UNA AMENAZA INVISIBLE LA AMENAZA INVISIBLE La somnolienta tarde de marzo, va trascurriendo bajo un silencio que nada bueno parece augurar. Sobre la adusta mole de la iglesia de Santiago, unas palomas revolotean, como único síntoma de que la vida sigue y se renueva en primavera. Ni un alma camina por los gastados y resbaladizos rollos,que la lluvia ha mojado, en89 la calle Caleros.Y hoy creo; es San José. Ni un tañido de campanas lejano se deja sentir en esta somnolienta ciudad; la vetusta Cáceres. El preludio de algo grave, se cierne entre sus confiados habitantes. Los antiguos palacios, a esta hora de la tarde, cuando el ocaso se hace sentir y la oscuridad se asoma a los solitarios y oxidados ventanales, de antiguas casas solariegas. Un denso silencio se instala en sus calles, estrechas y desiertas con el establecido toque de queda. No existe memoria de una situación parecida en los viejos anales, que recuerde una situación parecida. Se dice que en casos similares aumenta la natalidad. Por ejemplo en los apagones de Nueva York, ocurrió algo así. Si retrocedemos a la edad media. Con situaciones parecidas. Giovani Bocaccio, en su libro El Decamerón. Nos cuenta la peste de 1348 que asoló Florencia. Una docena de jóvenes de ambos sexos huyen de la pestilencia hacia el campo. Ahí cada uno cuenta su historia. Todo pura ironía. De maridos cornudos y arciprestes aprovechados. Una panoplia de cuentos que Bocaccio hilvana con sabiduría e historias picantes, sin tener en cuenta que a unos kilómetros de allí la ciudad permanecía en situación de sitio, y los muertos se apilan esperando sepultura. ¿Puede repetirse la misma historia en algún apartado caserío y librarse del agobiante encierro en un piso reducido.? Puede, si no cuenta con ningún vecino a la vista. Lo que estamos viviendo es lo más parecido a una pesadilla, de Estifen Quing, de la que alguno quisiéramos despertar a fuerza de pellizcarnos. Pero no, es muy real. Y estamos presos en nuestro propio hogar, en primavera cuando el campo se viste de flores,los pájaros cantan; llueve y se nos dispara la serotonina. Cáceres una ciudad de ensueños. Situada sobre una colina que ya antiguas civilizaciones supieron valorar. Seria sitiada por el Rey de León, Alfonso IX, allá por 1229, para expulsar a los árabes, que desde Africa irrumpieron en la Península en el 711. Fundada por el Procónsul Cayo Norbano Flaco, el año 35 de nuestra era. Pronto se dieron cuenta del paisaje, la belleza del lugar y, sobre todo el abundante agua. Doy por terminado esta abracadabrante historia, de zozobra y preocupación. Le cedo la pluma al próximo voluntario, con más dotes narrativas. Con algo que trascienda como testigo para las nuevas generaciones sobre el maldito virus. Emirey. |