Santiago del Campo - Caceres

El año 4l España había dejado atrás la guerra civil,que había sido
de tranquilidad en éste pueblo.Tanto es así que siguió creciendo en
habitantes."El miedo guarda la viña". A partir de aquí no iba a ser
un camino de rosas,La sequía fue de órdago y la hambruna, un martirio para los indigentes.Murieron los más débiles.
El nuevo Gobierno lo racionó todo.Te decían cuanto podías consumir,
lo demás requisado. Y los indigentes, como si no existieran para los listos de Fiscalía. El frio compañero en el invierno, no nos olvidaba
igual que el hambre, la misma ropa en invierno o verano.En el 44 nos pusierón un Auxilio Social.Donde tía Petra nos hacía unas sopas de pan
y una sardina en escabeche y cenábamos.-El maestro era el encargodo-
Esto solo para los más pobres y huérfanos.Ahí detras de la casa de tio
Toribio. La ropa era muy escas, Un artículo de lujo, igual que el calzado.
De éste prescíndíamos. como el suelo era desigual, de rollos, y la luz escasa,por la noche los cantos que sobresalían,chocaban siempre con el dedo gordo del pie, o te metías en una blanda deposición de vaca.
El verano, aunque las moscas y las pulgas no te dejaban vivir,era más amable con nosotros, porque era la época de la recolección y había pan.
Los animales,en las cuadras de casa, sin servicios. Recuerdo a mi madre
intentando echar a las moscas de casa con el mandíl,pero no había manera
era tan pesadas que te chupaban los labios. ¿Y quien dijo que no había
agua en el pueblo en verano? Claro que había.Con el borrico y 4 cántaros, siempre encontrabas en alguna fuente de alrededor.
En esta época aún éramos más de 1600 h. en el pueblo. Si cogíamos trigo
teníamos pan, con la cebada se mantenían los animales de tiro,-era como
ahora la gasolina-se engordaba a los cerdos, que nos proporcionaban proteínas.Así que eramos autosuficientes¡Viva la autarquía!
Nos faltaba el PER pero no nos preocupaba de momento.
igual que las Residencías de ancianos no había prioridad .
Éramos relativamente felices.Pero,alguien la cagó, al poner puertas
al campo. ¡A quien sele ocurre...!