LA NAVIDAD EN LA WEB Prefieron no opinar sobre el tema NAVIDAD y simplemente desearos una muy feliz a todos, pero me permito incluir dos textos recogidos de la WEB, uno nos habla de las aburridas cenas de trabajo y otroade la ausencia del protagonista de la Navidad en las mismas. Lo dejo sin opinar al respecto, que cada uno saque sus conclusiones: ARTICULOS COPIADOS Cena de Navidad con los compañeros de trabajo Es tiempo de cena de Navidad con la gente del trabajo y si los Grammy son ‘la antesala de los Oscar', estas cenas son la ‘antesala de las fiestas con tu familia'. Si sale bien, siempre queda aguantar el tirón familiar; si sale mal, te vas a arrepentir todo el año. Siempre que intento dar consejos me sale mal, así que dejad que os cuente qué es lo que he hecho en las últimas cenas de empresa para que podáis hacer justo lo contrario: Un año me senté con los jefes y me aburrí como una ostra. La conversación me pasaba por encima y no me enteraba de nada, así que me tiré toda la cena callado. Lejos de agradecer que fuera yo el que se presentara voluntario para el sacrificio, mis compañeros me tildaron de pelota y me retiraron la palabra durante un tiempo. Al año siguiente me senté con los más ‘bandarras' de la oficina y me presté a darlo todo siendo más papista que el Papa. Si alguien cantaba, yo aireaba mi servilleta como el día que Torres dejó sentado a Lamp y nos regaló la Eurocopa el verano pasado. Si había que hablar, yo hablaba. Si alguien empezaba una conga, ahí iba yo de locomotora... Tan mal iba al cabo de las horas que cuando cerró el bar en el que estábamos, no se me ocurrió otra cosa que decir: "¡Todos a mi casa!" A la mañana siguiente amanecí con gente que ni siquiera trabaja en mi oficina durmiendo en mi sofá y con un aviso de la casera diciéndome que a la siguiente me podía buscar otro apartamento. Tras dos años de no acertar y ya con consolidada experiencia, decidí sentarme entre los "como-estoy-deseando-que-se-acabe-esto-para-irme-a-mi-casa" y los "preferiría-arrancarme-el-brazo-a-mordiscos-antes-de-tener-que-estar-aquí". La verdad es que funcionó. A las dos horas solo contemplaba la idea de irme e hice una despedida a lo bomba de humo ninja: me hice invisible y desaparecí en busca del taxi. Como estos grupos de escapistas por sorpresa son mayoría, estuve buscando un taxi libre una hora y media de reloj... Y llegamos a este año: no quiero sentarme con los jefes, no quiero ser el alma de la fiesta ni irme tan rápido que nadie se dé cuenta siquiera de que he asistido. ¿Qué puedo hacer? ¿Cuál es el comportamiento ideal? He estado buscando respuestas en Yahoo! y me he encontrado con esto. ¡No estoy solo ahí fuera, estamos todos igual! Siguiendo vuestros consejos trataré de pasarlo bien con el menor consumo alcohólico posible. También aconsejáis ‘más escuchar y menos hablar', que todo lo que digas puede volverse en tu contra... Pero, sobre todo, utilizaré el transporte público. ¡Es muy peligroso coger el coche si vas a tomarte un vino y dos cervezas! Navidad y navidades Un grupo de amigos decide celebrar el cumpleaños de Jesús, uno de ellos. Unánimemente le reconocen como el mejor de todos. A cada uno le ha hecho favores sin cuento, hasta el punto, de que todos le deben el puesto de trabajo y todo lo que son. El homenaje es por todo lo alto. En el club, antes de la cena, han mantenido conversaciones amenas, la alegría y el buen humor ha reinado en el grupo. Durante la cena y tras ella la animación se ha mantenido a niveles extraordinarios. Sin embargo, durante todo el acto nadie ha mirado, conversado, ni se ha dado cuenta de que allí estaba el homenajeado, el tal Jesús; quien , al final, sólo, decepcionado, amargado y dolido emprende el camino de su hogar. Uno o dos de esos amigos, algo bebidos, en el momento de marcharse, sin mirarle a los ojos y de pasada, le han mascullado un: ¡Hasta el año que viene!. Así nos comportamos muchos de nosotros al celebrar la Navidad , el nacimiento de Jesús de Nazaret, pero ¿quién se acuerda del recién nacido? Los cristianos del siglo XXI hemos llegado a la insólita incoherencia de conmemorar el cumpleaños de Jesucristo ¡sin Jesús! Le hemos puesto tantas envolturas y artificios