré la bicicleta que inspiró mi visita catalana. Por 1,000 ptas,
de segunda mano, dos plazos. Manillar de carrera tres marchas. Un sueño cumplido. Tuve accidentes pero por milagro y solo por milagro; resulte indemne. Ya siempre ha habido bicis en mi vida, aún ahora a mi edad sigo entrenando para mantenerme en forma...
Volví por Cataluña en el 1976.con la familia. Me podía la nostalgia. Y en 1992, que fueron las Olimpiadas, por ver a mi hija que tomó parte (como jugadora de voleibol). Visité los lugares más señalados. Los recuerdos sentimentales de pasadas farras. Al cerrarse las minas, la zona había perdido el pulso. Nada de aquella juventud que alegraba el ambiente en la fiestas mayores. Las recordadas montañas de siempre. Pedraforca. La Molina. El rio Bagá que da nombre al pueblo medieval. Aportando su caudal al Llobregat a su paso por Guardiola. Enfrente la sierra del Cadí hoy atravesada por el túnel del mismo nombre. Entonces hollada solo por contrabandistas de tabaco desde Andorra. El puerto de Tossas inhabilitado por el túnel. Son recuerdos que a partir de esa bicicleta viví y siguen en el recuerdo.
Emilio Rey. Diciembre de 202o.