Navas del Madroño - Caceres

Siguiendo el comentario de Olimpia26, sobre la noche mágica del 5 de enero, voy a narrar lo que me ha sucedido esta mañana bien temprano.

Volvía yo de dar mi carrera matutina de la Cabeza de Araya y había bastante niebla; veo acercarse unas siluetas deambulando, eran tres grupos, todos de dos personas y tras ellos una recua de animales más grandes que caballos y un cortejo de personajes ataviados con vistosos vestidos. Al principio no reconocí sus figuras, pues con la niebla solo apreciaba a lo lejos el movimiento de sus amplias ropas. Por sus vestimentas pude comprobar que no iban al campo a hacer faenas agrícolas, estas ropas eran más propias de ceremonias religiosas o de otro tipo de celebraciones. Cuando ya me acerqué pude comprobar que se trataba de los mismísimos Reyes Magos, ¡pero en qué estado iban!

Los dos primeros grupos lo formaban Melchor y Gaspar y sus dos pajes reales, los Reyes apoyados en los hombros de sus pajes y dando tropezones. El estado de Melchor era calamitoso, se había caído en dos charcos y precisamente en uno que habían meado antes los camellos; ¡vaya aspecto! También Gaspar iba agarrado a su paje, Gedeón, y no creáis que su estado era mejor, pues su apariencia y porte era la de todo un Rey, pero había perdido la corona o la había olvidado en alguna casa y cuando me saludó no le entendí nada de lo que me dijo. Yo lo achaqué al exceso de trabajo, pues hay que entender que es una paliza hacer el reparto de todo el año en una sola noche, y con los mismos medios que hace dos milenios.

Cuando me acerqué a Baltasar comprobé que su esbelta figura de ébano se mantenía inmarcesible, estaba como una rosa, sin descomponer la figura y con el porte digno de lo que es: un Rey. Esto me hizo pensar que algo había debido ocurrir para que los dos primeros Reyes fuesen en un estado tan desastroso y que el tercero mantuviese la figura.

Al verme tan sorprendido, el paje de Baltasar, Ibrahim, me contó lo que había sucedido esta pasada noche. Resulta que después de la cabalgata y de entregar a los niños los regalos en la Casa de Cultura, se retiraron a su campamento para empezar el reparto de los juguetes que no habían entregado aún y ahí comenzó el problema. Los padres de los chicos este año se habían excedido en su celo para que sus Majestades se fuesen contentos, y nunca mejor dicho, y habían dejado junto a cada par de zapatos no una copita de coñac o anís, no, habían dejado las botellas completas. Al estar la noche fría, Melchor y Gaspar que son de tradición judía habían ido tomando solo un sorbito, pero al llegar al barrio de los Pajares, que es donde más zapatos había, se empinaron las botellas y dijeron que al ser el último barrio tenían que agradecer a los venteros lo bien que se habían portado con ellos esa noche, y brindaron porque les sigan escribiendo el próximo año para que vuelvan, terminando con el contenido de todas las botellas que había en las ventanas. Las consecuencias las estaba yo observando en ese momento.

Pero hete ahí que Baltasar iba serio y taciturno; entonces pregunté a Ibrahim qué le sucedía. Éste me comentó que Baltasar no puede beber alcohol por ser de tradición musulmana y tampoco podía comer los polvorones que en todas las casas habían dejado junto a los zapatos, porque los mantecados están hechos con manteca de cerdo y a él se lo prohíbe su religión, y con tanto trabajo y cansancio ha tenido que estar toda la noche bebiendo de los cubos con agua que habían puesto para que repostaran los camellos.

Cuando se despidieron, Baltasar me dijo que os transmitiera el mensaje de que el próximo año no seáis tan espléndidos con los licores y que por lo menos les pongáis una pastillita de chocolate, que a él eso no le hace daño y va a juego con su color.

Me parecía mentira estar conversando con los Reyes Magos de Oriente, bueno con Gaspar no pude cruzar ni una frase porque no coordinaba bien. Ha sido un encuentro mágico y os lo he contado para que se lo podáis transmitir a vuestros chicos.


Saludos a tod@s.