Alcollarín - Caceres

Cuando aun estamos con un corte de digestión como consecuencia del miedo a que no suba la bolsa de valores (termómetro de la economía), el dinero no tiene amo, ni derecha ni izquierda; a que haya mucha gente que cobre un 5% menos que el año pasado; a que vaya a subir el IVA y a que los jubilados se les congele su pensión, nos enteramos que puede haber una próxima reforma del mercado laboral.

Se dice que el Gobierno está ahora interesado en la reforma laboral, pero, antes, al Gobierno se lo ha impuesto la Comunidad Europea, al igual que le ha impuesto el recorte de gasto publico. Hablar de esto hace unas semanas era un grave pecado. Ahora lo justifica porque hay empresas que tienen que cerrar por no poder pagar a toda su plantilla, porque existen demasiadas prejubilaciones pagadas, porque solo se consiguen contratos temporales, porque no se crea empleos estables. Sin empleo no hay suficientes cotizantes a la Seguridad Social, ni contribuyentes a la Hacienda Pública.

El problema a solucionar es gastar menos e ingresar más. No consiste solo en aumentar la recaudación fiscal, sino se acompaña de gastar menos, y en esto último está el principal dilema.

¿Qué dicen a esto los sindicatos, aportan algo? Los sindicatos esta subvencionados por el Gobierno y hace unos días se les ha concedido dieciséis millones de euros más, por lo tanto poco pueden decir.

La gente está preocupada. Unos miran al cielo para ver si ocurre la conjunción planetaria que nos anuncio Leire Pajin. Otros más pesimistas rezan –que Dios nos coja confesados- por si nos suben de nuevo la luz o los impuestos. Otros les entra la obsesión del ahorro por lo que pueda pasar. Los sindicatos ya lo hemos dicho como máximo amenazando un poquinino y hay una enorme masa de españoles y sobre todos de parados pidiendo se arreglen sus problemas.

El problema más grande a resolver tiene que ser el paro.