Santiago del Campo - Caceres

HISTORIAS DE AMOR Y MUERTE.
De la fértil imaginación de W. Shakespeare. Saldrían melodramas como los enfrentamientos entre Capuletos y Montescos.y el amor entre sus vástagos. Una comedia que no necesita presentación. Con Romeo y Julieta como interpretes.
Esta creo recordar, fingió la muerte con la ayuda de un narcótico. Luego ya me pierdo.
'Sheskpir', (por ahorrar caracteres) era un genio en esto de improvisar. Así que a mi modo y manera intento poner al lector al día en esto tan trillado en cuanto a 'dramas de amor y muerte'. Que siempre han sido. Aunque no han tenido la celebre pluma de 'Sheskpir' para darle lustre y fama.
Aquí salvo excepciones (que las hubo) fueron romances para ciegos en la esquina de cualquier urbe

Eran tiempos convulsos los que precedieron a 1936. Con la guerra civil en marcha. Odios delaciones y asesinatos en ambas partes, con la misma mala leche o inquina.
Juan y Ángela ( nombres supuestos) paseaban su zozobra un bucólico atardecer de primavera por el campo, en los alrededores del pueblo; Monroy. Al lado de Cáceres. A los enamorados se les iba a truncar su romántico amor que venían disfrutando en esas fechas. Las cruentas batallas se desarrollaban lejos, por lo que vivían un momentáneo sosiego. Hasta que a él le llegó la orden de
incorporarse y ser movilizado . Es parte de un relato que me contó un amigo del lugar, allá por los 50. Hago esfuerzo para intentar empatizar con el autor del drama, sin conseguirlo. él daba por hecho que no volvería jamás a ver a su amada. Así que de mutuo acuerdo se sujetaron con la correa de él frente a frente para lanzarse al río y morir abrazados Una historia que no tiene sentido ni recorrido. Porque tenía muchas más posibilidades de volver que de morir en combate y, volver a abrazar a su dama con el deber cumplido.
Y siguiendo la misma pauta, otro drama que me cuesta situar. Abajo de Despeñaperros. Dos jóvenes enamorados con sus apasionadas y tontas discusiones. La chica en esa acalorada tarde con su novio, sin encomendarse a Dios o al diablo; va y se toma un mataratas en un delirio de insensatez y celos. Muerte sin remisión.¿ Se unió su carácter irreflexión con su tozudez?. De esto hace más de 40 años. Lo seguí en la prensa allá por los 70. No habían pasado unos diez días. Y encontraron una nota escueta y lapidaria, del chico que decía; “Me voy contigo Chiqui” se dice que utilizó el mismo método: el veneno. Impactante y destructivo método de destruir una existencia en la que sus progenitores habían puesto todo su saber; toda las ilusiones. El sentido de sus mismas vidas. Uno de tantos sucesos difícil de asimilar.

Y, como colofón, el último dramas que tiene cabida en esta escueta cuartilla.
Pocas personas recordarán ya a los Conjuntos musicales que triunfaban a principio de los 60 y 70.
Unos porque no habían nacido, otro porque los recuerdos tiene fecha de caducidad. Estos famosos
llegaban al mundo musical, triunfaban y se descolocaban. En una España un tanto cutre en ese tiempo. Con su aureola de guapos y famosos querían brillar en un espacio opaco aún. Bruno Lomas, Nino Bravo y uno de los hermanos holandeses que pusieron de moda la “Yenka” el año 62 . Se dejaron la juventud la vida, en un olvidado tramo de una carretera anónima, con una experiencia nula, con autos demasiado rápidos para unas vías tercermundista de la época.
El chico triunfaba en uno de estos conjuntos. Su novia; una joven belleza rubia -creo recordar
los en una foto conduciendo un descapotable- un infausto día se rompió el encantamiento en alguna de esas curva del recorrido. Se rompió la imagen del espejo, de vino y rosas. Él driblaría a la muerte por poco. La chica no fue tan afortunada. Ahí se rompió el sueño acariciado por ambos en segundos; anhelos y promesas saltaron por los aires, El interprete de bellas baladas se eclipsó por la imposibilidad de transmitir felicidad desde su destrozado corazón.
Había pasado un tiempo respetable (quizá dos años) aparentaba una normalidad que no sentía.
Tanto como para que un día le pidiera a un amigo su escopeta, sin que este recelara nada. Con el pretexto de cazar algo. No pudo con sus remordimientos. No soportó que su amor dejara este mundo por su culpa y él siguiera como si nada. Se disparó. Una idea que vendría acariciando desde el principio. Emilio Rey.