ASi viajamos ahora ASÍ VIAJAMOS HOY.. ¡Otra navidad! Pensaba para sí el anciano con gesto despectivo, mientras pisaba las hojas amontonadas por el viento.- La lluvia había cesado y, un anémico rayo de sol se instaló en el parque solitario. Las sombras se alargaban según avanzaba el ocaso. Una ráfaga de aire jugaba con las hojas esparcidas por los parterres donde permanecían amontonadas. Julián se ajustó la bufanda, volvió a empuñar con la diestra el bastón que portaba y dirigió sus pasos hacía su casa. Si encontraba en el café algún colega haría un alto para charlar y tomar algo. En casa a esa hora sólo se encontraba su nuera Cristina. Los nietos ya mayores estudiaban en la Universidad. En cuanto él se había convertido en lo que llaman un 'jarrón chino,' un estorbo. Dos años atrás había muerto Eva; su compañera de toda la vida. A sus 74 años. Se sentía como nave a la deriva que había perdido el cuaderno de bitácora; sin rumbo. Profesor docente en la Universidad, la jubilación le sentó fatal. En el trayecto hacia casa entró en el café donde se reunía con los colegas de su edad. Sospechaba que no iba a encontrar a nadie. Le pidió un café a Silvano, el camarero, mientras le pagaba en el mostrador preguntó, si había visto a Diony- un colega convaleciente aún-. Días atrás lo arrolló un chico con un patinete. Lo tiró al suelo y menos mal. Sólo le ocasionó una luxación de hombro. El brazo aún lo llevaba en cabestrillo. A Vicente, otro colega, su familia lo había ingresado en un geriátrico para no llevarlo consigo en sus desplazamiento. Estaba viendo como su entorno se derrumbaba. Y, para sí, pensaba que la naturaleza es sabia; se desprendía de lo ya caduco. ¡Hay que jode...a lo que hemos llegado! “La Navidad se repite tanto que sirve solo para que afloren los recuerdos por los ausentes” y además. coincidiendo con el solsticio de invierno y sus días desapacibles y grises”. Pensaba mientras abría la puerta de casa y se dirigía al ascensor,. “El otoño duró lo que tarda en llegar el invierno,” La primavera la sangre altera, reza el viejo adagio. Así que a disfrutar de la Semana Santa bajo otro prisma. Un panorama bucólico de colores cambiantes cual caleidoscopio. La familia al completo se trasladó al pueblo. La casa linaje del Patriarca. A pasear entre almendros y cerezos en flor. Su nuera Cristina les convocaba a la hora de la comida. ¡Venga chicos, la comida está! ¿Donde para el abuelo que no viene? Empezaron a preocuparse. Julián no aparecía. Hasta que uno de sus nietos aclaró. -Mamá; hablé con el abuelo mientras estabais comprando tu y papá-. Llamaron los tíos desde Niza al abuelo. ¿No es allí donde viven sus hermanas? Estuvo hablando con ellas, y quedaron en mandarle un billete para el AVE. al celular, para hoy mismo. Así´que me dejó el recado por que se le hacia tarde. Hace como dos horas llamó, un taxi y vino a buscarle. ¡Pero estamos locos o qué! Soltó la madre fuera de sí. Uno de los hijos recibía un mensaje en ese instante. “Estoy en la estación esperando el AVE. Esta noche voy al casino de Monte Carlo. Os quiero pibes, hasta siempre.” ¡Dios santo! Exclamó Cristina fuera de sí.. Emilio Rey. ( A los poetas consagrados, lectores y demás plumillas) un feliz año). |