Santiago del Campo - Caceres

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CITANDO A ALFONSINA STORNI.
La mar en calma me invita a caminar por la arena, en la larga playa de las 'Vistas' en
Los Cristianos; Tenerife. Las olas de cuando en cuando acarician mis tobillos.
No, no soy un turista de sol y playa. El agua demasiado fresca no es lo mio me pone, la carne de gallina, el sol dicen que da cáncer ( melanoma)y la comida lo más frugal posible. En concreto; lo contrario a los turistas que arriban del norte de Europa. Todos huyendo del gélido y brumoso clima septentrional. Se entiende que se 'esparramen' al sol como los saurios para acaparar calorías. A eso vienen. Son gente de la tercera edad y con múltiples achaques esqueléticos por la falta de la fijación del calcio..

Enero ha dejado el Teide de un blanco resplandeciente. No se ha limitado -como
suele- al cono en exclusiva, esta vez se ha esparcido ladera abajo hasta el llano.
Animando a los deportista a utilizar alguna forma de deslizamiento.
El vientecillo fresco y racheado ha dejado las playas obsoletas, ni una sombrilla se
abrió. El sol sale tímidamente y vuelve a desaparecer como si jugara al escondite.
La playa en sombras está poco acogedora; así que a caminar, El largo, sinuoso paseo marítimo se llena de una tropa variopinta. Unos en el carrito movido por batería, para no esforzarse.Otros con la ayuda de esos bastones que sirven también para impulsarse en la nieve.
Los más jóvenes (alguno hay) practican el surf, eso si bien protegidos con sus monos de neopreno, el agua esta más bien fresquita y cabalgar una ola no requiere gran esfuerzo más bien destreza.
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Al aeropuerto Reina Sofía llega un avión tras otro con una cadencia endiablada.
Los cientos de miles de turistas lo tienen todo programado con meses de antelación.
Aquí solo puede llegarse por aire. Es la forma más rápida y económica. Desde Los
Abrigos -donde vive un familiar- pegado al aeropuerto. Me entretengo sacando alguna foto de los aviones. Pasan tan bajos porque unos cientos de metros después toman tierra.

Ahí puedo ver el logo de la compañía a que pertenecen. Llegan con sus panzas llenas
de personas que ansían calentarse al sol. Que es de lo que carecen en su país.
Todo esto requiere una estrategia de avituallamiento prolijo puesto que todo ha de ser importado de la Península, lo perecedero por avión lo más pesado por mar.
Es una actividad endiablada para dar abasto a lo que se consume. Los que arriban aquí a la hora de sentarse a la mesa no suelen privarse de nada y menos de su cerveza, la bebida más común en su país.

A los que hemos venido por ver a los nietos, que ya nacieron aquí. Estamos como meros espectadores del paisaje y del tiempo. Un año tras otro vemos acercarse esa inevitable obsolescencia personal -una palabreja vigente ahora- que consiste en programar la vida útil de un electrodoméstico en una cadencia de x años y cambiarlo raudo. Un símil que nos aplican a los humanos para averiguar -según estadísticas-, cuanto se ha prolongado la esperanza de vida.
Que creo recodar, en los hombres es de 83 años. A partir de ahí se nos aplica dicha obsolescencia. Igual a caducado.¡ La monda!
Con estos pensamiento reanudo mi paseo diario y, mi sentir poético me lleva a recordar ante este paisaje marítimo, el poema que sus paisanos argentinos le dedicaron a la poetisa , Alfonsina Storni. “Alfonsina y el mar”. Un poema que no me canso de leer

“Por la blanda arena que lame el mar/ su pequeña huella no vuelve más/un sendero
solo de pena y silencio/ llego hasta el agua profunda/Un sendero solo de penas mudas
llegó hasta la espuma./...Sabemos que Alfonsina se suicidó adentrándose en el mar,
al sufrir lo que para ella sería una traición, un desengaño amoroso. Casada; la letra apunta de alguna manera el motivo de su decisión. Cuando en un pasaje del poema dice,” Y si llama él dile que no estoy que me he ido”este poema con música, o 'musicado' Lo hemos oído a interpretes como Violeta Parra. Siempre te llega al alma.
Y por hoy lo voy dejando. Que se me fue la mano. Emirey