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27-11-09 23:47 #3986198
Por:No Registrado
Sobre los periódicos catalanes: así se defiende a una casta mentirosa
Sobre los periódicos catalanes: así se defiende a una casta mentirosa

¿Quién les arrogó el derecho a hablar en nombre de toda Cataluña? ¿A quién pretender engañar cuando están pagados y sirven a los intereses de quienes en lo catalán un medio de vida?

Entre los medios correveydiles de Montilla y sus secuaces, "La Vanguardia". El periódico de los Godó ha hecho de la sumisión al poder establecido su marca. En otro tiempo, sacaban brillo a los zapatos de Franco.

Acabo de leer el texto sobre "la dignidad de Cataluña" en los periódicos allí editados –que no catalanes- y no he podido dejar de sonreír entre amargado y apesadumbrado. La retórica de la parte por el todo parece que todavía pretende réditos políticos, de modo que no me quedan ganas de escribir estas líneas si no es por ánimo de compartir mi reflexión, no por que tenga la más mínima esperanza de poder modificar el curso de las cosas.

Resulta que un referendum a favor del Estatuto en el que no participó más que un 50%, y de esa fracción voto a favor el 74%, autoriza a unos periódicos editados en Cataluña a hablar por el total del pueblo catalán a quién solo puede presentar 1,8 millones de votos como aval. Es posible que alguien piense que en democracia nadie pone en duda la legitimidad de un proceso electoral aduciendo el número de los que no participaron pero también puede darse la vuelta al razonamiento y decir que cuando no se posee más que una fracción, que no alcanza ni la tercera parte de los catalanes, resulta grueso, cuando menos, hablar por "Catalunya" con el desparpajo con que lo hacen unos periódicos a los que nadie votó para erigirse en representantes.

Esta es la crítica central y, por otro lado, concurrir en cártel ante la opinión pública solo manifiesta un golpe efectista ayuno de argumentos, convenientemente adornado por el victimismo tradicional del nacionalismo catalán. Que si se les mira mal por hablar en otro idioma, que si trabajan sin quejarse, que si son solidarios; todo esto es irrelevante porque el pueblo catalán soporta a la misma casta corrupta de poderosos que el español de Cádiz o Pontevedra.

Muy lejos de sus pretensiones, los periódicos defensores del Estatuto catalán están en línea con los parámetros de globalización –esencialmente oligárquicos, plutocráticos y antipopulares- que pueden apreciarse en Madrid, en Nueva York o en Tokyo. El Triangle o La Vanguardia no están menos en línea con la desnacionalización de los pueblos y el amparo de la cultura de masas que el capital transnacional necesita que The Wall Street Journal o El País. A estas alturas de la película, blasonar de "catalán" aquellos que día a día, ladrillo a ladrillo, van construyendo una Cataluña descatalanizada, castigada por la precariedad vital –y no solo laboral-, el relativismo moral, el invierno demográfico o el capitalismo antropófago; una Cataluña totalmente alejada y en ruptura con los parámetros de vida por los que vivieron todas las generaciones de catalanes anteriores, roza los límites del ridículo. El Tribunal Constitucional no se limita más que a cumplir con su papel en la farsa de la destrucción del pueblo y la nación española como sujeto histórico.

Es a este fin al que cada día colabora todo el clan de periódicos que ahora amenazan con la "respuesta solidaria" de una sociedad catalana a la que ellos –y solo ellos- dicen representar . Durante décadas esos periódicos han amparado la farsa de una historia reciente hecha a medida de sus privilegios y de su simbiosis con una casta política corrupta en lo moral y mediocre hasta la tragicomedia en cuando a unas capacidades que ellos exigen a cualquiera menos a sí mismos, incluso para cubrir un mísero puesto en cualquier corporación local del más recóndito Pirineo. Desde la estafa de 1714 y Rafael Casanova hasta el ocultamiento de decenas de personajes catalanes que dieron su vida por que España tuviera un puesto bajo el sol o de episodios como el sitio de Gerona, los periódicos que ahora hablan de la "dignidad catalana" han contribuido a la coartada de una mentira histórica de la que ellos, sin embargo, viven. Eso, por supuesto, les parece que no atenta contra la "dignidad catalana" pero a cualquier persona que no esté tan espiritualmente enferma como ellos le parece un cinismo y una doblez moral tan palpables que solo el oscuro interés de una casta en defensa de privilegios que no merece puede explicar algo que de otro modo resulta inexplicable.

