Alcollarín - Caceres

Os contaré queridos amigos un caso verídico que ocurrió en vuestro Condado hace más de cuatro siglos.
Era mi amigo Diego Piçarro el conde la noble, leal e invicta villa de Alcollarín, señor de sus tierras, en aquélla época. Mi amigo Diego tenía fama de mal pagador entre sus sirvientes y sino fuese por la necesidad de aquéllas gentes nadie trabajaría para él por un plato de comida. Había tenido el Conde desavenencias con dos de sus criados más directos. Sus ayudantes de diario, recoveros, asistentes y camareros durante todo el año mientras su estancia era en la villa de Alcollarín. Esas desavenencias causaron el despido de los dos sirvientes, y la noticia corrió por la villa. El conde hizo saber que se necesitaba de los servicios de dos personas para su asistencia personal, dos hombres de confianza y con saber estar. Muchos fueron quienes pasaron por su despacho, y lo mismo que entraban salían con un no despectivo. Finalmente una madrugada de Domingo dos pícaros del pueblo se presentaron en “el Palacio”, armando jaleo y despertando a todos los que allí descansaban. “Queremos ver a Don Diego” –exclamaban- venimos por lo del trabajo, le dijeron a quién hacía las veces de guardia y sirviente del Conde. “El Conde descansa, estas no son horas de recibir a nadie, además en una horas saldrá de cacería”. Los villanos insistieron “Es urgente, queremos ver al Conde por ese trabajo que ofrece como ayudante de él”. Los dos pícaros villanos consiguieron entrar al salón dónde se recibía a los trabajadores, una sala con chimenea que había a la izquierda según se entraba por la puerta principal. Allí en la chimenea pasaron muchas horas mis sirvientes cuando me hospedaba en casa de Diego antes de salir a cazar durante semanas. Bajó una señorita que hacía la suplencia de los despedidos y explicó a los dos villanos que el Conde se enfadaría mucho si le despertaban por semejante tontería, que volviesen en otra ocasión dejando antes recado de su visita y en horas menos intempestivas. Pero los villanos, una vez retiróse la guardia al portón, convencieron con arrumacos a la jovenzuela, que ya conocían del pueblo, para que les dejara subir tan siquiera, al pasillo de la habitación del tacaño de mi amigo Diego. Llamaron a la puerta y el Conde, que ya estaba a medio vestir y preparado para salir, despierto ya, por el revuelo de los dos pícaros, salió al pasillo y mientras la joven se disculpaba por tan desagradable situación, los dos pícaros explicaron al mal pagador Conde que venían por el trabajo:
-Qué queréis, como osáis a entrar de esta forma en mi casa y a estas horas ¿Os queréis buscar un problema?
-Señor Conde venimos porque nos hemos enterado de que necesita usted dos sirvientes de confianza.
-Así es. Dijo el Conde, que al ver cómo habían pasado los días y nadie aceptaba el puesto por lo desagradable y mal pagador que era Diego, se ablandó un poco, no fuera ser que estos dos quisieran quedarse.
-Pues mire señor Conde, dijeron los pícaros muchachos, sabedores del bajo sueldo y el mucho trabajo del puesto, que nos hemos enterado del trabajo y venimos a decirle que no cuente usted con nosotros.

Entre risas y carcajadas salieron a la tira escaleras abajo, mientras la jovenzuela moríase de risa y el Conde se vio vilipendiado por dos descarados muchachos.
Contómelo esto Diego al día siguiente cuando estuvimos cazando corzos en los arroyos de las Villuercas, por la tarde y mientras yo, aguantándome la risa por no enfadarlo más, le dije que debía ser más agradecido con sus gentes y pagarles mejor. A ver si te sirve de escarmiento Diego Piçarro, le dije mientras el último de la tarde era abatido.

¡Buenas tardes,Conde-Duque! la historia si es verídica,es fabulosa,leyéndola nos hemos recreado y al final claro está nos hemos reído con esos dos pícaros como no debía ser menos,pues la picaresca por esa época,había mucha.Nos gusta,gracias por deleitarnos con trocitos de historia picaresca.Recibe un saludo y felíz domingo.

MUY GUAPETA CONDE, ME HA GUTADO BASTANTE,A VER SI NOS PONES MAS HISTORIAS DE ESTAS, NOS DA IGUAL QUE SEA VERÍDICA O INVENTADA, ME GUSTAN, UN ABRAZO

Gracias Conde por deleitarnos con historias como esta,sea fantástica o no como bien dice Milano,que mas dá!,tu aportación siempre es enriquecedora.
Saludos

La picaresca era uno de los recursos más utilizados en aquella época no sólo como diversión, sino también para sobrevivir. Hecho cierto o no, has sabido conjugar la historia con el tan necesario sentido del humor.
Te felicito por ello, apreciado Conde Duque.

Vaya dos piracones!!!!!, menudo plantón le han dado al tal SEÑOR, pero en la vida actual, creo que quien no hasentido alguna vez, el impulso de decirle a su JEFE, BASTA YA!!!!.
En fín, normalmente siempre solemos reflexionar después,y sopesar lo que realmente importa en la vída.
Un Saludo Conde, y grácias por hacernos llegar ésta picaresca, me ha gustado!!!!.

Aunque nací en los aledaños de Almaraz, en una aldea que hoy no existe ya que ha sido engullida por la modernidad; sí que tuve la ocasión de conocer al tal Diego. Doy fe de su tacañería, de su afán por conquistar doncellas y de su aspecto huraño. Coincidí con una de aquellas lanzas alcollarinejas capitanedas por don Diego en una trifulca de los indígenas en Lima y ni me pareció buen capitán ni por supuesto buen camarada. Pero esto ya lo contaré otro día....
Un saludo Conde-duque y mi reconocimiento por cómo has relatado lo que antecede. ¿No nos conocemos? Esa manera de escribir... no sé, no sé