Ibahernando - Caceres

Inmersos en la burbuja 3.0

Las redes sociales viven una época gloriosa. Tras esta espectacular explosión se esconden los verdaderos protagonistas del éxito: los usuarios, diamantes en bruto que, sin saberlo, les estamos generando beneficios multimillonarios.

Las burbujas son el gato de Schrodinger del mercado de valores. La paradoja del felino encerrado en una caja con una partícula radiactiva que podría, o no, desintegrarse y leberar una cápsula de gas letal ilustra las contradicciones de la física cuántica cuando la aplicamos al mundo real; mientras no destapamos la caja y miramos en su interior, el minino está al mismo tiempo vivo y muerto.
Lo mismo pasa con las burbujas financieras: si el mercado se alimenta de valores que solo existen en su imaginación, la posibilidad de la burbuja siempre existe. Pero, cuando estalla, no sabemos si lo hace porque estaba sobredimensionada o porque alguien la pinchó al abrir la caja.
En lo que de año, Goldman Sachs ha invertido 50.000 millones de dólares en Facebook. Microsoft ha comprado Skype por 8.500 millones y Linkedln ha salido a bolsa valorada en 8.900 millones de dólares; el dia de su estreno en Wall Street, sus acciones se dispararon un 109%. Para saber si Silicon Valley peca de exuberancia irracional hay que entender su valor. En una Economía de la Atención, los índices de tráfico de las grandes redes sociales justifican el entusiasmo de los anunciantes. Y, como en Google, tienen mano de obra gratis: etiquetando contenido, jeranquizando información, filtrando todo lo que no genera interés inmediato.
En la red, nosotros somos los duendes que convierten la basura en oro, el ingrediente secreto de su famoso algoritmo. Además, las redes sociales son ricas en un mineral precioso: información personal. Los usuarios de Facebook entregan, dirección, estado civil y cargo laboral y su opinión sincera sobre cualquier producto que haya en el mercado.
Esta información tiene un valor tan grande que solo la industria de intermadiarios que la gestiona ha obtenido unos ingresos de 100 millones de dólares. Y nosotros, la regalamos.
El llamado Sentiment Analysis ha entrado en la industria de contenidos como esporas alienígenas invadiendo los pulmones. Jeff Hammerbacher, fundador del equipo de análisis de datos en Facebook, lamenta que "los mejores cerebros de su generación están malgastando su vida pensando en maneras de hacer que la gente pinche en los anuncios".
No son las redes sociales las que cotizan de más, somos nosotros los que cotizamos de menos.

Marta Peirano.