Santiago del Campo - Caceres

A VUELTA CON LOS RECUERDOS
El objeto de segunda mano es un refugiado... fugitivo del pasado, chismoso
poeta dela gloria y la desventura. Son cosas que hemos visto desaparecer de forma paulatina y misteriosa de nuestra pautada existencia. Objetos de los abuelos que nos hablan de su historia, costumbres y forma de vida. Que un día – no se sabe como-
se hicieron invisibles del entorno familiar desapareciendo.
Solo perduran viejos legajos: un testamento que pasó inadvertido un siglo o dos en su cubículo, cuando ya dejó de tener vigencia. No sobrevivió un baso hecho de un cuerno de vaca, con asa de cuero y el nombre de su dueño -el abuelo paterno-, con una preciosa sirena, primorosamente gravada, -sus llamativos pecho incluidos-. ¿Que fue de esas reliquia recuerdo? También nos dejó el abuelo materno, una antiquísima pistola de avancarga con la que podía jugar de pequeño sin peligro. Difícil de cargar y más de disparar. Legajos de finales del S,XVIII. Cosas que nos hablan de un pasado intrigante, de unas vidas excesivamente breves. Truncadas, cuando ya intuían la ilusión de ese primer amor y hubieron de cortar lo que sería una primera experiencia, un sueño que se truncó. ¡Pobres antepasados ! Me imagino su inmensa tristeza, su inconsolable llanto. No, no es bueno acceder a tales recuerdo, en una noche en que los sueños se vuelven monstruos. Los objetos; cuentan historias de tradición familiar. Un vestido de tafetán de seda, despide un imborrable aroma de lavanda a pesar del tiempo.
Todo artículo usado aminora nuestro aislamiento y nuestra soledad: nos hace participes de otras vidas: un pasaje secreto a la juventud de nuestros abuelos.
Es patente que la percepción de las cosas van cambiando con el paso de los años, te
vuelven reflexivo... pesimista...
¿Que atención le dedicas a esa foto color sepia, inmortalizando un momento feliz
de un familiar, muchos años después de haber desaparecido? Ahí seguirá no obstante con su eterna sonrisa congelada en el tiempo, como objeto inanimado, y la duda
de donde ubicarlo. Así nos veremos a no tardar, con el mismo gesto de circunstancia, sobre una repisa discreta donde su reducido tamaño no incordie. Emirey