carta a mi Tío Santos “a mi tía Pepa; mis primas Marisol, Angelita, Loli, Jaime y Pedro; a toda la familia de Santos” “ a mi tío Santos, in memoriam” Querido Tío, Alcalde de Alcollarín, Dudé unos instantes en responder al guiño de tu perpetua sonrisa. Diáfana., sincera, perteneciente al hombre más Grande con el que he tenido la ocasión de dialogar. Desde muy pequeñito fui eso que ahora daría en llamarse “fan” de un hombre muy poco al uso de aquella época. Indomable viajero de todas las geografías conocidas y por conocer, embutido en aquel SEAT 1500 de cuyo olor a cuero todavía guarda recuerdos mi memoria, de viajes infinitos que, quizás, no sobrepasaban Don Benito. Pero eso para mí, chaval rollizo y sieteañero de ciudad, era como cruzar el océano en canoa. O aquel otro viaje que tuve el placer de realizar en agosto de 1976, después de la boda de mi prima Antonia, en tu SEAT 124 sport, desde Madrid hasta Alcollarín. Eso, para el mismo chaval, ya algo más espigado aunque impúber, seguía siendo un sueño en vida. Aquel coche, aquella conducción por el puerto de Miravete sorteando curvas.... Paramos en Miravete y pediste una coca-cola, y yo una fanta. Y hablabas sin parar con mi tío Agustín que viajaba contigo en la parte delantera, mientras yo escuchaba embobado junto a mi tía Pepa y Gertrudis en la parte trasera. Querido Tío, podría estar escribiendo horas y horas sobre mis recuerdos de los que tú eres parte primordial. Y, seguramente, llegaría a cansar a un foro de Alcollarín ávido de noticias renovadoras y de ver cómo el pueblo se va a transformar en un pueblo nuevo. ¿Te acuerdas el pueblo que tú dejaste cuándo fuiste alcalde? Un pueblo blanco como los sueños, de casas encaladas, de calles limpias y asfaltadas. Un pueblo oliendo a pueblo, con un flamante alcantarillado. Un pueblo con sabor a pueblo, impregnado del aroma de las costumbres enraizadas, de la nostalgia de los que se fueron con su hatillo en busca de su “santo grial” personal a Alemania, a Francia, a tantos lugares ignotos, imprecisos, hostiles.... ¿Recuerdas las fiestas en honor a aquellos paisanos que tornaban al abrazo de sus madres e hijos, rotos del esfuerzo de cimentar una España nueva? Yo también lo recuerdo. Para mí, persona cuarentona ya, representa la imagen viva de un pueblo pequeño pero poderoso, capaz de atraer a las gentes de alrededor y generar su envidia, envidia sana y no tan sana. Y jamás en el resto de mis días y de mis experiencias en Alcollarín, he vivido nada parecido a lo que mis pupilas fueron testigos y que no vale la pena rememorar porque se encuentra todavía vivo en el interior de todos los alcollarinejos de bien...... Y aún así te criticaron con fijación premeditada, como suceden las cosas en las casas humildes, en las casas bondadosas. ¿Qué extraña manía es esta de criticar al que da sin pedir? De llevar a la oscuridad de una celda al que ha sido tu amigo y te ha ayudado. ¿Qué rara enfermedad es esta que acaece en nuestros días, de ensalzar y hacer monumentos al que roba despiadadamente al pobre y le machaca y le insulta si puede; y sin embargo se demoniza al que es capaz de dar parte de su vida y de su patrimonio por los demás? Querido Tío, Alcalde de Alcollarín. Te escribo estas lineas con la alegría renacida del que escribe al que ahora sonreirá en la eternidad. Nosotros, los que nos hemos quedado en estos lares, andamos compungidos, un poco contrahechos por las deudas y los problemas de diversa índole. Seguro que cuando leas esta humilde carta marcarás mi número de teléfono para darme algún consejo y, bromearás, igual que lo has hecho siempre, junto a tu querido “oasis” con un vaso de buen “catalina arroyo” del 96 y me ofrecerás uno con una buena tapita de jamón de tu matanza. Seguro que en esta nueva vida que tienes y en este, estoy convencido, nuevo trabajo que te han encomendado vendrás a darnos tus sabios y honrados consejos y, ahora todavía más si cabe, debido a las nuevas amistades que tienes en ese éter pausado, tu nueva casa. Pero quiero que sepas que te echamos ya de menos y te echaremos de menos mucho tiempo; y anhelo que tu voz, inconfundible, resuene en todos los ángulos, en todos los barbechos, en todas las casas de este enorme pueblo. De tu pueblo. De Alcollarín. Y que tu mirada pícara se pose en aquellos que hoy andan perdidos sin saber qué camino tomar o llenos de remordimientos. Quiero que sepas, querido Tío, que eres el Personaje más importante que ha pasado por este pueblo desde que se usa la memoria histórica. Y que el fundador o fundadores del mismo estarían orgullosos de todo lo que ofreciste al mismo. Aquí, si me permites, te mando unos versos de tu libro “Fomentando el amor”, antaño escritos y que siempre te tendrán vivo en nuestra memoria. Porque tú estás vivo. Un abrazo querido Tío. Se despide de ti, éste que no te olvida. Manuel Angel Martín Barrado .......... “ Gran pena tengo por eso gran pena que no se va hacerme pronto la presa que ya me habéis prometido y no acaba de cuajar, para impedir por más tiempo que estas riquísimas aguas, se las regale yo al mar. Podéis regar esos campos Me dijo el río a mí Y trabajando con furia Aumentar vuestra riqueza, En este bonito pueblo Que se llama Alcollarín, ¿Tiene razón este río? Yo la verdad creo que sí (Santos Carrasco Fabián c 1995)
|