Santiago del Campo - Caceres

“AÑOS Y LEGUAS.” (cosas que pasan) blogs espot. Com .es. Emilio Rey Cerro.
La noticia esa tarde corrió como la pólvora. Los españoles aparcamos nuestros problemas
domésticos y nos centramos en lo que estaba sucediendo y sus consecuencias ese 23 F del .
81. La tele anunciaban la preocupante noticia de lo que parecía y era, un golpe de Estado.
La monotonía de lo que parecía un tranquilo atardecer invernal salto por los aires.
Un radio caset que tenia puesto en honda corta, llamó mi atención a esa hora, cuando lo que parecía una conversación privada entre policías urbanos llegó a mis oídos. Haciéndose preguntas entre si sobre lo que estaba sucediendo en el Congreso de los Diputados en ese momento.

En esas fechas yo era sindicalista (aunque no era mi caso) algún líder sindical se cuidó mucho de aparecer por casa. No dormiría en ella. En el hospital;- en mi trabajo, tenía una j
Jornada nocturna. No había pretexto, a las 10 de la noche había que fichar.
Ese señalado día salí de casa a las 21 h. como acostumbraba. Esa noche las calles y los transportes estaban desiertos. Los madrileños se sentían más seguros en casa, pegados al transistor o la tele.
Valery, mi compañera de tantas noches de vela. Cogió el testigo como era costumbre. Éramos dos veteranos en ese departamento de Medicina Interna. Al cargo 32 enfermos. Ella como ATS yo de auxiliar, dispuestos a pasar la noche sin sobresaltos ni incidencias.
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La echaría de menos cuando se fue de visitadora a domicilio a la S.S. Estudiaba Filosofía Pura, Si la guardia transcurría en calma aprovechaba. Ahí la tenías con su libro de texto mientras se comía las uñas. En esas hora tranquilas que solían ser entre las 12 y las 4. de la madrugada, después de un café. A las 12 estaba todo bajo control. La medicación programada a esa hora puesta.

Era el momento de pensar en lo que sucedía fuera. Siempre había enfermos con tele portátil, blanco y negro de esa época. Sin problemas nos la dejaron. Un día normal ésta terminaba a las doce. Esa noche no la apagaron, Había una peli tras otra. Entretanto, comunicados sin definir. Hasta que de madrugada apareció Juan Carlos cargado de medallas y gesto solemne, anunciando las ordenes que había impartido -o contra ordenes- a los mandos militares que debían cumplir.

Un marrón que terminó igual que empezó sin saber quien sería el cabecilla. Era la resaca de los llamados años de “plomo” que se prolongarían en el tiempo en la capital de España. Como punto álgido. La Comandancia de la guardia civil, a poco más de 500 m, en la calle Guzmán el Bueno
un triangulo con el Ministerio del Aire y el Arco del Triunfo, en el punto de mira de los pistoleros. Los dos anteriores no se librarían del coche bomba, que se oiría en el silencio de la la madrugada como un trueno cercano. Seguidos de sirenas de policías y ambulancias. Por suerte el del Misterio -distinto día- fue sólo ruido.. La guardia civil sufriría una baja; el centinela de la garita.

Los heridos o muertos conque tuve que lidiar en mi paso por Urgencias. La mayoría serian de tráfico, de bala muy poco. Ya al final de los años 60.
En tiempos después: las balas iban para los generales y, por la espalda. Cuando caminaban confiados por estas calles de gente bien Argüelles – Moncloa, que serían de las más castigadas. Un vecino de la plaza de Cristo Rey, frente al hospital; un industrial, Revilla fue secuestrado ahí. Que terminaría con el llamado síndrome de Estocolmo. O lo que es igual dando la razón a sus secuestradores.
Como “escribidor”aficionado. He tomado prestado lo de “Años y Leguas” por aquello de la edad. De mi admirado Gabriel Miró. Seguro a él si viviera, no le importaría. emirey