Santiago del Campo - Caceres

COSAS QUE PASAN, EL PASO DE LOS DIAS. Emilio Rey Cerro.
La vieja casona se yergue sobre una suave colina, al lado mismo del camino vecinal de Garrovillas. La Zarza: lugar de transito a mediados del pasado siglo, de labriegos y gente variopinta. Arrieros de los pueblos cercanos que siempre comerciaron entre si. Pastores que han vivido pegados a estos alcores, colinas de suaves relieves, con arroyuelos de escaso caudal, prestos a secarse en cuanto junio hacia su debut. Ásperos paisajes batidos por el mistral en el desapacible invierno, cuando la anemia del sol se deja sentir en los dias menguantes. El camino fue paso estratégico durante mucho tiempo por ser el lugar más cercano para viajar en tren hasta Madrid, como primera etapa.
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La entrada a esa casa está protegida hoy por una valla de alambres y, unos canes que
infunden respeto y custodian el edificio, que permanece desocupado la mayoría del tiempo como puede intuirse por los jaramagos que crecen cerca de el acceso a la misma puerta de la casa. Una aparente decadencia se nota de lo que fue en aquellos años 50. Un modelo de agricultura y ganadería bien gestionado. Entonces la actividad en la vida rural era plena no
existía una soledad opresora en ningún momento. Ahí estaban los caminos siempre con alguien que iba o regresaba, cabalgando, libre de estrés, olvidando el paso de las horas, el sol como único reloj.

En las soleadas mañanas de febrero de aquellos años cuarenta cincuenta, desde esta suave colina que ocupa el viejo cortijo, podía contemplar un horizonte extenso de una belleza singular, para cualquier amante de la naturaleza. Si el tiempo colaboraba con un día soleado y diáfano. Manteniendo como reserva algo de pan y queso en el zurrón. Con el cometido de tener bajo control al ganado que no se desmande o vaya al sembrado.

Y para alimentar la curiosidad y el espíritu: un periódico -aunque fuese atrasado- el ABC. que por correo enviaban desde Madrid. y en un descuido había tomado prestado ese día'. Era una ventana abierta al mundo exterior para evadirse. A falta de un 'TBO' más adecuado a esa edad .
La adaptación al medio era tal, hasta confundirme con el paisaje. El rotar de las estaciones con sus cambios cromáticos. su tiempo seco o brumoso. Algo que en las grandes ciudades pasa desapercibido, para un 'urbanita'.que haya estado siempre pegado al asfalto.

La vida en Santiago; en esa década, años 40-50, era mera supervivencia. Familias numerosas sin ingresos. Sin tierras. Indigentes con hasta seis hijos. Esperando que los cereales maduraran, lo que conllevaba un pequeño respiro con la siega. Detrás las espigadora (como en la canción). Mientras, hambruna y tuberculosis. Echarse al camino, deambular en busca de no se sabe qué. Por este motivo empezaría el éxodo. A principio de los 40, Dejando tras si todo lo relativo a tu pasado, y siempre perseguido por el hambre.