Santiago del Campo - Caceres

LOS NIÑOS DE HAMELIN.

Igual que el flautista de Hamelin del cuento. Unos desaprensivos visionarios iluminados en una
metódica labor de zapa. Fueron inculcando el odio de lo español, a los escolares desde su mas tierna infancia.
En una Cataluña dueña de su destino. Gobernada por separatistas, de componente xenófobo, tolerados por gobiernos centrales temerosos de contrariarles por temor a las consecuencias de meter mano en el avispero; con el 'corto placismo' de los políticos. “El que venga detrás que... “ En la jerga del pescador, se dice 'dar carrete' para cansar al pez, con el inconveniente
de que éste se en rede entre los vericuetos o ramajes perdíéndose para siempre. Valga la metáfora.

Calcado del viejo separatismo vasco. De otro visionario; Sabino Arana. Sólo que con otro enfoque doctrinal este último (con el ADN que aún no se había descubierto) puesto que, los demás
españoles para este sujeto éramos algo parecido a los simios. A sí que ríanse de lo que ocurrío después, con un tal Hitler, en el más cruento de los nacionalismos desatados en la primera mitad del S.XX. De ahí que Europa esto que acontece hoy en Cataluña, es como nombrar la soga en casa
del ahorcado. Algo que alguna potencia de la Europa del Éste, ve con cierta simpatía. Igual que la izquierda española por aquello de 'divide y vencerás'
Dicen que los nacionalistas de hoy, han dejado atrás la estirpe sanguínea, de su homólogo vasco. Ahora van de ilustrados con las técnicas del 'agitprop. Con un victimismo de supuesta
represión y falta de libertad. Algo que no cuela en Europa, conocedores de la democracia española.
El “España nos roba” lo utilizan también como ariete para cargarse se de razón. Eso y el supuesto
de estar subvencionando comunidades como Andalucía o Extremadura. Un argumentario válido
ante los suyos para sumar agravios.
Esta gente no solo son fanático de un egocentrismo fascistoide. Son unos mentirosos furibundos
trileros recalcitrantes,sin sonrojo, de la más baja estopa. A los que mentir nos parece una
de gradación de la persona. Vemos a estos personajes como buitres carroñeros, falseando su identidad y su miserable vida. Que a cualquier mortal les quitaría, el su sueño. A estos sujetos
les parece normal el prometer el cielo a sus seguidores sabiendo que todo es una utopía emocional que cuando se den cuenta del engaño les sea imposible el retroceso, de sus aberrantes descaradas mentiras. Emilio Rey Cerro.