Nogales - Badajoz

Y... CARTA A LA SIERRA

La sierra Monsalud ocupa cuatro lugares La Torre, Almendral, Salvaleón y Nogales.
Mientras el sol se hundía por el horizonte a paso lento,
Las sombras se veían venir dejando un manto negro por los comienzos de su falda,
Cubriendo espesos matorrales y encinares viejos, esa sombra que anda sin hacer ruido sin pedir explicaciones al rey del cielo,
Una sombra que sin prisa pero sin pausa va marcando las distancias que de su cima la separan,

Camina hacia su cresta con ansias de devorar a ella... y a la tarde,
Monsalud junta en el horizonte al cielo y la tierra con los últimos rayos que le quedan al dios de las candelas,
Esperando para más adelante que sea la noche con su oscuridad la que reine en la tierra,
La sierra se llena de sombras que por momentos se liberan para dar paso a las tinieblas,
La luna con su tibio y lechal esplendor quiere competir con la oscuridad que impone la noche,
Pero la sierra Monsalud sin meterse en porfías que no son las suyas, duerme... o quizá quien sabe,
Igual sueña con Rocamador, la dehesa boya o algún pueblo de los que tiene alrededor.

Estando un día al otro lado de la frontera, (portuguesa es, esta maravillosa tierra) haciendo de turista compra toallas y figuritas de porcelana, material que a la “visa” entre algodones en la UVI la dejaba.
Por cumplir con aquello que se lleva por verano como turista marcado, me metí para darle más pedigrí a mí “cache”, en unos ridículos pantalones cortos,

Adopte aires de intelectual romántico, muy interesado por el arte y sin saber con que parte quedarme del monumento, y menos, distinguir lo árabe de lo visigodo, o lo gótico de lo romano,
Me subí en las almenas de un vetusto castillo de la portuguesa Elvas,
Desde este lado de la frontera, y con esa "guisa" ya descrita, se ofrecía ante mí una panorámica digna de ser plasmada en mi retina del entorno de mi tierra,
Me puse la difícil tarea de narrarla, agrandada, cuando tienes el entusiasmo contenido y los sentimientos marcados por haber nacido en ese otro lado del mapa,
Por lo que anticipo que cualquier elogio desmesurado es parte del repertorio... por mi heredado en mis días sabáticos.

Entre los rizos de un horizonte no muy lejano, un punto sobre todos resalta, dejándose ver por su grandeza, más sonora por silenciosa y que por nombre le pusieron a la señora “Monsalud”.
Tus cumbres en la lejanía pintan caprichoso el paisaje, surgiendo de entre pequeños puntos como el que no cree la cosa,
Eres dominante sin dominio y dueña sin vasallos de las cumbres más altas que el horizonte desde estas tierras en la lejanía nos marca.
Sierra de Monsalud que ocupas cuatro lugares esenciales para derroche de satisfacción entre sus habitantes, La Torre, Almendral, Salvaleón y Nogales,
Ofreciendo cobertura a las aves de paso en sus vuelos de largo recorrido y dando cobijo a esos animales salvajes que viven en libertad condicionada por tus entrañas,
En ti encuentran ese refugio que le proporciona los calores que desprende tu cuerpo y le alejan del cazador insurrecto,
Monsalud tú que dejas que la brisa perezosa tus arbustos meza, que el sol caliente tus vísceras y la luna llena de tibio misterio te envuelva en las noches claras.

Fiel reflejo eres de esa savia naturaleza que en ti destaca por tu grandeza,
Con las colinas cercanas juegas a ser madre y entre ellas te elevas sin hacer ruido, cómo queriendo tocar el cielo,
Eso sí, con la humildad de aquél qué... por natural derecho se sabe grande ante lo insignificante que rodea las paredes de su lecho,
Sin vanagloriarte (esta postura no entra en tu repertorio) ante los más pequeños de esa peculiar grandeza puesta por tu madre la naturaleza,
Monsalud hay nubes de montañas blancas que a tus cumbres acariciarlas quieren, otras... con el humo que deja la niebla a esconder tu cuerpo juegan.

