Sidney 10 de la mañana Comenzó la batalla. Por el aire se trasladaba la munición etérea girando sobre sí, desplazando su carga entre las gentes, y estas inmóviles sobre sus asientos escuchaban sin miedo la cadencia. El gesto era amigo, saludable, agradecido. Y no es que la muchedumbre no acusara el impacto de los proyectiles, al contrario, el tino de estos era exacto, daban de lleno en la diana. Algunos cerraban sus ojos y suavemente movían la cabeza al compás del sonido, como si estuvieran extasiados, esperando el siguiente choque. Las invisibles balas se trasladaban sobre multicolores alas de mariposas. El sonido exactamente fusionado se extendía sobre el gentío. En esta batalla no había carros de guerra, ni sofisticado armamento mortífero, las avanzadas fuerzas de choque la componían violines, violas, trompetas, flautas, clarinetes, oboes, trombones y tambores de paz. Sabiamente conjuntados bajo la dirección de un general sin gorra ni guerrera cargada de medallas, una simple y menuda vara mágica, hija de algún árbol campesino, dirigía la contienda sinfónica. Bendita batalla de paz y armonía. Cuanto tenemos que reflexionar los humanos. Estas sensaciones he sentido esta mañana escuchando el concierto que desde el Teatro de la Opera de Sidney han ofrecido cien jovenes músicos de 33 paises a través de you tube, quizás también por este lado se pueda vislumbrar la esperanza. Desde San Sebastián. Un ilipense de la diáspora. ¡¡¡ZALAMEA CAPITAL CULTURAL DE LA SERENA!!! |