Santiago del Campo - Caceres

CONDENSADO DEL VIDEO "TAXI"
Hace unos veinte años, conducía un taxi para ganarme la vida. Una vez llegué a un viejo
edificio, para recoger a un pasajero. Este no estaba en parte alguna. Así que esperé un rato y hasta me plantee irme. Pero el pasajero podía ser alguien que necesitara mi ayuda: razoné. Así que llamé a la puerta, esperé aunque dude si irme.
Un momento después la frágil voz de una mujer bajita de uno 80 años estaba ante mi. A su lado una liviana maleta de nailon. El apartamento estaba como si en él no hubiese vivido nadie en años.
Los muebles estaban recogidos y cubiertos con sábanas. ¿ Me lleva la maleta al coche? su voz me sacó de mi ostracismo. Así que lleve la maleta al taxi y volví.
Ella me cogió del brazo y caminamos por la acera hasta el taxi. ¡Eres un buen chico!.
No es nada, trato a la gente como me gustaría tratasen a mi anciana madre.
Entonces me dio una dirección y me dijo; ¿podías conducir por el centro? No es el camino más corto -respondí- ´No importa -dijo inmediatamente -voy de camino a un asilo-. Miré por el retrovisor. Sus ojos brillaban y su voz dejaba escapar un eco de amargura al tiempo que se arreglaba los cabellos. Las siguientes dos horas conduje por la ciudad. Me enseñó el edificio donde una vez había trabajado como ascensorista. Conducimos por el vecindario. donde había vivido con su marido de recién casados. ¡No me queda familia ! Las palabras sonaron como una amarga letanía. A veces me pedía que parara frente a un edificio o en una esquina mientras miraba los lugares de pasados recuerdos, por última vez. ¿Que ruta quiere que tomemos'? L a aurora empujaba ya las últimas sombras de la noche.
En ese momento cerré el contador. Era un edificio pequeño, donde dos camilleros la habían estado
esperando. La mujer ya estaba sentada en una silla de ruedas. ¿cuanto le debo? Nada. - Tienes que ganarte la vida dijo suavemente-. Detrás de mi, el chirriante ruido de una puerta que se cierra.
Ya en su interior, el epílogo de una vida que con más sombras que luces decía adiós a un mundo llena de vicisitudes, y amargo recuerdo. emirey