sobre la cuna al Señor, que no llegamos ni a ver su rostro. Nos quedamos con la envoltura…vacía La NAVIDAD es una sola: el hecho de que Dios cumpliera su promesa de hacerse hombre, naciendo de una mujer, en la mayor pobreza, y de la forma más humillante. El niño Dios ingresa en nuestra historia, y con su presencia se hace realidad la esperanza de salvación para todos los pecadores. La celebración de este nacimiento , el 25 de diciembre, la extendemos-Las Navidades- hasta el día de Reyes, 6 de enero. Todos esos días se han convertido en una gran fiesta donde incluimos otras navidades pequeñitas que, como pequeñas trampas, intentan sustituir el Aniversario de Dios por un mundo material y ficticio, cambiar la fe por el placer, la esperanza por el dinero, la adoración a Dios por la adoración del hombre. Entre esas pequeñitas navidades podemos distinguir: La navidad GASTRONÓMICA. El besugo al horno, el jamón, el cordero, los pasteles, los mariscos, los mazapanes, los turrones el champán... La gruta de Belén, la cuadra se convierte en una sala luminosa con la mejor cena del año. Los manteles de lino fino, la embriaguez y la hartura. Claro está, el hambre de los más pobres y necesitados de este mundo nada tiene que ver con esto. Durante el festín a nadie se le ocurre recordar a Cristo ni, mucho menos, bendecir la mesa , rezar un Padrenuestro o releer el bellísimo pasaje de San Lucas sobre el nacimiento de Jesús (Lc. 2, 1-20). ¡ Hombre no nos agüe Vd. la fiesta ¡ Diría más de uno. La navidad POSTAL. El recuerdo de aquellos amigos que olvidamos, los otros 364 días del año. Toneladas de correspondencia atascada en las oficinas de correo, justo unos días antes. La feria de las tarjetas, bastante cursis por cierto. La navidad TURÍSTICA. No esa que fomenta la convivencia familiar, sino el viaje apresurado a donde sea para "divertirnos", para evadirnos de los problemas del diario quehacer. Al volver podremos presumir cuando nos pregunten: ¿Donde estuviste? ¿ que has comprado?, en vez de ¿Cómo viviste esta Navidad? La navidad CONSUMISTA. Desde los niños, que únicamente valoran la celebración por los regalos y juguetes que reciben, hasta los adultos que juegan con ellos. Lo divertido del asunto es obsequiar para que te obsequien. Bienvenida la navidad que deja la caja de bombones, un perfume Made in France, una bonita corbata, un cheque al portador, etc. La navidad NOCTURNA. La fiesta en el Club de moda, la discoteca del momento , el bar o el hotel más popular, donde podemos dar culto al hedonismo. Se contratan a las mejores orquestas, bailamos entre serpentinas, globos y confeti, todo incluido; mientras el niño Dios lloriquea en un pesebre de verdad entre burros y vacas malolientes. La navidad FOLKLÓRICA. Adornar todo sin importar el costo de las cosas, una franca competencia por mostrar el árbol más hermoso, el más llamativo. Nuestras ciudades gastan millones con iluminaciones artísticas; se olvida que el pino, el nacimiento y los adornos tienen un profundo sentido cristiano, un recuerdo y una enseñanza que nada tiene que ver con su apariencia o valor económico. Desde un mes antes, Los establecimientos comerciales compiten entre sí con ofertas tentadoras, donde raramente se incluye algo que nos recuerde al festejado, al niño Dios. La navidad ESPUMANTI. Una espiritualidad estilizada y exquisita, una piedad epidérmica, y una religiosidad sin compromiso ni sentido, que no nos lleva a acción alguna. Demasiado lírica y demasiado pegajosa. La NAVIDAD histórica es algo más cruda y redentora: un Dios que ha nacido voluntariamente pobre, desplazado, sufriente, exigiendo a los hombres la renuncia a la vanidad, a la soberbia, al orgullo y a las pasiones. Que nos reclama a viva voz que renovemos nuestros corazones, nuestras familias y el mundo en que vivimos. Desde hace dos mil años, sigue siendo válida la frase de San Juan en su Evangelio: “Vino a los suyos, pero los suyos no le recibieron”. Palabras que resuenan a través de los siglos. Sólo hay una NAVIDAD digna de este nombre: la que conjuga el verbo dar, el darse. ¿No podríamos celebrar esta Navidad, estas Navidades también con Jesús?
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