Hablar por hablar En cierta ocasión siendo yo joven guapo y casi rico, tuve un coche. Era una mañana del mes de junio, lo recuerdo como si fuese hoy. Ibamos a comer una merendola al campo en familia. Paramos a echar gasolina. El coche del familiar iba casi completo y yo en el mio, solo como un rey. Desde lejos vi que un par de monjitas se acercó al coche que iba delante habíamos parado a echar gasolina y estaba llenando el deposito. Me señalaban con la mano y vi que mientras una de las hermanas montaba con mis gentes, la otra se acercaba a mi auto. Sin decir palabra abrió la puerta y se sentó en el asiento del copiloto. Era una novicia joven y supongo que aún no había tomado los hábitos, pues sentada pude ver sus rodillas, blancas como la leche pero nada despreciables para un joven un tanto "echao palante" como era yo en aquellos tiempos. Arrancamos yo detrás y mirando de reojo a la guapa hermana. Me arriesgué, pido perdón, y sin pensarlo puse mi mano sobre la rodilla de la monja, esta me miró, y por primera vez habló,-San Mateo capitulo 7 Versículo 5-, avergonzado retiré la mano. Pasados unos minutos mis deseos volvieron y de nuevo osé poner la mano sobre la fresca piel, de nuevo la misma frase-San Mateo capitulo 7 Versículo 5. Retiré de nuevo mi mano, y ademas vi que el coche que iba delante se había parado y la otra monjita se apeaba de él, paré y vi que mi acompañante antes de bajarse me daba algo,-¡Léelo!- me dijo, son los Evangelios. Cuando llegamos al destino, antes de bajar de mi coche, me picó la curiosidad, y abriendo el librito, me fui directamente a San Mateo al Capitulo 7 y al Versículo 5. "No te detengas, sigue que mas arriba encontrarás la Gloria"¡Lastima no haber estudiado los evangelios en su día!, pensé. |