AL FINAL DE LAS FIESTAS Al FINAL DE LA Navidad Aquella noche Dios llegó a la posada del tiempo. No hacia ruido, no despertó a nadie. Pero en aquel instante despertaron todas las cosas en un estremecimiento que recorrió la tierra. La creación supo que estaba en camino hacia su transformación definitiva y, las cosas ocuparon su lugar en el mapa del universo. Aquella noche conocieron el sentido de su existencia. Aquella noche Dios , en el silencio en la carne de un Niño le dijo al hombre su Palabra definitiva. El hombre, aquella noche supo que su caminar tenía una meta. Peregrino de tantos siglos de historia, comprendió que había llegado aquella noche un Niño que latiría al lado de sus huellas de caminante. Y se descubrió como niño caminando hacia Dios. Desde ahora toda esperanza es posible. Aquella noche no estaban los poderosos, ni los sabios, ni los gobernantes, ni los opulentos. Estaban en sus palacios, distraídos con sus cosas e intereses, encerrados en sus vacíos y soledad. Sus ventanas estaban cerradas al Misterio y la sorpresa. Aquella noche estaban los pequeños de la historia, los olvidados, los débiles, los ignorantes, los que no cuentan. Pero sus ojos limpios y soñadores... vieron derramarse una paz que unía el cielo y la tierra, lo humano y lo divino, el tiempo y la eternidad. Aquella noche entre las tiendas del hombre beduino del desierto, sopló un aire nuevo. Dios jugando al escondite se nos coló en nuestra tierra y la historia se llenó de sentido. Fue el milagro que convirtió en milagro nuestra vida. Fue una madre joven la que engendró en su vientre al Mesías y José, un carpintero anónimo nos enseñó que cuando Dios nos visita hay qua arrodillar el alma. Y aquella sorpresa puso sorpresas en todas las esquinas de la vida. Desde aquella noche un portal, y cualquier lugar y corazón sencillo es cuna de Dios. Y unos magos nos indicaron, mirando a las estrellas, que la meta está “más allá”; nos enseñaron que sólo en la noche y caminando, siendo buscadores de lo imposible, persiguiendo utopías… Dios nos sonríe y mira con el brillo de los ojos de un bebé. Reconocemos a Dios en nuestra Tierra. Aquella noche, amigos, fue navidad la primera de todas las navidades en las que en ese Niño, en su carne tocamos a Dios. Dios llega a nuestro tiempo a nuestra casa. Fue aquella noche, la que ilumina nuestras noches, fue aquel silencio el que nos regalo tanta Palabra, fue aquel Niño en brazos de una madre quien nos enseñó lo que es ser hombre. ¿Qué dificil le resulta al hombre del siglo XXI, que pone su fe en el dinero, la economía la política, el placer, reconocer en “algo tan frágil” a Dios?. ¡Feliz Navidad!
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