Alcollarín - Caceres

Fuimos de una generación donde el trabajo era sagrado, se compraba las cosas cuando se podía, no se pedía prestado a no ser por necesidad y se ahorraba un poco “por si pasaba algo", y nos bañábamos en nuestro rio y el cocido, el gazpacho, los embutidos, el queso y la tortilla de patata era la base de nuestro alimento nacional.

A muchos les tocó de jóvenes trabajar para sus padres, a los que no abandonaron y de casados para sus hijos. Y tan buenos trabajadores fueron, que levantaron casi todas las empresas que hoy conocemos, y se decía que España fue la décima potencia mundial.

Algunos de los hijos de estos que levantaron España se convirtieron en la generación de los nuevos ricos, la de los pelotazos, la de los préstamos en exceso, la del gasto continuo, de la especulación, del derroche. Y cosas de la vida todos nos volvimos ricos (en apariencia), una mayoría se endeudaron para demostrar su poder y riqueza. Increíble pero cierto.

Llego el Mercado Común, con su dinero, subvenciones y sus megas infraestructuras. Nadie pensaba que podríamos empobrecernos, pero NOS EMPOBRECIMOS ¡Vaya si nos empobrecimos!, pero lo que más nos llamó la atención es que apareció una nueva casta de pobres que fueron las Cajas de Ahorros, algunos Bancos, el estado, las autonomías y los ayuntamientos, que encima son los que nos mandan.