Eres centinela de pintorescos pueblos, sin uniforme ni pistola, ni tienes chulesca impertinencia con tu presencia,
Perfil de sierra cuando uno mira al cielo desde la tierra de donde es mi tierra,
En tu mapa estás dibujada como la silueta de una loba madre... Y tienes por divisa el azul oscuro que cubren tus matorrales,
Con estos antecedentes nace de ti un brujo sentimiento que embarga a tus lugareños... donde sólo en Almendral... y presumo que en el resto, los tienes a cientos.
En veinte “leguas” a la redonda entre campos y colinas, pequeños pueblos y también alguna villa, como faro de mar ejerces cuando un barco de secano se va a la deriva,
Eres luz sin ser lucero, ni volcán que escupa fuego, sí, donde se orientan los viajantes en ruta, el vagabundo sin destino y los peregrinos que buscan con desespero su camino.
Te haces carne de acuarela plasmada en lienzo blanco, cuando te dejas ver entre las calles del viejo Almendral, haciendo un binomio de sierra y calle que en mí retina como postal domina.

De tu garganta salen ecos sin palabras rimbombante,
Ecos que a los cuatro vientos propagas sin soltar amarras,
Son como ondas que de colina en colina chocan y no contaminan, se desparraman por las laderas de tus sierras hermanas,
Voces silenciosas de pequeñas consideraciones sin visos de imposiciones... con claros mensajes para aquellos que quieren ser grandes sólo por tener caudales.
“Sin avasallar y en silencio también se roza el cielo”.
Pregona “la sierra” a los cuatro vientos sin ninguna clase de aspavientos.

NO Y NO, A todas las GUERRA

Ayer el fuego se hizo dueño de la tierra, resucitaron los volcanes de la guerra, calcinando con sus partituras la cordura de los hombres de bien.
Altas torres de humos envenenados besan las nubes, llanuras decoradas con alfombradas de cadáveres y una triste verdad flotando por los aires que nadie quiso pronunciar.

Hoy se elevan de nuevo los cuervos, pájaros oscuros que ensombrecen los destellos de la aurora y ensucian los cielos con sus vuelos. Sus negras alas cubren de horror el firmamento y rompen en pedazos el sonido vibrante de esas trompetas celestiales que soplan a menudo los Ángeles.

Mañana el sanguinario ciclo se renueva con la fecha de un viejo calendario, caerán desvastado por la artillería pesada los templos milenarios de nuestros antepasados, se vendrán abajo las míseras paredes, donde habitan los pobres, donde viven los inocentes que paran con sus cuerpos la metralla, perecerán sin solución los niños que horas antes jugaban a la guerra, sus madres le llorarán sin consuelo, como sólo ellas lloran... cuando tienen en sus brazos a un hijo muerto.

Y... para aquellos que aún les viven saldrán raudas a buscarle un trozo de pan entre las ruinas que se amontona en las calles, les harán ver el recuerdo entrañable de un tiempo que nunca conocieron, y se quedarán sin palabra ni razón para explicarle la barbarie que con ellos unos desalmados cometieron.

Con estos principios el odio se instalará definitivamente en los hambrientos corazones de los supervivientes, diminutos corazones que antes que conocer el amor sufrieron en sus carnes la tiranía que lleva impuesta el silbido de las balas, criaturas que antes que comer sufrieron la sed de venganza de unos generales, "mequetrefes" o "dictardocillos" ... que en su mayoría no conocen al pueblo... y tienen por bandera la paradoja de decir que luchan por y para su pueblo.

Le nacen surcos de sangre a esos pequeños corazones que no conocen más paz que la insidiosa muerte que les acompaña, ni otra forma de vida que el eterno destierro en cuerpo y alma...al que los someten los dioses de la guerra,
Detén tú vuelo cuervo maldito, pájaro carroñero y negro como los ángeles de Machín, que cesen tus alas de mover las bombas de la muerte, que el cielo no se hizo para tu sed de sangre ni la tierra merece ser manchada con tu mierda asesina.

Detente pájaro de mal agüero, no permitas que tus alas se tiñan de sangre inocente, no levantes el vuelo, cuervo homicida, carne de guerra, que las lágrimas amargas de tantas viudas y huérfanos han de pudrir la mar con la sal de tu infamia.

