Santiago del Campo - Caceres

ALGO PARA VER Y CONTAR..
Sentado bajo la carpa del restaurante 'Bahía', en el recoleto puerto de los Cristianos;
en Tenerife Sur, ante un vaso que ha contenido un refresco incoloro. Miro con aire ausente a la 'tropa' de turistas que aprovechan la bonanza climática de febrero, para emprender el paseo matutino que rodea la costa y serpentea sin separarse del litoral, salvando torrenteras que bajan desde los grades picos que la lava acumuló milenios atrás. Lo más parecido a un paisaje torturado, que surgió de las entrañas de la tierra hace miles de de años. Desde cuyos precipicios los aficionados del parapente se dejan caer cuando el viento sopla del oeste. Planean hasta aterrizar en una estrecha franja de playa abarrotadas de hamacas con tipos tostando sus voluminosas barrigas al sol del medio día. Así que han de ser cautos para no aplastar a uno de ellos. Los hay que prefieren caminar a bañarse en las fría aguas, en días nublados. En los restaurantes del trayecto dan buena cuenta de un plato de pescado frito. La jarra de cerveza siempre presente. La vista es de un mar en calma, surcado aveces por las motos de agua o un pequeño velero en lontananza, con el graznido de una gaviota reidora que
se acerca demasiado buscando algo que comer. El cálido clima de las islas, su cielo claro, transparente. hace que estos europeos del norte, vengan a retozar en la cálida arena. Ellas exponen cada centímetro de su anatomía al sol hasta terminar como un cangrejo. Las Vikingas con su generosa anatomía, su largas pierna y cabellos de un amarillo oro, no tienen empacho en venir con su prole de corta edad. En tiempos de bonanza económica el aeropuerto Reina Sofía tenía un tráfico endiablado. A partir del 2o20 las cosas cambiaron. Y ahora mismo con la pandemia la ruina amenaza con cerrar los hoteles más emblemáticos de las islas. Su único ingreso.
Ya los turistas no hacen tanto derroches,como cuando llevaban a la playa las tohallas de baño de los hoteles, y allí las abandonaban. Eran tiempos de auge económico, había trileros pintamonas y otras hierbas que ya no se ven.
Eso ocurría veinte años atrás. Ya viajo poco, si acaso voy a algun cumpleaños de mis nietas que han nacido por allí.
En aquella época 2oo3 iba de pescador de caña aunque con poco éxito. Me reciclé
y terminé comprando un detector de metales -de lo que fui pionero - y a buscar joyas y monedas por la playa con cierta fortuna. Con el tiempo hube de desistir ' Surgieron tantos imitadores; ingleses y nativos, que pronto se quedó todo limpió y ya no valió la pena. Las islas “afortunadas”de los 'viajes de novios' son para pasar la temporada de invierno sin notar a este. Tenerife con su clima “primaveral” me encanta. Para vivir es caro. Y se nota la lejanía de la península y la cercanía de África. La administración deja mucho que desear. A la época que me refiero, compramos un apartamento en los Cristianos, de nueva construcción. Al recurrir a los servicios administrativos por el imposible acceso que tenía. Me dijeron“Que allí no había nada edificado, que era un solar” ”donde ya hacia tiempo que vivia. Por lo demás vale la pena perderse 15 dias con tu pareja y disfrutar del clima. Volverás rejuvenecido. Emilio Rey.