Escasamente hace unos días, (21.11.2009) The Daily Mail publicaba un artículo de Tony Renell con los resultados de una investigación realizada en el Reino Unido entre los combatientes veteranos de la Segunda Guerra Mundial. Sarah Robinson, una mujer crecida en los días de aquél sangriento conflicto planetario, envió cartas a través de los periódicos interrogando a los supervivientes de la guerra que ahora tienen todos entre 80 y 90 años. El resultado no puede ser más sorprendente: aquél esfuerzo, en el que perdieron la vida 400.000 británicos y donde decenas de miles quedaron tullidos, no valió la pena, según ellos mismos expresan. A los "guerreros desconocidos" de los años 40 les repugna en lo que se ha convertido la Gran Bretaña. Hay quejas por doquier de la inmigración, de la crisis de valores, del nihilismo juvenil, de la pérdida del sentido de la comunidad y de la negación de lo trascendente. Pero lo peor es que los comentarios que aparecen tras la versión online del artículo de Renell en el Mail, otros británicos mucho más jóvenes se quejan de las mismas cosas utilizando temáticas e ideas que todos los días son castigadas en los periódicos, cuando no alentadas por esos mismos medios de comunicación. Guste o no, por ejemplo, no hay un solo medio que denuncie la inmigración masiva que sufre el Reino Unido o que explique las consecuencias de esa trivialización de la vida que está en la raíz de fenómenos como el aborto, la explotación capitalista o la falsificación de la historia. Aquí en España, como en Gran Bretaña, que ha celebrado unos fastos conmemorativos de la Segunda Guerra Mundial alegando razones y motivos que los que lucharon con las armas en la mano no comparten en absoluto, las élites dirigentes gozan de la complicidad de unos medios de comunicación que son capaces de esgrimir estratagemas como la de la "dignidad de Cataluña", a fin de defender los privilegios del poder.

El resultado de todo este culebrón no puede ser más que la división y el enfrentamiento en el que gentes tan turbias pretenden pescar y manipular, bien excluyendo la lengua española –como si se tratase de una lengua extraña a Cataluña- o bien inventándose un thriller histórico-ridículo escenificado cada 11 de septiembre. Por supuesto, nada de esto es casual y por eso la peor escoria –moral, humana e intelectual- gobierna en Cataluña y en España entera. En palabras de aquél catalán universal, el doctor Torras i Bages, "las sociedades ya caídas que lograron larga existencia y vida noble, los países que lograron verdadera civilización, cuyos progresos ahora estudiamos, encontramos que estaban formados, no del conjunto de innumerables individuos sin ligazón que les hace tierra apta para el cultivo y la edificación como el arenal del moderno individualismo individualista y pueril, masa fáciles de ser regidas por las pasiones sociales que se denominan revoluciones; sino que la entidad social, los hombres no eran granos de arena movedizos, ay, que unidos entre sí, formaban el organismo social, en relación de las circunstancias del tiempo y del país y constituían un terreno firme sobre el cual se podía edificar por largo tiempo".

Así las cosas, búsquese en los libros de los últimos cuatrocientos años escritos en las cinco o seis lenguas más importantes de la civilización europea y compruébese cual ha sido el marco histórico en el que los catalanes han vivido y sacrificado lo mejor de sus vidas. Entiéndase de ahí lo que de inteligencia y de amor ha transido la unidad de la nación española que ahora una banda corrompida y oscura quiere dinamitar enfrentando a unos con otros, envenenando a generaciones enteras mediante técnicas de ingeniería social semisoviéticas y se comprenderá las razones ocultas que animan esta patética apelación a una dignidad que ellos pisotean todos los días. Cataluña está verdaderamente muy lejos de lo que ellos representan y aunque se atribuyan una representación que no tienen, nadie podrá evitar que se les señale con el dedo acusador por querer secuestrar el verdadero futuro de Cataluña y de toda España.

https://lsemanaldigital.com/blog.asp?idarticulo=102874&cod_aut=
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