Detente ave insaciable, no devores más cadáveres y antes de mancillar el nombre de tu raza, piensa si sabes o puedes, que un sólo muerto es un insulto hacia el más venerado de los dioses.

Piri

ME HA ENCANTADO TU CARTA. UN MOREREÑO
TODA LA VIDA HE SOÑADO CON SUBIR A LO MAS ALTO DE ESTA SIERRA,ESPERO PODER HACERLO ALGUN DIA.

UN SALUDO DESDE LA MORERA

Hoy aprendí,

Que el mayor reto es aprender,
Que la mejor enseñanza es la experiencia,
Que acumular experiencia es sabiduría,
Que el día más bello es hoy,
Que para el mañana no hay maña,
Que el obstáculo más grande es el miedo,
Que el mayor error es darse por vencido,
Que el sentimiento más vil es la envidia,
Que el defecto más grande es el egoísmo,
Que la mayor distracción es el trabajo,
Que el afecto más grande es la amistad,
Que lo más maravilloso del mundo es el amor,
Que el regalo más hermoso es el perdón,
Que la felicidad más grande es la paz,
Que el mayor conocimiento es Dios.

Piri

viene del foro de la Torre

los había y aquí aumentaba el porcentaje que ni dando clases particulares su porvenir iba a estar en los números o las letras, sí, rompiendo terrones detrás de un "arao" ú oficio "asimilao".
Oficio éste del "arao" que por otro lado era el trabajo con santo y seña del pueblo, y que a mí me hubiese gustado haber aprendido. Ser labrador es algo tan serio... que no se enseña con libros embarrados de letras, sí, viviendo al pie de los surcos que se hacen en la tierra, esto es un lujo que no está al alcance de cualquiera y del mío como se pudo comprobar tampoco.
Cómo las circunstancia económicas no eran muy florecientes y a las luces de neón se les iba la fuerza por un pistón, pues no solo de letras y números vivían los alumnos de aquellas escuelas públicas, pues además de que nos aprovechasen las letras y nuestro cuerpo lo agradeciese, teníamos otras necesidades arto imprescindible para ir tirando del carro donde viaja nuestro cuerpo.

Entonces a la hora más oportuna entre la entrada y la salida de clase, cogíamos un barreño de 25 litros y a la fuente a por agua para hacer leche en polvo, según al alumno que le tocara prepararla, hacia más de una guarrada con el "metuje" en cuestión.
Sí alguno que yo me sé, lee éstas palabras posiblemente se ruborice ahora que va de hombre serio, pero diez y pocos años no son tantos años como ahora tienes, se te permite un inciso en tu vida de respetuoso impuesto por condiciones colindantes, sin ser privativo tu instinto infantil que iba unido a tu anatomía por aquellas fechas. O sea, sé, los habían o los habíamos, que alguna vez en el barreño nos meamos.
Te ponías a la cola y te daban un vaso de leche, a veces repetías pero “la vaca” ya no daba más leche, era un complemento alimenticio que le venia de perillas a unos estómaguillos que se pasaban la mañana con muchas convulsiones, mientras les nacían telarañas a sus paredes.


Nos daban también un queso muy americano ¿por cierto? Otra de las cosas que tampoco llegué nunca a comprender, La Mancha estaba a dos zancadas y ninguno de ahí queso alguno cataba.
¿Seria por el tufillo a pie que desprende...?
O porque lo americano estaba de moda y no los cambiaban por soda.
A la quinta del yogur había que haberlos dejado una temporada en circunstancias iguales a las nuestras, para que entendieran hoy lo que significa cuando se ponen a comer esa cantinela tan generalizada en todos ellos, de
¡Esto no me gusta!
¡La verdura que mal sabe!
¡El pescado tiene muchas espinas!
¡Las legumbres ni verlas! etc.
No siempre por suerte para la quinta del yogur fue así. La quinta de los garbanzos (esos éramos nosotros) nunca tuvo esas facilidades de poder elegir manjares, y digo bien manjares, porque todo lo que comías estaba bueno.
O te comías lo que te ponían o te acostaba con él estomago lleno de aire comprimido, lo que con más frecuencia ocurría es que tú no estabas para decir que no... más bien
¡No hay por ahí algo más... Madre!

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Piri