Coria - Caceres

He visto toros bravos en libertad en distintas partes de Andalucía. Los toros son animales gregarios, viven en manadas que no se diferencian mucho, en cuanto a esas costumbres gregarias, de los rebaños de cabras u ovejas. Se podría decir que incluso son más tranquilos que éstas. Pero no cabe duda que su tamaño, cornamenta y aspecto los hace mucho más impresionantes.

Cuando yo era un niño, me dijo otro niño que pasaba temporadas en una de esas fincas andaluzas dedicadas a la cría del toro bravo, pues tenía un familiar trabajando allí, que les tiraba piedras a los toros libres y éstos no hacían nada. Me pareció increíble, dada la fama de violentos que los taurinos han vertido sobre esos animales.

Hace unos días he estado hablando precisamente con ese trabajador de una importante ganadería andaluza. Me ha dicho que los toros en libertad no suelen atacar a las personas, especialmente si ya las conocen. Dice que los cuidadores les llevan la comida a pie, y que él llamaba al semental como se llama a un perro y venía a comer tan tranquilo. ¡Nada menos que el semental, el padre de esos toros de tanta bravura con los que se enfrentan los "valientes" toreros después de que el picador les ha sacado 10 litros de sangre, destrozado los músculos, nervios y huesos y el banderillero les ha clavado media docena de arpones, para debilitarlo más aún!

El ambiente del toro es la dehesa, con su manada. Algunas veces los machos se enzarzan en peleas, como cualquier otro animal, incluído el hombre. Realmente el toro bravo ni existe ni ha existido nunca, ni menos como especie. El toro es un animal doméstico acostumbrado a la libertad de los campos, que ataca cuando le quitan la libertad y lo separan de su manada, encerrándolo en un ambiente hostil e inadecuado, como son las plazas de torturas.

Que se enteren de una vez los taurinos y los toreros, que entienden mucho de torturas y muy poco de toros, que si el toro embiste en la plaza, no es porque esté hecho para la plaza, sino por todo lo contrario, porque la plaza no es su lugar.

Si algún bicho se va a extinguir cuando llegue ese bendito día en que se prohiba la tauromaquia, serán esos camaleones de colorines brillantes que pululan por los desiertos urbanos llamados plazas de toros. Ojalá la extinción de estas alimañas taurinas llegue cuanto antes. Desde luego, cada día es un día menos que les queda.

Un saludo para todo los compañeros y animarlos a que colaboren con sus experiencias antitaurinas en el libro de Yogui, y en todas las iniciativas de este foro. Pensemos que acabar con esa crueldad de la tauromaquia es cosa de todos nosotros y nuestra labor debe ser constante, organizada y unida, en equipo.