Santiago del Campo - Caceres

ENTRE TUMBA .
Hoy 31 octubre, vísperas de Difuntos, un día de horizonte despejado y viento en
calma. Me acerco por el viejo cementerio de Cáceres. En la entrada; los puestos de
flores abundan, regentados por mujeres que no paran ante las exigencias de los clientes. Puedo entrar; es un lugar que no conozco mucho. Un laberinto de callejones
por donde solo pasa una camilla con el féretro. Angosto y saturado difícil ubicarse.
Según leo se inauguró en 1843. Me dirijo al lado antiguo, trepando por una ladera
escalonada. Miro si hay personas que destacaron en algo, conocidas con algún epitafio, que haya dejado un recuerdo o alguna impronta.
Hablo con un empleado y me orienta. Recorro callejones empedrados con algún ,trozo de mármol y un nombre incompleto impreso. En la parte alta, -más antigua-. Tumbas familiares de personas pudientes que no te dicen mucho, sólo “familia de...”
Nombres de sucesivas generaciones. Con una gran puerta acristalada y rejas con la correspondiente cruz en su cima. El cronista de la villa, cuenta que allá por el siglo XIX había personas que no podían pagarse el entierro. “El municipio les prestaba un ataúd. El difunto iba con el sudario,- una manta-, lo trasladaban a la sepultura y devolvían lo prestado” Poco difiere de mi pueblo. Santiago del Campo. Allí eran transportados en unas parihuelas y una manta, estas se devolvían a la iglesia. El cementerio estaba pegado a esta.. Donde ahora esta lo que queda de la fabrica. No, no se prodigan los epitafios. El único aparecido, este de un chico de 20 años, de sus padres.”Morir en gracia de dios es dormirse en la tierra, para despertar en el cielo, allí te veremos dulcísimo hijo; tus padres; 1933”. precioso el túmulo de blanco mármol con un ángel custodio en su cima. Los epitafios son una rareza aquí.
“Entre pasillos empedrados panteones de piedra con verjas de hierro y cipreses.
Se cuela la historia de esta ciudad. Casi dos siglos de un tiempo ahí detenido”.
A ambos lados de un grandioso crucifijo con dos escudos de armas. Uno de ellos con 5 carabelas, velas desplegadas, el otro difícil descifrar. Duermen el sueño eterno
los Marqueses de Castro-Serna. 1839 -1905 y su señora, D, Maria de la Concepción Calderón y Vasco. Marquesa de Castro Serna 1846-1901. De esta tumba se está apoderando el musgo y el más grande de los olvido se hace patente. Ni unas flores
en los descuidados peldaños. La gran cruz parece clamar al viento por tanta soledad,
por las personas de alto linaje bajo su custodia. Posiblemente se extinguió su estirpe.
En el desnivel (parte alta) bancales con tumbas en tierra, de pequeño tamaño. Son recuerdos de mi infancia. Los que no habían sido bautizados no tenían cabida entre cristianos. Según mi maestro, estaban en el limbo.¡ Menudo limbo vivían estos
antiguallas! No quiero irme sin echar una mirada al túmulo de la pareja de Etnía gitana, presidido por sus figuras en bronce. Y el apodo que campea por cima de sus
cabezas.”EL VENENO”. Recuerdo ver en los mercadillos a este personaje, alto enjuto con el inconfundible sombrero de ala ancha, tal como lo representan en la puerta del lujoso túmulo. Enhiesto, aferrado a su vara de regidor. Al lado de su señora.
Ya saliendo hago la última foto a un conocido desde mi infancia. El Chato de los metales. Personaje pintoresco que nos despojaba la casa de cachivaches, romanas pesas, todo el latón, por unas simples algarrobas, a escondida de los padres.
.Casado con una señora de mi pueblo. Se decía que traía bastantes Marcos ganados en la División Azul, en Alemania, allá por los años 40. Emilio Rey.

Eres un escritor de primera Emilio hacia tiempo que no escuchaba la palabra
cachivaches me a echo ilusion leerla
SALUDOS Y SALUD