La Coronada - Badajoz

MÉRIDA
Noches ibicencas en la Mérida romana

El juego de la madera con el color blanco, la luz tenue de las velas y el sabor del mojito son los atractivos de las terrazas veraniegas

El auge de las terrazas 'chillout' llega a la ciudad con la apertura de nuevos establecimientos

Quizás afirmar que Mérida tiene playa para algunos pueda resultar una barbaridad. Pero la cosa cambia desde las tumbonas de la terraza Caramelo Beach con mojito en mano, donde se puede observar el embalse de Proserpina de cerca. Una estampa de lo más ibicenca que al compás de música 'chillout' consigue simular con éxito el ambiente propio de las playas españolas en el centro de Extremadura.

El auge de las terrazas veraniegas, donde el mojito, el color blanco y la luz tenue de las velas son los principales componentes, llega a la antigua Villa Romana que nunca antes se vio tan engalanada con trajes de lino.

«Hacer algo diferente, fresco». Es lo que animó a José Julián Moreno, uno de los propietarios de la terraza Caramelo, a aventurarse a implantar un local con estas características en el embalse de Proserpina. En su opinión, «el secreto para combatir la crisis es no parar de innovar».

Siguiendo esta filosofía, la terraza cuenta este año con una barra donde exclusivamente se sirven mojitos, que se ha convertido en el principal reclamo de este local. «Es tanto el furor, que además de la caipirinha ofrecemos como novedad en nuestra carta mojitos de melón, piña y demás sabores de fruta», indica Moreno.

La reforma del embalse, el estar completamente al aire libre y el impacto visual que causa esta terraza suele atraer a unas 400 personas en una sola noche y, lo más importante, sin sensación de agobio gracias a las grandes dimensiones del local. «Contamos con un aforo de unas 800 personas repartidas en 2.000 metros cuadrados», concluye José Julián Moreno.

Aún así, los que se acercan allí más que buscar una buena juerga encuentran tranquilidad, y la conversación prima por encima del desfogue que supone una discoteca donde se puede bailar. «Como bar, puede que sea el mejor, pero como discoteca, en ese sentido no vale tanto», opina José Antonio Béjar, de 21 años, quien además añade que «no hay tanto niño chico como en otros lugares».

Estampa que se repite
Otra discoteca que se apunta a esta tendencia es Ízaro, que hace unas semanas inauguró su nuevo pub veraniego, Cachízaro, que se encuentra en la terraza del restaurante Cachicho. Y no, no es un trabalenguas. Con el río Guadiana a tan sólo unos metros, la reforma del local y la decoración escogida hacen que se repita la misma atmósfera que en la terraza Caramelo Beach.

«Nosotros contamos con una ubicación privilegiada por la brisa que llega a este punto de la ciudad», explica Eduardo Vigueras, uno de los socios del establecimiento.

La aceptación por parte de los emeritenses ha sido satisfactoria en este primer mes de apertura, en el que la decoración del lugar ha jugado un papel muy importante. «Hemos conseguido un ambiente bastante agradable», apunta Vigueras, quien además añade que «hemos logrado atraer a clientes de todas las edades, desde jóvenes hasta no tan jóvenes».

El secreto tiene que ver con la ubicación del restaurante Cachicho, en el que los comensales aprovechan la cercanía del local para tomarse la última copa. De ahí que hasta las dos de la noche la clientela ronde los 30 años. A partir de esa hora, los jóvenes recogen el testigo para empezar la noche entre copas y amigos.

La relajación de la música 'chillout' y las velas como único foco de luz y del ambiente son elementos que la convierten en «el ideal principio de ruta», como comenta Miriam Rodríguez, de 29 años. A su juicio, «debería haber más terrazas como esta para poder elegir». Una muestra de que estos locales gozan de gran aceptación.

Aunque innovar es importante, también lo es asentarse y mantenerse. Es el caso de La suitte de lounge, que fue de los primeros locales en habilitar una terraza inspirada en los chiringuitos propios de las playas ibicencas. Como peculiaridad, el establecimiento cuenta con una zona de reservados donde la música es mucho más calmada y se puede conversar.

La crisis es el principal motivo de cierre de muchos de los locales que pertenecen al sector de hostelería. Aún así, adaptarse a la situación actual y no decaer en el intento es la mejor salida para otros empresarios. Juan Félix García, uno de los socios que lleva la terraza, explica que es cierto que se nota la recesión, como en todos los sectores. «Por eso, ofrecer promociones, nuevos cócteles, actuaciones e invitaciones a fruta y dulces son las medidas con las que jugamos para paliar un poco la situación».

El hecho de tener dos ambientes, uno más discotequero y otro más tranquilo, es lo que principalmente llama la atención de los que se acercan al local. Eso mismo opina Justo Moreno, de 23 años, sentado en unos sofás blancos de la terraza junto a dos amigos. «Lo bueno es que, si quieres bailar, no tienes que irte a otro lugar».

Y después, ¿qué?
La problemática que se suele repetir en muchas ciudades tiene que ver con la situación de las terrazas, que en el caso de Mérida se encuentran dispersas por toda la ciudad e incluso a las afueras.

El coche es el principal medio de transporte del que se hacen uso los jóvenes para llegar a las terrazas de verano. Más que por lógica, por responsabilidad, uno de ellos no puede beber esa noche y debe encargarse de llevar a los demás a casa. Las mejores opciones, ir turnándose o, en el caso del grupo de amigos de Justo Moreno, echar a suerte quién se ha librado esa noche de coger el coche.

Los controles situados entre la capital autonómica y Proserpina obligan a todos los que se acercan a los chiringuitos de la zona a considerar muy en serio estas medidas. Lo dicho, echarlo a suertes o turnarse, por aquello de volver sano y salvo a casa. A no ser que, como ocurre con la pandilla de José Antonio Béjar, sólo uno de los amigos tiene carné de conducir y por lo tanto es el que siempre se queda sin beber.

Saludos.