Ahigal - Caceres

No ha mucho, o quizás sí, asistí a una de esas reuniones a las que, como forma de asesinar el tiempo, suelen acudir ociosos y aburridos, que son incapaces de asesinar su abulia y, lógicamente, como no puede ser de otra manera, puesto que no siempre el personal cuenta los minutos y el entretenimiento por bocados que cautivan votos e intenciones, el auditorio acabó difuminándose, cual si los concurrentes fueran émulos de aquellos ancianos que recuerda el episodio del Nuevo Testamento, donde todos debían ser pecadores a tenor de su fuga. Ante la silenciosa y paulatina evasión de quienes, ya hacía rato, movían las posaderas más de lo que les movía el interés, me atenazó el recuerdo aquella frase lapidaria que se rememora, llegado el caso, por nuestras tierras de muy señor mío, tierras que son Tierra de Granadilla, y que en román paladino se leería en un “y así se despobló Cáparra”, en alusión a aquella ciudad que irradió su pompa, su señorío y, más tarde, su pobreza por todos nuestros lares, a los que sin duda había dado vida, y que no tuvo la suerte, cual Itálica, de que sus ruinas fueran cantadas por algún Rodrigo Caro: “Estos, Fabio, ¡ay dolor!, que ves ahora, campos de soledad, mustio collado, fueron un tiempo...”.
El “y así se despobló Cáparra” me lleva, pobre agorero de mí y profeta sin mérito alguno, puesto que la evidencia sólo puede ignorarla en el que se empeña en el autoengaño porque no quiere abrir los ojos, me conduce a lanzar un más que certero “y así se va despoblando Ahigal”, un pueblo que de emporio camina con pasos agigantados y firme el ademán, que recoge la cantata del nacional-catolicismo, a que en pocos años se convierta en un añorado recuerdo de lo que fue y nos obligue la sinrazón de un mea culpa colectivo. Los números, al igual que las ranas, cantan o croan, lo mismo me da, pero, mientras que al batracio hacemos por sentirlo, los guarismos, sobre todos si van precedidos por el indeseable signo de la resta, choca contra la escafandra que nos sirve de armadura e, imitando el irresponsable comportamiento del avestruz, aguardamos que pase el vendaval que se ha detenido, como la espada de Damocles, sobre nuestras cabezas.
¿Cuántos éramos en el cercano pasado de una década y cuántos somos hoy?, es una pregunta que orada cualquier sensibilidad, y que se complementa con otro interrogante al que cabría contestar que en sólo este año hemos perdido cuarenta cabezas, precisamente en unos meses en los que la crisis, no sé si más crisis económica que de espíritu, lleva a los desheredados a refugiarse en la casa de sus mayores, pero en Ahigal la perdida de habitantes, admírense ustedes de la deducción de este villano juntaletras, acarrea el aumento de otras cuestiones dignas de tenerse en consideración, cual es el número de casas vacías, todo un reflejo del empobrecimiento de un pueblo, ya que en mi modesta opinión la vitalidad de un lugar tiene su contrapunto en el incremento de viviendas atrancadas y en la proliferación de los gatos.
Amigos, miremos a Cáparra y tratemos de ver el espejo, si es que aún queremos tener espejo en el que mirarnos, la imagen de nuestro pueblo, una imagen, seguramente acusadora, que con su índice trata de decirnos que la solución está en nuestras manos, en unas manos que en la mayor parte de las ocasiones, malditas ocasiones, tocan las teclas para el mísero vilipendio. Únicamente el día que todos, todos sin exclusión, sintamos la misma queja desgarrada de Ahigal y todos, ajenos a la politiquilla barata de voceros sin escrúpulos, alguaciles que emponzoñan la salud del alma, nos convenzamos que torres más altas cayeron, como en el cuento de los tres cerditos, por la acción de un simple suspiro, entonces habremos dado un primer paso en la lucha para salvarnos del jinete apocalíptico que nos dictó un “y así se despobló Cáparra”. Tiempo al tiempo.

Bravo no registrado, pero esta epopeya que tan bien relatas, no sólamente se cierne sobre el pueblo de Ahigal, sino desgraciadamente sobre todos o casi todos los nucleos rurales del norte de esta nuestra querida provincia.

Me quedo con esa frase lapidaria: "la evidencia solo puede negarla quien se empeña en el autoengaño." Esta creo que la madre del cordero.


Atentamente.

909.- Como se nota que hoy te habias puesto nuevas las pilas de Duracel, mira que ha durado tu parrafada, cuando en dos línes está todo dicho; con el espacio que tuyo, otros podrían haber puesto las casas y corroles abandonados en Ahigal, con su correspondiente ubicación de calle, número y nombre del propietario. y aún le sobraria espacio. Como algún año tengas que radiar las campanadas de fin de año, estamos apañados, seguro que se ha terminado el siglo y tu vas por la quinta campanada. Estamos en crisis y hay que abreviar.

Un saludo.

""" Que llega, que llega, que llega el Donovan""". Si no ha llegado está el caer.

Así sereis más que hoy, con ese ya teneis suficiente.

A la Bicha ni mentarla.

Y al paso que vamos 909 no solo se va a quedar el pueblo sin vecinos, sino también el foro sin foreros.

909.- Cuando Jesuscrito de dirigia a la muchedumbre, siempre les hablaba en PARABOLAS, dicen que para que les entendieran mejor, asi hasta los torpes le entendian, aplicate tu el cuento.

poes yo es quenteindo lo que ay quendender que bien quen5tiendo de eso de Ahigal y de que todo es verda verdadera de com un puño de verda ques que hante donde yo bivo bivian muchos donde esta mi casa al lado de mi casa que la cale de mi casa donde yo bivo bivia mucha gente y oy bivo yo y casi que yo sola bivo en la calle de mi casa y ya casi no queda biviendo nadie en la calle que bivo yo en mi casa de esa calle y todo eso es verda lo que dize ese que dize lo de 909 que dize todo que sentiende bien lo que dize eso. poes eso es ques verda y mi tio canta una cosa ques deso que dize el y los quescriven no le interesa lo que dize de lo del pueblo ques verda y la gente escrive y pasa descrivir de eso que dize ques verda y bueno poes no azemos caso y duando no quede nadie entonzes ya no queda nadie entozes ya es la cevada al rabo del burro muerto que si el burro esta muerto la cevada no vale para el burro muerto. poes mi tio tiene un cante quel cante es de lo que quedarse sin gente el pueblo que se queda sin nadie que lo dize el cante que asi el cante de mi tio.

Ahigal te vas a quedar
solo con qince becinos
el cura y el monagillo
dies pollos y tres cevollinos.

vAYA ANIMOS QUE NOS DA LA CALAMBUCU, Y A LO MEJOR TIENE HASTA RAZÓN PORQUE EN AHIGAL VOY A MAS ENTIERROS QUE A BAUTIZOS.