L'Hospitalet de Llobregat - Barcelona

LA VANGUARDIA
Terres de l'Ebre | 25/07/2014 - 17:49h

La 'quinta del biberón' mantiene vivo su homenaje en Pàndols para conmemorar la batalla del Ebro

El Govern y las instituciones locales se comprometen a dar continuidad al encuentro anual de combatientes en la Guerra Civil, cada vez más reducido por la elevada edad de los participantes.

El Pinell de Brai. (ACN).- Son ya sólo una decena los que pueden acudir, muchos han desaparecido y otros se encuentran limitados físicamente, pero su voluntad es seguir manteniendo la memoria viva mientras las fuerzas les aguanten. Integrantes de la quinta del biberón, la que fue llamada a filas con sólo diecisiete años, han vuelto este 25 de julio a la cota 705 de la sierra de Pàndols para conmemorar el inicio de la cruenta batalla del Ebro. Esta ha sido la última vez que lo organiza la Agrupació de Supervivents de la Lleva del Biberó. Para darle continuidad, la vicepresidenta del Govern, Joana Ortega, ha firmado un convenio con el Ayuntamiento del Pinell de Brai, el Consell de la Terra Alta y la entidad para asumir el acto a partir del próximo año.

La finca de Torrebonica (Terrassa) acoge estos días el rodaje de "Ebre, del bressol a la batalla", una "TV-movie", coproducida por TV3, sobre la Quinta del Biberón, las levas de jóvenes de 17 y 18 años que la República, ante las derrotas de su ejército, llamó a filas en la etapa final de la Guerra Civil.


La parte de bosque de la finca, con los árboles caídos por los vendavales, es perfecta, porque en la película se pueden justificar como destruidos por bombas", explicó el productor, Oriol Martos, en un encuentro con los medios informativos.


Hace unos días rodaron en la Casa Alegre de Sagrera, convertida en la residencia de Manuel Azaña, el último presidente de la República, , "que realmente tuvo su despacho en Terrassa, en esa época".


"Ebre, del bressol a la batalla" empieza en abril de 1938, y con una escena de familia. Un madre despide a su hijo de 17 años, que ha sido llamado para luchar en una guerra cuyo final parece inminente.

Última ascensión para los 'jóvenes' de 94 años que fueron arrojados a la trinchera sin apenas formación, los supervivientes de la Quinta del Biberón organizarón el año pasado su tributo postrero a las víctimas de la contienda.



Fueron los reclutas más jóvenes de la República, adolescentes de 17 y 18 años apenas listos para el combate, muchos de ellos enviados a primera línea de fuego en la batalla del Ebro, la más virulenta.


A los que aún viven, pocos ya, les pesan los años, el cansancio y el poco apoyo que les brinda una sociedad idiotizada y, por eso el año pasado 2014, ha sido la última vez que los biberones -como se llaman a sí mismos- se prestaron a organizar el acto y ascender como cada 25 de julio a la cota 705 de la sierra de Pàndols, disputada por un bando y otro a costa de mucha sangre.


La fecha coincide con el día en que los republicanos sorprendieron a los franquistas cruzando el Ebro en 1938.

Exhumado en Torelló el esqueleto de un soldado republicano fusilado en la Guerra Civil


Los restos óseos se encuentran en perfecto estado, y se trataría del cadáver de un hombre, de entre 25 y 30 años, de 1,70 metros de altura

Domingo, 4 de octubre del 2015 Maria Llarch (Pallejà)

Tengo 91 años y nací en Miravet.

Allí es donde tuvo lugar la batalla del Ebro, todo el mundo lo sabe, pero no es lo mismo saberlo que vivirlo.



Yo tenía 14 años y recuerdo muy bien los tres años de miedo que pasamos y los muertos y las familias que quedaron destrozadas.


Amigos, vecinos e incluso mi hermano, que tenía ocho años, fueron heridos por una bomba (aún las hay en esa zona).


Uno de los aviones (le llamaban "la pava"), tras tirar las bombas lanzaba papeles que decían que no nos faltaría de nada, pero lo que no nos faltó fue miseria y represión.


Cuando llegaron los soldados del dictador, los recibimos en la calle mayor. Iban sucios y llenos de piojos, y los ayudábamos como podíamos. Estaban tan agradecidos que decían: "Somos los hijos del pueblo".



Pensábamos que la guerra se había acabado, pero no era así. Mi marido era de la quinta del biberón; tenía 18 años.

En el frente de Teruel, por desgracia, se quedó sordo de un oído al explotarle una bomba muy cerca. Otros compañeros no tuvieron tanta suerte y murieron, y a otros hubo que cortarles los pies congelados del frío que hacía en las trincheras, y solo tenían una triste manta para taparse. Por la noche se ponían bien juntos para darse calor. Y encima, cuando acabó la guerra, Franco le envió a Orense a hacer tres años de servicio militar, bien lejos de la familia.


A todos los políticos del PPoPPulachero: si hubiesen vivido aquel horror seguro que no gastarían tanto orgullo. Me da mucha pena ver cómo maltratan a Catalunya.


¿Acaso no saben que aquí hay gente de todas partes?