Lo que no está inventado, no existe Los políticos se retuercen en reorganizar una situación ya cadáver de nuestro sistema económico y no aciertan ni tan siquiera comprenden que el camino no va por el recorte de los gastos, sino por reinventar una nueva forma de encarrillar la corriente del dinero. Si antes la demanda era el ladrillo, ahora puede venir por los servicios. Tan solo habría que educar a la ciudadanía para hacerlos ver que un trabajador de servicios es tan respetable como lo ha llegado a ser hoy día un simple peón de albañil. Hecho esto y con la enorme demanda que se avecina, retomaríamos el tren del consumo y el peculio pondría rumbo hacía un largo y feliz viaje. |